02. Llegando a Corea

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No me puedo creer que esté a punto de entrar en el avión que me llevará a Corea.

Tomar la decisión no había sido difícil, lo difícil fue lo que esta conllevaba. Primero tuve que convencer a mis padres. No tuve ningún problema con mi padre, pero tardé un día entero en convencer a mi madre. Solo me pusieron dos condiciones: llamar todos los días e ingresar dinero en mi cuenta bancaria con regularidad. En definitiva, tengo que intentar no quedarme en el paro o tendré que irme de vuelta a casa.

Lo siguiente que había tenido que hacer fue buscar un lugar en el que dormir. Un hotel no era una opción viable, ya que habría que pagar por noches y saldría muy caro. Lo único que se nos ocurrió a Vero y a mí fue alquilar un apartamento, y para que saliese aún más barato tendría que estar con otra chica. Yo accedí, ya que el apartamento está cerca de la agencia y es muy barato.

Después tuve que mover cielo y tierra para conseguir traer a Tequila conmigo. No puedo dejarlo aquí, aunque sea con Vero. Finalmente conseguí que viaje conmigo en el avión, aunque tuve que pagar un suplemento bastante caro. Merece la pena.

Ahora estoy en el asiento del avión con Tequila, en un pequeño trasportín, a mis pies. El viaje va a ser largo, de doce horas, pero vengo preparada de no haber dormido nada para dormir todo el viaje.

...

Noto que alguien me pica en el hombro insistentemente. Me despierto de un salto y veo a una azafata a mi lado. Miro, desorientada, hacia la ventanilla y veo que estamos en tierra. ¿Acabamos de llegar o todavía no hemos emprendido el vuelo? Supongo que lo primero porque el avión está vacío. Cojo mi mochila y el trasportín en menos de un segundo y salgo corriendo del avión, despidiéndome con una reverencia de las azafatas. Si no cojo las maletas, ya la habré cagado. Cuando llego a la zona de recogida, veo que las maletas ya están avanzando por la cinta. Sin poder evitar gritar de la frustración, me pongo en el final de esta y rezo para que las mías no hayan pasado.

El aeropuerto de Incheon de Seúl está a rebosar a estas horas, y que además yo sea una enana no ayuda en la tarea de buscar mis maletas. Entonces veo dos enormes maletas rosa fosforito a mitad de la cinta, con unos lazos de flores en los mangos. Son las mías definitivamente. Agarro el carro que acabo de coger con las dos manos y corro abriéndome paso con él entre la gente. Mientras cojo las maletas y las pongo encima del carro, un señor trajeado se acerca a mí y me llama la atención por hacer ruido.

Suspiro ruidosamente en cuanto se va y sigo metiendo las maletas en el carro. También intento llegar a la salida sin liarla ni llamar la atención demasiado. Ya siento la mirada de algunos coreanos sobre mí, como si fuera un extraterrestre. Llego a la zona en la que supuestamente te esperan tus familiares, pero en vez de eso me encuentro un tipo vestido de negro con un cartel con mi nombre en las manos. Me acerco a él y hago una pequeña reverencia.

-Hola, soy Odette Casseau.

Mira su móvil y me analiza con la mirada. Supongo que se está asegurando de que soy yo. Y también supongo que le pareceré igual que cualquier otra europea. Finalmente asiente y con el semblante serio se ofrece a llevarme el carro, aunque yo solo le digo que saque a Tequila del trasportín y lo lleve con la correa. Accede a regañadientes y yo me río por lo bajo al verle pasear a mi perro. Vamos fuera y un aire cálido me golpea en toda la cara. Puedo ver la contaminación en el cielo, pero estoy tan maravillada con solo ver que todo es tan distinto a España que me pongo a dar pequeños saltitos mientras sigo al hombre de negro. Nos metemos en un coche y él me ayuda un poco a meter las maletas en el maletero, aunque el mayor trabajo lo hago yo. Una vez en el coche, no aparto la mirada de la ventanilla.

-¿Es la primera vez que viene a Corea? -me pregunta, supongo que para aligerar un poco el ambiente.

-Ya había estado en Busan, pero nunca en Seúl -reconozco con una pequeña sonrisa -Es bonito.

-La contaminación es preciosa, sí -me río levemente y vuelvo a mirar por la ventanilla -Yo soy Kim Kwan. Soy algo así como el guardaespaldas.

-Me lo imaginaba -comento con tono jocoso.

-Mañana tendrás que ir a la agencia a las ocho de la mañana. Van a hacerte una entrevista, pero no te preocupes. Es solo para ver cómo eres, no van a hacerte volver a tu país -me informa cuando estamos ya en plena ciudad -Están especialmente emocionados por tenerte con nosotros. Tienes mucho talento.

-Muchas gracias. La verdad es que es mi sueño.

Sonrío y vuelvo a mirar a la ventanilla, ilusionada por todas las cosas que están por venir. Unos minutos después el coche se para delante de un bloque de apartamentos, que reconozco de las fotos de internet. Nos bajamos y me ayuda a meter todas las maletas en el ascensor. Antes de irse me recuerda que llegue puntual y yo alzo los pulgares, tranquilizándole. Cuando el ascensor llego al cuarto piso, el último, saco las maletas como puedo y Tequila no para de ladrar. Gracias a eso una de las dos puertas que hay se abre. Es una chica que lleva dos coletas y un uniforme escolar, a lo que yo frunzo el ceño.

-¿Eres Odette? -pregunta, con un tono de voz aniñado e infantil.

-¿Y tú Choi Sokja?

Las dos asentimos a la vez y nos miramos con desconfianza. Veo que se cruza de brazos y frunce los labios, analizándome de arriba a abajo. No le pregunto si me puede ayudar con el equipaje, pero lo que sí hace es abrirme la puerta para que pueda pasar. Se agacha para acariciar a Tequila y yo sonrío con orgullo al ver que mi perro se gana el corazón de cualquiera.

-¿Cuántos años tienes? -le pregunto a Sokja, algo confundida.

-Yo tengo diecisiete, ¿por qué? -no para de hacerle carantoñas a Tequila.

-¿Estás segura de que puedes vivir sola cuando eres menor? -pregunto, cerrando la puerta de la entrada.

-Ya no vivo sola -la miro y me guiña un ojo con diversión, a lo que yo solo suspiro y me río para no llorar.

"The sugar in my coffee" [Min Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora