24- Te haré decirlo

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Aaron:

Huyo tan rápido como puedo. Me siento como alguna clase de cobarde al refugiarme en mi auto, pero no puedo eviarto. Me escabullo dentro y cierro la puerta sólo para darme cuenta segundos después de que los labios me tiemblan con la amenaza de querer sollozar. Apoyo mi frente sobre el volante, completamente derrotado.

¿Qué se supone que debo hacer ahora?

Después de reunir todo este valor para decirle a alguien por primera vez en mi puta vida que lo amo y que al final —aunque indirectamente— me haya mandado la mierda, duele demasiado.

Levanto la cabeza, tragando saliva. Mi mirada se encuentra con un par de ojos negros reflejados en el espejo retrovisor. Suelto un suspiro ahogado al ver que hay un par de lágrimas llenándolos y rápidamente, como si alguien me estuviera viendo, las limpio con el torso de mi mano.

¿Por qué tenía que acabar de esta manera? ¿Por qué no podías simplemente responderme que me amabas también? Un año es suficiente para formar este tipo de sentimientos, ¿no es así?

Abro la puerta del garage con el control remoto y salgo disparado hacia la calle. Ni si quiera me giro a asegurarme de que la puerta se haya cerrado porque me da miedo que él pueda ver la expresión que tengo desde una ventana o algo. Mi orgullo ya ha sido herido lo suficiente con ese "te quiero".
Conduzco hacia el café en el que he quedado con Ja'la con todo mi autocontrol puesto en no pisar demasiado el acelerador. Cuando llego me bajo del auto y me siento en alguna de las mesas consciente de que Ja'la me ha mandado un mensaje diciendo que ya está en camino. Pido un americano y me siento, intentando no pensar demasiado en lo que ha pasado... claro que no lo logro.

Mi mente divaga por mis recuerdos de hace tan sólo unos momentos y me hace escuchar la voz de Stephen repitiendo una y otra y otra vez "Aun es muy pronto para eso, ¿no crees?". Estoy por golpear mi cabeza contra la mesa cuando el mesero llega con mi café. Él lo pone en la mesa con una indiferencia que agradezco y luego se gira sobre sus talones para irse con una sonrisa no del todo sincera hacia quien parecía ser su superior.

Ja'la entra al café poco después. Con el cabello recogido en un chongo alto —seguramente para ocultar que acaba de levantarse—, una camiseta de un equipo de béisbol blanca con franjas rojas que ella y su papá amaban, shorts y tennis blancos con un par de flores rojas a los costados. Me levanto en cuanto me sonríe, la saludo con un beso y le pido que se siente cuando me agarra de la cara para verme más de cerca y me pregunta "¿Qué pasó?" con expresión consternada. Yo sólo soy capaz de tragar saliva.

—¿Qué pasó? —insiste una vez que se ha sentado.

Ni si quiera quiero decirlo. Me paso las manos por el cabello, exasperado. Esto es tan vergonzoso y penoso que incluso decírselo a ella, mi mejor amiga, se me hace difícil.
Ella me mira con expectante preocupación, no sabe qué pensar, pero parece hacerse a la idea de que se trata de Stephen cuando suelta un suave "¿Terminaron?". Yo le digo que no en seguida, aterrándome de tan sólo pensar en la realidad en la que Stephen y yo pudieramos terminar.

Entonces un escalofriante pensamiento se cruza por mi mente: Si se enterara de que lo amo, ¿terminaría conmigo?

Comienzo a sentir ganas de llorar de repente. Ja'la lo nota y se pone blanca de la sorpresa. Sacudo mi cabeza desechando la idea y froto mis ojos con mi mano derecha para quitar cualquier rastro de lágrimas que pudiera haber en ellos. Ja'la estira sus manos por la mesa y alcanza mi mano derecha. Evito mirarla porque sé que tipo de expresión debe estar teniendo en este momento. Ella me acaricia la mano con sus pulgares, como una madre consolando a su hijo, y eso me altera aun más.

Tal vez debimos ir a un lugar más privado.

—¿Qué pasó? —vuelve a insistir, su tono de voz sonando con nerviosismo.

Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora