Epílogo

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EPILOGO


FREYA


Esta respuesta era la solución a todo, a todo aquello que nos había tocado vivir de alguna manera. A pesar de saber que no era lo único que nos quedaba. Nunca se sabe cuándo llegará el final, y así fue. Fueron momentos de dura recuperación, una marea que continuó arrastrándonos.

La persona de la que nos escondíamos ya no estaba a nuestro alrededor. Y ahora, no sabíamos hacia dónde ir.

¿Qué sería de nosotros en los próximos años?

Ahí, a solo pocas horas de casa. De la suya. Cole dejó las flores donde deberían estar. La mano se le quedó un poco congelada y algo atravesó su pecho. No había sentido algo parecido en varios días ni había prestado atención a lo que el resto le decía. Desde nuestro último recorrido en el instituto, no había vuelto a hablar de cómo terminó ahí, ni qué sentido tendría la vida si ya no estaba lo que más quería. Sus amigos. Era una sombra que deambulaba.

—Este lugar me trae muchos recuerdos y, pensar que, aquí también sepultaron los restos de mi pequeña hermana.

—Si quieres, ya podemos irnos —dije para evitar que siga descorazonado.

—Quedémonos un rato —me sugirió con total serenidad, aunque en el fondo no se sentía nada bien a pesar de todo lo que habíamos atravesado.

—Si eso quieres.

Me quedé a su lado.

—¿Sabías que a Sherisse le fascinaba estar en un lugar tan solitario como este?

Fue un motivo más para entristecerlo. No sabía qué debía hacer en ese instante: si consolarlo o prestarle atención a lo que él estaba dispuesto a contarme.

Todo le recordaba a ella, quien justo antes de morir me contó de cómo lo conoció. No era la persona que era hoy en día, no como en este momento lo veía ante mis propios ojos.

—¿Y eso por qu-ué? —pregunté con un nudo en la garganta.

—Le preocupaba más lo que nosotros sentíamos que lo que ella sentía —me miró aún más triste de lo que solía estar.

—Es admirable.

Coloqué mi mano sobre su hombro y recobró el color en sus mejillas.

—Compartíamos las mismas emociones.

—Ahora está en un lugar mejor que este.

—¿Cómo puede alguien irse así de repente? —Inclinó lo que parecía ser una sonrisa débil. Débil en el sentido de que se contenía, lo guardaba para sí mismo. Ya no le quedaban más lágrimas para llorar. No quería soltarlo. No de esta manera.

—Sucede cuando menos te lo imaginas, eso decía mi abuela.

—Sherisse fue admitida. Poco después me di cuenta de que... tenía algo en sus manos que sostenía con tanta fuerza, y tuve curiosidad por saber qué era eso que quería mostrarnos. Así que lo tomé, técnicamente husmeé su bolso y encontré esto —sustrajo la carta de admisión de la universidad a la que había elegido ir del bolsillo trasero de su pantalón, estaba ligeramente doblada por la mitad—. El próximo año iría a Yale. Quería estudiar Psicología Clínica.

—Es una pena —solté sin siquiera pensarlo. Quería centrarme en él, en lo verdes que eran sus ojos y el tono espasmódico de su voz.

—Freya, dime, ¿qué debería hacer? —me tomó por sorpresa de todas las maneras posibles. Tenía una forma de conectarme con su mundo, por poco que fuera, pero eso no era todo lo que quería mostrarme. Además, me costaba tener acceso hacia él. Darle un motivo. Las ganas de vivir.

Bonito Desastre✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora