Capítulo XL: "Lo que sea necesario".

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Skylar

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Una vez que estuvieron equipados, Skylar, Traian y Cloe se dirigieron a la azotea a través de otro pasadizo. La Mansión Gray le recordaba al interior de un ser vivo, conectado en su totalidad por puertas y pasajes que enlazaban un extremo con otro.

Cuando Cloe abrió la trampilla que dirigía a la azotea, Skylar se sorprendió enormemente al darse cuenta de que aquella, era la misma que había utilizado la última vez que estuvo ahí. Era como si hubiera más de un camino que pudiera llevarte a un mismo destino, incluso a través de la misma puerta.

El aire gélido impactó contra su rostro con una frescura maravillosa, poco antes de que su cuerpo liberara una serie de corrientes de calor a través de sus venas. La última vez, Traian y ella se sentaron en el borde de la fuente de Géminis, mientras este último le contaba la historia de cómo Ragnor había alcanzado la inmortalidad y la tragedia que se había cernido sobre él y Marion, para luego esfumarse en medio de la oscuridad, dejándola con más preguntas que respuestas.

Skylar alzó la mirada al cielo nocturno, que se extendía sobre sus cabezas como un manto índigo con matices púrpura, bordado con un millar de estrellas. Embelesada, vio cómo la aurora austral bailaba sobre sus cabezas, apenas sorprendiéndose cuando sus ojos ardieron ligeramente, dándole paso a sus sentidos mucho más finos como guardiana.

Al concentrar toda su atención en la aurora, pudo detallar cómo esta parecía envolver Gealaí, danzando a su alrededor como llamaradas alegres y vibrantes, verdes, turquesas, doradas, violetas y celestes. Fue entonces cuando comprendió que las luces del cielo eran una manifestación del poder del fuego celeste, y no solo eso, sino que se trataba de la mismísima cúspide de la cúpula. Su corazón dio un salto en su pecho. Saber que aquellas luces ancestrales provenían del poder original de Andrómeda, provocaba en Skylar una sensación de resguardo y algo más, algo que no podía describir con palabras.

Aquella reina de antaño le había legado protección y seguridad a su pueblo. Ver la manifestación de su poder viva después de tantos siglos, hacía que el fuego en su interior crepitase con fuerza.

Una punzada de dolor en la sien la tomó desprevenida, apartándola de sus pensamientos justo cuando una serie de rugidos de guerra resonaron en el aire, haciéndolo vibrar y provocando que su piel se erizara por completo. Corrió hacia la barandilla que separaba la azotea del vacío y quedó maravillada con lo que vieron sus ojos. Eran guardianes, docenas de ellos, imponentes y magníficos, abrazando el aire con sus poderosas alas al tiempo que se dirigían en grupos a unos puntos específicos ubicados en los límites de la cúpula. Algunos transportaban jinetes de dragón en sus espaldas, la plata y el acero relucían bajo las luces del cielo. A su lado, Traian y Cloe también se habían acercado para ver lo que estaba sucediendo.

—Se dirigen a las torres de los perímetros —comenzó a decir Traian—. Son la primera línea.

Skylar tuvo que agudizar sus sentidos para poder distinguir las torres a las que Traian había hecho alusión. En efecto, cuatro altas torres se erigían en perfecta alineación con los cuatro puntos cardinales, de manera circundante alrededor de Gealaí. Las torres perimetrales no parecían ser el resultado de una obra humana, sino algo mucho más antiguo, que posteriormente sería pulido por la mano del hombre, como un trozo de mármol natural convertido en una escultura. Cada una parecía haber sido tallada en roca de montaña, dando la impresión de haber estado ahí desde la creación.

Las piezas encajaron tan rápidamente en su cabeza, que Skylar apenas pudo controlar la emoción de sus palabras cuando estas salieron de su boca:

—Oh, por Dios... Era una montaña, ¿cierto? Gealaí...

Fuego Celeste © [Disponible en Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora