Capitulo XXII: Emergunt

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Skylar

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Un espeso vacío la envolvía. Se sentía sofocada, perdida...

Se encontraba recostada contra una pared y el frío se extendía por cada centímetro de su cuerpo. Trató de moverse, pero su esfuerzo fue en vano. Sus manos estaban sujetas con ajustados grilletes de hierro que tintineaban cada vez que intentaba efectuar algún movimiento.

Tic, tac.

En el fondo, un reloj comenzó a llenar el silencio con su compás.

"¿Qué hago aquí?".

Tic, tac.

"Yo no debería estar aquí...".

Tic, tac.

"¿Dónde... está ella?".

Una puerta se abrió ante sus ojos y una luz fantasmal se filtró a través de esta, inundando el frío agujero en el que se encontraba. Skylar ahogó un grito cuando una figura encapuchada de negro apareció frente a ella. Sus ropas estaban empapadas de un líquido espeso que goteaba y manchaba el suelo de piedra bajo sus pies desnudos. Sangre, un olor a putrefacción invadió el aire y Skylar estuvo a punto de vaciar el contenido de su estómago.

Aquella figura no estaba sola, llevaba algo consigo. En un principio creyó que era una especie de saco, pero luego se percató de que lo que sostenía en sus manos era cabello, cuero cabelludo humano. Las hebras doradas se encontraban raídas y apelmazadas, como si hubieran sido peinadas con sangre. Aquel ser jugaba con el cabello entre sus dedos, como si se tratara de un preciado objeto.

Mi dulce, dulce Skylar... Sin ti no puedo obtener lo que deseo —gruñó el ser encapuchado, con una voz cantarina que difícilmente podría identificar como masculina o femenina. Era como si las palabras fueran lijas contra sus cuerdas vocales. Tras emitir un sonido entrecortado que más tarde Skylar asociaría con una risa maquiavélica, arrojó hacia ella la maraña de cabellos, que cayó a escasos centímetros de donde se encontraba. Skylar apenas pudo removerse y la sangre negruzca manchó sus pies—. Las necesito a ambas.

El ser comenzó a acercarse a ella con una rapidez sobrehumana y Skylar trató de alejarse, pero una vez más sus esfuerzos fueron inútiles, las cadenas no se lo permitían. Comenzó a gritar desesperadamente, pero de algún modo sabía que nadie podría escucharla. Estaba sola... con él. Aquel monstruo se abalanzó sobre ella y colocó una mano cadavérica sobre su boca para amortiguar sus gritos.

Se sentó a horcajadas sobre su vientre, inmovilizándola en el suelo y acercó su boca al oído de ella. Su aliento olía a muerte, gélido contra la piel de su rostro. Skylar recurrió a la metamorfosis y permitió que sus uñas se alargaran hasta transformarse en garras y trató de malograr a su atacante empleando toda su fuerza. Pero no tenía caso, él era mucho más fuerte que ella. Sus vanos intentos de alejarlo parecieron divertirlo y cuando volvió a hablar, sus palabras fueron suaves... Aun así, Skylar no pudo reprimir un escalofrío.

Tu tiempo se agota pequeña híbrida. Solo tú puedes evitar este derramamiento de sangre... Entrégate a mí y los dejaré vivir.

❄️

Cuando Skylar abrió los ojos, tardó unos segundos en despojarse de la sensación asfixiante que había dejado en su pecho aquella visión o pesadilla.

Ya ni siquiera sabía cómo llamarlo. Había sido muy real, demasiado real para tratarse de un simple sueño.

Tenía la frente empapada de sudor y el cabello se le adhería a las sienes. Frenética, buscó con la mirada a la figura encapuchada, pero solo se encontró con los rostros preocupados de Marion y Ragnor. Aún se encontraba en la habitación de Traian y este último la observaba desde el marco de la puerta con el rostro rígido.

Fuego Celeste © [Disponible en Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora