36. El camino equivocado

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Dije que finalmente me olvidaría de Freya, pero, tal parece que no

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Dije que finalmente me olvidaría de Freya, pero, tal parece que no. De solo escuchar que habría una fiesta en su casa, me encapriché tanto que decidí ir y, al poco rato, empecé a jugar con los anillos de púas que había en mis dedos. Resoplé mirando hacia la oscura noche que bailaba la luz en el pequeño charco que había en la parte de atrás de su casa.

Los siguientes cinco minutos vi a una chica en su hermoso vestido corte princesa. De hecho, lucía extraordinariamente bien, pero toda vez que su mirada estuvo puesta sobre la mía, una escasa lágrima resbaló en su mejilla y eso era lo que menos quería ver. Toqué la bocina y pisé el acelerador tan fuerte que los neumáticos rugieron.

Inmediatamente me di cuenta que, fue mala idea venir hasta aquí desde tan lejos. Estuve así desde hace dos días dando vueltas en mi cama. Por fortuna, era mi día de descanso y podía pensar con más claridad mientras iba a la panadería a comprar pan. No aparté la vista del hombre que estaba al frente con su horrible delantal, había harina y grasa en su piel. Me veía como si vendría a pedirle limosna o fuera un completo malandro. La expresión en su cara no desaparecía, no iba tolerar que siguiera mirándome así, y cuando pedí que me atendiera, embolsó los panes y por poco me lo echó en la cara.

¡Ugh!

A juzgar por cómo me veía, salí a más no poder y lancé una patada al aire. Me froté los ojos y seguí un largo recorrido hasta casa donde Sherisse y Kalan a lo mejor estarían tomando sol o simplemente jugando en la consola de videojuegos. Pero, al llegar, ahí estaba lo que más temía ver. Me asomé a la puerta y estos dos estaban discutiendo por todo lo alto. En la vida imaginaron que estaría ahí llevándome la peor parte del día.

—Yo tuve la culpa de todo —Vi caminar a Kalan de un lado a otro como si algo se removiera en su pecho.

—¡Kalan, traicionaste su confianza! —Lo escuché todo. Sherisse lo empujó dejándolo caer contra el felpado sofá y lloriqueó refiriéndose a lo que hizo. Juro que esto me estaba poniendo de los nervios y no solo era eso. Quemaba, sabía o tenía idea a lo que se estaba refiriendo.

—Ellos iban a matarnos y yo... no quise —La respiración se le fue cortando con un cepo en la garganta. Él que era una persona tan pacífica y optimista, ahora lucía distinto.

—Cole no merece lo que le hiciste.

—No tuve elección.

Se llevó las manos al pelo.

No iba permitir que siguiera lamentándose. De golpe, solté la bolsa y entré tras un chasquido en la madera y ellos voltearon la mirada al instante. Caminé dejando que la ira manara en mi cuerpo y me tiré hacia Kalan. Lo tomé del cuello hasta dejarlo sin oxígeno y mi puño estrelló contra su rostro. La sangre brotó de la comisura de su labio. En el fondo sabía que se lo merecía y yo... yo nunca imaginé que me atrevería a golpear a mi hermano, mi mejor amigo de toda la vida.

—¿Cómo pudiste? —Mi voz se perdió en el interior de la casa.

—¡Cole, deja que te lo explique!

Bonito Desastre✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora