Y pensar que, tarde o temprano esto iba a ocurrir. Era algo que ya estaba escrito.
Llegando, me encogí de hombros. Encima estaba tan agotado que ni podía moverme. Nunca estaba seguro de si esto era lo que quería. Para remate, saqué el teléfono del bolsillo de atrás y me sorprendí que tuviera varias llamadas perdidas y todas eran de Sherisse.
¿Qué debía hacer? ¿Devolverle la llamada?
Todavía estaba enfadado con los dos y, por ahora, me costaba hablar con alguno de los dos. Pero, ¿y si lo que tiene que decirme es algo importante? Lo medité dando vueltas en mi sala.
Entendí que en una de esas pude haber cogido y no me habría dejado llevar por algo que yo no pude evitarlo. No todo se trataba de mí. Era como si una parte de mí se moviera en lo más profundo. Al parecer, no era la única persona que sufría y eso ya lo sabía.
Dejé el teléfono sobre la mesita auxiliar y, sin embargo, no le había quitado la mirada de encima. Resoplé y comencé a frotarme los brazos. Era ansiedad pura. A lo mejor debía comprobarlo. No me bastaba con solo enojarme. Debía buscar una señal.
A los pocos segundos, mi mano se movió automáticamente y, no, no era esa sustancia blanca que, era producto de mi adicción. Es más, ya no había ese olor en mi ropa. El reloj empolvado que había en la repisa ya daba la hora. Iba contra el tiempo, así que, sin miedo de lo que pudiera pasar, le devolví la llamada y el silencio se volvió más pesado.
Lo oí todo. Era lo primero con lo que me había encontrado aquella tarde.
Quité la mano del teléfono y corrí en lo que pudiera. Escuché el golpe fuerte de mi corazón y sentí la expresión de ira en mis ojos. Cogí el auto que estaba fuera de casa. Quería pegarle a todo que estuviera en mi camino. Recorrí bajo la oscura noche, desorientado. Aquello no era un sueño, era una pesadilla, por la que yo tuve que pasarla tan mal.
Una puerta se abrió en mi interior y apenas pude manejarlo. No obstante, al llegar, resultó peor de lo que me imaginé. Trepé los muros y ni siquiera me importó que alguien me viera. Me apoyé al marco de la ventana y vi a la de los ojos azules con un panorama memorable.
Freya había estado llorando y yo tenía la culpa de todo lo que le pasaba. Volví la mirada hacia la suya. La había arrastrado al lugar al que tanto temía. Había un gran cambio en ella. Después de todo, traía el cabello corto y completamente enmarañado. Además, un camisón que le llegaba hasta los muslos. El viento sopló y, con él, el chasquido de cada paso que daba.
—¿Qu-ué demonios haces aquí? —giró agarrotada y chilló colérica.
—Freya, tenemos que hablar —murmuré y atrapé un poco de aire.
—No deberías estar aquí y yo...
Sus mejillas se matizaron de un rojo carmín.
—Chist... —silencié cubriéndole la boca con los dedos—. Dame solo unos minutos, solo un poco.
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Bonito Desastre✔️
Teen Fiction¿Qué sucede si en quién confiabas tanto resulta ser tu peor pesadilla? *** Al otro lado del emporio de Falls Church hay un lugar llamado Rousseau, una de las secundarias elitistas del Condado, donde ocurren cosas muy extrañas. Está sumida de muertes...