31- Torpes enamorados.

4.7K 224 119
                                    

Stephen:

Frunzo el ceño con molestia cuando Aaron presiona sus labios contra mi piel con cariño y afecto, pero con poco tacto. Quiere despertarme, probablemente porque hiso el desayuno y quiere que baje a comer, pero yo estoy demasiado cómodo envuelto en nuestras sábanas y en la suavidad de mi almohada como para si quiera abrir los ojos.

-Mmm... -me quejo, intentando inútilmente jalar la sábana hacia arriba para cubrir mi cabeza mientras él la jala hacia abajo para que no lo haga.

-Amor -me llama con voz baja, rozando mi oreja con su respiración caliente y dándome cosquillas con las puntas de su cabello.

-¿Mmm...?

-Tengo algo para ti -anuncia- ¿puedes abrir los ojos por un segundo?

Por un breve momento, cuando escuché "tengo algo para ti", en mi mente se cruzó la imagen de algún juguete sexual, luego recordé que ya no hacemos ese tipo de cosas y me entró curiosidad. Quiero preguntarle qué es porque no quiero abrir mis ojos todavía, pero soy incapaz de soltar cualquier sonido que no sea un quejido por haberme despertado de mi precioso sueño.

Abro los ojos de a poco, parpadeando varias veces para acostumbrarlos a la luz del sol mañanero que se cuela por entre las cortinas de nuestra habitación. Y para cuando soy capaz de distinguir algo más que figuras borrosas, un ramo de coloridas y diversas flores aparece frente a mi debajo de un Aaron con expresión nerviosa.

-¿Y esto? -pregunto atónito al mismo tiempo que tomo el ramo- ¿me olvidé de alguna fecha importante?

-No -responde- Salí a comprar unas pinturas y en mi camino me encontré con que abrieron una florería a unas cuadras de aquí y... -se alza de hombros, como si intentara quitarle importancia a pesar de que me mira con ojos nerviosos y expectantes- sé que es un poco raro porque eres hombre y no sé qué tipo de flores te gustan... -guarda silencio por un momento, como si un pensamiento hubiera cruzado por su cabeza, acaparando toda su atención y luego se golpea la frente con sus mejillas comenzando a colorarse- ...y tampoco sé si te gustan las flores -se lamenta.

Él sigue hablando. Dando argumentos penosos para quitarse el crédito de haberse tomado la molestia de detenerse en la florería a comprarme un ramo que se veía que se había detenido a elegir diversos tipos de flores por -como ha dicho- no saber de qué tipo me gustan. No soy capaz de distinguir el tipo de flores que son, pero son hermosas y si bien las flores me eran indiferentes hasta hace unos segundos, ya no más.

-Me encantan -digo sonriendo, tomando su mano y parando su balbuceo- son muy bonitas. Gracias.

Y no es hasta ese momento en el que suelta aire, llenando su rostro con una sonrisa llena de alivio. Aaron levanta su mano, llevando la mía hacia arriba, donde sus labios me besan suavemente los nudillos en ese bonito hábito suyo que me hace arder las mejillas.

-De nada -sonríe.

¿Por qué eres así?

-¿Qué hora es? -pregunto atontado bajo su mirada azabache.

Él aleja sus labios y se gira en dirección hacia el reloj que no soy capaz de ver por estar perdido en él y su proximidad.

-9:40, ¿por?

-Tengo una reunión con el consejo estudiantil al medio día -bostezo.

Aaron hace una mueca.

-Pero es sábado -replica.

-Pero hay varias cosas que tengo que organizar -niego, sin remedio alguno para la gran cantidad de cosas que tenía pendiente por hacer en el consejo.

Nuestro AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora