Capítulo XXV: Memorias perdidas

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Skylar

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Luego de eso no supo con exactitud qué fue lo que pasó. Todo se tornó confuso. Skylar se levantó de su asiento y el mundo se disolvió a su alrededor, los sonidos, los presentes... Todo fue reducido a un rotundo silencio. Traian intentó detenerla en vano y tras unos segundos pudo escuchar a su abuela llamándola a lo lejos, pero ella ya corría a toda prisa por el pasillo en busca de la habitación de Christian.

—"¡Skylar, no! ¡No puedes estar cerca de él! ¡Es peligroso!" —la voz de Traian llenaba sus pensamientos, haciéndole aún más difícil pensar con claridad.

Tropezó y cayó de bruces contra el suelo. Estaba jadeando y su corazón latía desenfrenado, el sabor metálico de su propia sangre inundó su boca. Se limpió los labios con el dorso de la mano y ni siquiera se inmutó ante la mancha roja que quedó en esta. Se levantó y siguió corriendo a toda velocidad a través de los pasillos de la mansión.

"No puede ser verdad..."

"No puede ser Christian..."

Cuando al fin llegó hasta donde se encontraba su habitación, Skylar se detuvo en seco al toparse con Cloe. La chica estaba sentada en una silla de madera junto a la puerta, tenía un libro sobre el regazo y la mirada perdida, mientras murmuraba en el idioma de los guardianes palabras que parecían entrelazarse unas con otras. Del libro brotaban diminutas chispas de luz dorada mientras esta pasaba el dedo por las líneas de texto sin siquiera verlas, como si las supiera de memoria. Era evidente que se encontraba abstraída en lo que sea que estuviera haciendo, pero al percibir la presencia de Skylar, pareció anclarse a la realidad y se incorporó con rapidez, como si nada.

La mirada de la chica se desvió hacia la mancha de sangre en el dorso de la mano de Skylar.

—Señorita, ¿está bien?

—No... Quiero decir... —comenzó a decir Skylar con la voz entrecortada. Sus manos temblaban y estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano para mantener el control—. Solo necesito verlo un momento. —Pero cuando intentó acercarse para tomar el pomo de la puerta, Cloe se interpuso en su camino.

—Me temo que no puedo permitirlo, señorita —intervino con tranquilidad, pero su cuerpo había cambiado a una postura defensiva—. El señor Gray fue muy explícito acerca de no dejar a nadie entrar ni salir de esta habitación.

La sangre de Skylar comenzó a hervir en sus venas. Por más que intentara mantener la calma no podía evitarlo, estaba fuera de sí misma.

—Cloe, apártate de esa puerta... —gruñó entre dientes.

—No lo haré —Cloe no titubeó, le sostuvo la mirada a Skylar con firmeza, aunque en sus ojos había compasión—. Entiendo que nada de esto debe ser fácil para usted, pero no es seguro para nadie estar cerca del señor West, al menos no hasta que sepamos cómo ayudarlo, y si es que podremos hacerlo.

—Cloe, si no me dejas entrar, tendré que hacerlo por la fuerza. —Skylar podía sentir la metamorfosis latente en sus ojos y no sabía cuánto más podría mantenerse a raya. Su naturaleza híbrida la hacía potencialmente más rápida y fuerte que otros guardianes y nefilim de su edad, si tenía que hacer uso de la fuerza bruta lo haría.

—Tendrá que pasar sobre mí para llegar a esa puerta señorita y créame, si hay algo en lo que soy muy buena, es en mi trabajo.

No había miedo ni vacilación en sus palabras. Aquella chica había recibido entrenamiento durante la mayor parte de su vida, se evidenciaba en su postura y seguridad. Era muy probable que el entrenamiento básico que Skylar había recibido no fuera suficiente para poder evadirla, pero eso no le importaba, no cuando Christian estaba involucrado.

Fuego Celeste © [Disponible en Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora