29. La maldad ajena

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Hace cuarenta y ocho horas con veinte minutos y trece segundos, Cole y yo nos volvimos a distanciar

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Hace cuarenta y ocho horas con veinte minutos y trece segundos, Cole y yo nos volvimos a distanciar. Eso significa que no lo vería más y, por alguna extraña razón me hacía preguntas a cada rato como, que sería del trato. Intenté ayudarlo, lo hice sin recibir nada a cambio. Vale, era un préstamo y una devolución. Me ha metido en esto aquella misma tarde cuando me sentí completamente intimidada y con ganas de querer tirarlo todo por la borda.

De algún modo, le molestaba el que yo saliera con Zev. Ni por un segundo quiso escucharme. Me dolió tanto que no hiciera nada por detenerlo. Aún recuerdo el dolor que había en su rostro. Él entendió otra cosa y a mí no me salieron las palabras de la boca. Todo fue a la par.

Sentí una cachetada mental en medio de tanta inseguridad. De no haber sido así, esto no habría terminado tan mal. Tal vez hice mal en salir. Un momento, ¿por qué lamentarlo si no he hecho nada malo? Salí como la gente normal, y lo único que me gané fue su amistad. Tenía muy claro lo que quería, pero parecía él no entenderlo. No hubo conexión.

Garabateé la primera hoja de mi libreta con un marcador negro. El día de hoy no había ningún curso que llevara con él y, por lo tanto, no lo vería en todo el día. Eso me sentó mal como la comida de ayer. Era un estímulo auto-depresivo, pero a los pocos segundos de interferencia, sentí que no era suficiente con quedarme enredada entre las sábanas.

Son cosas que suceden ¿no?

Volví a la vida cuando alguien apareció tras la oscura puerta de metal entre tanto alboroto. La clase se mantuvo en completo silencio, sabiendo que Lord Voldemort entró para hechizaros a todos, lo llamaban así por su extraño parecido. ¡Puf! Acabará conmigo en cualquier momento. Mi cuerpo se sobresaltó como una cuerda floja. Por los clavos de cristo, deseé que fuera solo un sueño, pero sabía a lo que me estaba enfrentando.

—Es una decepción que muchos de aquí salieran con notas tan bajas en la práctica, solo hubo un puntaje perfecto —Comentó el Señor Fishman con un tono severo.

Me limité en mirar hacia adelante y seguir escuchando el tenor de su voz tal cual villano de Harry Potter. Intenté esconderme entre tanto tumulto, pegué un resoplido con todas esas escenas puestas sobre mi mente y un pequeño seísmo sacudió mi cuerpo. Ese hombre de muy mal humor se puso a llamar por vuestro nombre para que nos acercáramos a recoger nuestra práctica y, de algún modo, no quería que soltara mi nombre, pero lo hizo sin inmutarse. Toda vez que me acerqué, arrugué la hoja y cubrí el lado derecho donde el marcador rojo señalaba la calificación. No había nada de que sorprenderme. Regresé a mi lugar y aplané el rostro contra la mesa.

—Al parecer nos fue mal a todos —Dana juntó las cejas antes de darse cabezazos contra la pared—. En serio no fue tu culpa.

—No todos dicen lo mismo que tú. Solo míralos.

Eso fue justo después de lo que me enteré y, al parecer, me estaba ganando de nuevo el desprecio de la gente.

—¡Qué importa los demás! —Soltó una sonrisa demasiado corta—. Por cierto, ¿quién tendrá el puntaje perfecto?

Bonito Desastre✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora