Capítulo XXIX: Horizonte de sombras

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Skylar

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—Ragnor... Tenemos que llamar a Ragnor y a Raoul para decirles... —Skylar y Traian se encaminaban a toda prisa hacia la biblioteca de cristal en busca de Marion, quien estaba teniendo una reunión con la segunda al mando de Raoul, Freya Campbell.

Luego de que Traian colocase el sello en su mente, la oscuridad que había estado acechándola por fin se había disipado. Trai, por otro lado, se veía agotado. Había invertido una buena cantidad de MDL en el hechizo y eso lo dejó con apenas la energía suficiente para seguirle el paso a Skylar, que de por sí estaba tratando de no dejarlo atrás.

—Aunque lo hiciéramos, lo más probable es que no logren regresar a tiempo. Demorarían al menos una hora en regresar a Gealaí, y para entonces será tarde. Hablaremos con Marion y Freya, lo único que tenemos a nuestro favor es la ventaja que obtuvimos sobre el rey oscuro luego de que entrara en su mente. No están al tanto de que nosotros ya sabemos que vienen hacia acá.

Las enormes puertas de la biblioteca se encontraban abiertas de par en par. La claridad de la luna se filtraba a través de los vidrios de diversos colores que conformaban el hermoso vitral del ángel progenitor de los hijos de la luz. Marion y quien debía ser Freya conversaban en el escritorio de Ragnor. Marion estaba sentada a la cabecera y asentía con diplomacia, pero dejaron de hablar apenas percibieron que ya no se encontraban solas.

—Skylar, Traian, qué oportunos —los saludó Marion, al tiempo que se levantaba de su asiento. Skylar no pudo evitar cierta sorpresa al verla ocupando el lugar de Ragnor en su escritorio—. Permítanme presentarles a Freya Campbell, general de nuestro ejército y regente de Gealaí.

Freya, quien se había encontrado de espaldas a ellos hasta ese momento, se puso de pie. Llevaba una capa aterciopelada color índigo que la cubría casi por completo y una vez que estuvo frente a ellos, hizo para atrás la capucha, descubriendo su rostro.

—Así que esta es la señorita Skylar Garroway, heredera de Andrómeda y el joven Traian Lovewood, aprendiz de la Guardia Real. Dragón y jinete. Es un verdadero placer conocerlos al fin.

Al escuchar la palabra "general" se podría pensar equivocadamente que Freya sería una mujer tosca, cuando en realidad era todo lo contrario. La segunda de Raoul apenas sobrepasaba sus veintitantos y poseía una belleza feroz, que Skylar era capaz de vislumbrar como algo característico en los guardianes. Llevaba el cabello rubio en suaves ondas que apenas rozaban sus hombros y sus ojos amatistas centellaban con astucia.

Podía sentir olas de calor en sus venas al estar cerca de ella. Si bien Freya era poseedora de una indiscutible belleza, aquella mujer guardaba un gran poder. El fuego dentro de Skylar se sentía diferente, como si este pudiera acariciar todo lo que la rodeaba, conectándola de alguna forma con cada uno de los presentes cerca de ella. Era una sensación completamente nueva, no solo debido a su intensidad, sino por el repentino sentimiento de tranquilidad que la envolvió, mientras se permitía explorar aquel sentimiento.

Traian hizo una reverencia en dirección a Freya.

—General, el placer es nuestro.

Antes de que Freya pudiese responder, una expresión de asombro atravesó su rostro. Enarcó una ceja en dirección a Skylar y sonrió.

—Vaya... debo decir que estoy realmente impresionada.

—¿Disculpe? —la interrupción provocó que la sensación de apacible calidez la abandonase de pronto, desconcertándola.

—Eres capaz de sentirlo, ¿no es cierto? La magnitud de las energías que se encuentran a tu alrededor.

—¿Cómo es que...? —Skylar se quedó sin palabras y Trai las observó a ambas, confundido.

Fuego Celeste © [Disponible en Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora