Capítulo XXXIX: Probabilidades

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Marion

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—¿¡Que ustedes hicieron, qué!? —inquirió Freya. Estaba furiosa, pero sobre todo incrédula. Marion entendía sus motivos, pues compartía muchos de ellos y lo cierto es que incluso a ella misma le costaba creer que hubiera accedido al plan propuesto por Skylar y Traian. Sin embargo, ella sabía que era la mejor opción que tenían.

Antiguos de todo el mundo, incluyendo a los que se encontraban dentro de Gealaí y la Ciudad de Luz, fallecieron a raíz de un tipo de magia corrupta de la que no se tuvo incidencias desde 1945 y si bien era un hecho abiertamente conocido que las cúpulas de contención ya habían fallado en el pasado, jamás ocurrió de manera simultánea.

Gréine y Gealaí se diferenciaban de Losalfar debido a que esta última, también conocida como la Ciudad de Luz, había sido erigida con magia, mientras que las Bases Norte y Sur eran tan antiguas como la Tierra misma. Es por esta razón que, aunque la Ciudad de Luz sufrió una invasión hacía casi dieciocho años, esta no implicó mayores complicaciones para los nefilim, puesto que su ubicación era cambiante y prácticamente indetectable.

Por otro lado, Gréine y Gealaí dependían de la magia de las cúpulas para permanecer ocultas de los seres oscuros y de la humanidad, puesto que su ubicación era invariable, un secreto celosamente guardado para garantizar su seguridad y la de sus habitantes, hasta ahora. Era por esta precisa razón, que la situación actual, con Gealaí encontrándose sitiada por una horda de oscuros, resultaba tan apremiante.

Aun cuando ella misma no alcanzaba a comprender el don del fuego celeste en su totalidad, era innegable que Skylar y Traian habían logrado algo extraordinario. Juntos, extendieron una poderosa salvaguarda que impregnó la mansión justo a tiempo, salvando la vida de los centenarios que fortuitamente se encontraron en su interior. Skylar no había empleado su propia magia hasta ese momento y Marion tuvo la oportunidad de presenciar la primera manifestación de su poder. Jamás, en todos sus años, había visto nada parecido. Al confiarles esta misión quizás podrían salvar muchas más vidas.

—Freya... —comenzó a decir Charles con voz cuidadosa, claramente queriendo apaciguar a su compañera y apartando a Marion de sus pensamientos.

—No, Charles. Es una niña, ambos lo son y acaban de enviarlos al frente de batalla. ¿¡En qué diablos pensaban!?

—General Campbell, entiendo su posición, pero no habríamos enviado a Skylar Garroway y Traian Lovewood al frente sin haberlo sopesado antes. Sufrimos bajas aun encontrándonos bajo la cúpula y nuestro número es reducido. Ningún hijo de la luz de Losalfar atenderá al llamado y no tenemos tiempo —respondió Raoul con su habitual tono de voz pausado.

Raoul y Ragnor habían regresado con Zafrina, quien ya se encontraba consciente, pero apenas podía mantenerse en pie. La posesión de Carsten dejó su cuerpo muy debilitado, por lo que Ragnor la llevó hasta su habitación para que un sanador pudiera ayudarla a reponerse. La idea no pareció entusiasmar mucho a la guarda de Ragnor, pero finalmente había aceptado su escolta.

—Freya, entiendo mejor que nadie los riesgos que esto implica, pero la realidad es que la horda nos supera con creces. Estamos hablando de al menos cien a uno —comenzó a decir Marion, dando un paso al frente—. Skylar y Traian lograron impregnar la casa con un hechizo que nos aisló de lo que sea que haya acabado con nuestros ancianos y centenarios...

—Sí, pero enviarlos a los límites de la cúpula siguiendo una corazonada no es un plan, es prácticamente un suicidio. —Freya estrelló su puño contra la mesa y todos los instrumentos colocados sobre el mapa de Gealaí se tambalearon.

Como dándose cuenta de que estaba perdiendo el control, la mano derecha de Raoul inspiró profundamente y se dejó caer en la silla más cercana apretándose las sienes.

Fuego Celeste © [Disponible en Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora