22. ¡Estás buenísimo, Park Jimin!

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Apago el despertador del móvil, entre maldiciones, y estiro mis brazos y piernas. Me dispongo a levantarme como cualquier día normal cuando me percato de la persona que está a mi lado. Siento un escalofrío recorrerme la columna de arriba a abajo, mientras giro mi cabeza para encarar a la bella durmiente más conocida como Suga. Sigue durmiendo como un tronco, como si mi alarma nunca hubiese sonado.

-Arriba -digo, en un tono de voz moderado para que Sokja no me oiga. Me acerco a él hasta que mi boca está a centímetros de su oreja -He dicho que arriba.

Ni un movimiento. Chasqueo la lengua, molesta, y decido cambiarme de ropa para ir a trabajar. Intento pensar en la noche de ayer para mitigar mi dolor punzante de cabeza, pero con solo pensar en que casi beso a Suga el dolor aumenta por ocho veces. Me pongo unos vaqueros rotos por las rodillas y una camiseta que deja ver mi ombligo.

-¿Qué coño...?

En cuanto oigo ese leve murmullo me giro, con los pantalones a medio abrochar. Suga estira sus brazos como un gatito y suelta un quejido, mientras se toca las sienes. Se sienta en la orilla de la cama y alborota aún más su pelo, pasando una mano por él.

-Deberías irte a casa -le recomiendo, acabando de ponerme los pantalones -¿Quieres una aspirina antes de irte?

Asiente y vamos los dos juntos a la cocina. Hasta dentro de diez minutos Sokja no va a despertarse, así que puedo respirar tranquila. Cojo dos vasos de agua y señalo un cajón para que él mismo coja el bote de aspirinas.

-Noche movidita, ¿eh? -canturreo, llenando los vasos de agua.

-No estoy de humor.

-Suga, tú nunca estás de humor.

Me quita el vaso de las manos y de dos tragos consigue tomarse la pastilla. Yo en cambio tengo que beberme todo el vaso y la mitad de otro. Suga me deja sola y entra en el baño, como si esta fuera su propia casa.

-Sal rápido, que Sokja está a nada de despertarse -doy unos golpecitos en la puerta y espero pacientemente a que abra.

Cuando sale tiene mejor cara y el pelo en condiciones decentes. Me dice que su móvil está en mi habitación, así que volvemos. Por alguna razón, este ha acabado debajo de mi cama y yo me veo obligada a hacer dos exorcismos para lograr que mi mano lo encuentre.

-Parece que hayamos tenido una noche de pasión -le guiño un ojo con aire divertido y él hace como que le da una arcada.

Me río sarcásticamente y le doy el móvil. Justamente cuando cojo mi estuche de maquillaje para empezar a maquillarme la puerta de la habitación se abre de par en par, haciendo que veamos a Sokja en el umbral de esta. Tiene la boca abierta para hablar pero al reparar en Suga la cierra.

-¿Dónde habré puesto las hojas...? -empiezo a levantar las cosas de mi mesa, disimulando -Ah. Buenos días, Sokja.

-¿Qué hace él aquí? -pregunta, entre tartamudeos.

-Ha venido a por unos papeles que necesita Jun, pero no sé dónde los habré dejado... -me llevo una mano a la cadera y esbozo una mueca de preocupación lo mejor que puedo.

-No hace falta que me los des ahora, puedes dármelos por la tarde -habla Suga, siguiéndome la corriente.

-No, no... ¡Aquí están!

Cojo unas hojas al azar que están dentro de un cajón y se las doy a Suga con una sonrisa amplia, pero forzada. Las acepta y me da las gracias con una pequeña inclinación de cabeza.

"The sugar in my coffee" [Min Yoongi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora