33. El corta venas

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Hacía unos días que Cole ya no asistía a clases

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Hacía unos días que Cole ya no asistía a clases.

Todo se me hacía extraño.

El día empezaba a pintarse de gris y mi mente se llenaba de imágenes suyas. No sé qué nos pasó. Llevaba todo el tiempo mirando mi teléfono y claramente la situación había empeorado. Primero, que no podía dejar de pensar en aquel chico de la cazadora negra. Segundo, que Kayla no me había devuelto la conversación. Tercero, que Pixie no la había estado pasando bien y, por último pero no menos importante, que Enara había dejado de ir a la secundaria. Se debía a que estaba molesta con todos nosotros, en especial con mis padres. Sería el primer cumpleaños de muchos que la pasaría sin ellos.

Minutos más tarde, caminé a paso lento y me alisé el cabello con los dedos. A medida que iba recorriendo, sentí un pequeño temblor en todo el cuerpo. Me sentía triste, diferente y muy cansada. Pensé que sería un buen momento para escapar, por no decir deshacerme de toda esta carga emocional. Pero para cuando resoplé, sentí que alguien llamaba a mí atrás haciendo sonar la bocina de su auto. Giré y solté el aire que sostenía.

—Hola, Freya. ¿Te doy un aventón? —Knox sin compañía se refirió a mí como si las cosas irían bien.

¿Cuándo pensaba dejarme tranquila?

—Prefiero caminar, gracias —fruncí el ceño con negatividad.

—Uhm... como quieras —Se frotó el mentón con una sonrisa maquiavélica. Antes de acelerar el paso, él todavía seguía ahí, tras mí en su Maserati, y eso fue tan extraño.

—¿Qué quieres, Knox? —Lo miré con mala cara.

—Por cierto, ¿cómo está tu amigo?

—¿Qu-ué amigo?

—Te hablo del corta venas. Los he visto juntos —me ponía una mirada burlona, pero a su vez, desdeñosa—. ¿Ya sales con él?

Ese idiota me tomó por sorpresa. Vi que de sus ojos salían chispas de odio y es increíble que lo dijera de esa manera. Se las estaba viendo conmigo. Con justa razón, se refería a las carreras de Grace Lane, lugar donde antes estuve, pero él no tenía derecho a cuestionarme.

—No tengo porque darte explicaciones sobre mi vida personal —bufé.

—Vaya, la gatita ya afiló las uñas.

Sin duda, esa fue la última gota que derramó el vaso. En ocasiones tomaba la calma, pero esta vez todo se descontroló. Iba tras mí con su petulancia y reclamos tontos que no venían al caso.

—¡Largo! —espeté.

—¿Por qué estás tan gruñona?

—No es asunto tuyo.

—¿Ah, no? —indagó mostrando sus dientes alineados—. Ya entiendo... estás así porque no lo has vuelto a ver.

—Ya dije que eso no te incumbe.

Bonito Desastre✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora