Capítulo LIV: El grito de las flores

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Skylar

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En el punto más alto de la cúpula de contención, podía escuchar la magia gritando. No se trataba de un grito humano, ni tampoco animal... Correspondía más al tipo de sufrimiento que creerías posible escuchar en el seno de la naturaleza siendo violentada. Las flores siendo arrancadas, los árboles al ser cortados, las montañas perdiendo poder. Todo aquello que debería tener un lugar perenne en el mundo, interrumpido. Su belleza destruida antes de tiempo.

A sus pies, el mundo se convirtió en un río negro y espeso, de formas vivas que se retorcían, reptaban y rugían mientras destruían todo a su paso. Ni siquiera era capaz de distinguir la nieve que antes cubría el suelo, solo había negro, gris y algunos destellos de rojo.

Los peones trepaban por los muros de las casas vacías de los guardianes, arrancando las piedras con sus garras, abriendo agujeros en sus tejados. Las torres de los perímetros también habían sido abandonadas y las arpías se posaban sobre estas, arrojando chillidos triunfantes mientras más peones seguían ingresando al pueblo fantasma en que se había convertido Gealaí.

Más allá, en el epicentro, la mansión seguía intacta por el momento. Skylar podía distinguir a los guardianes e hijos de la luz atendiendo a sus heridos. Quienes aún podían mantenerse en pie y sostener una espada, se hallaban distribuidos alrededor de la verja de hierro que cercaba a la mansión. Una fina membrana dorada con destellos de filamentos color esmeralda recubría la zona como un campo de fuerza, una cúpula a menor escala. Las bestias rugían y babeaban manteniendo cierta distancia, esperando por alguna señal que les diera a entender que podían atacar.

Los gritos de la cúpula atravesaban a Skylar como lanzas, como si aquel dolor también le perteneciera. Cada vez le costaba más trabajo mantenerse consciente del mundo a través del dolor. En el abismo todo era hielo y oscuridad, pero al tratar de abrirse paso por la grieta de su subconsciente, sentía que estaba siendo desollada viva. El frío inclemente ya no solo la quemaba, sino que la estaba consumiendo.

Las luces danzaban en torno a ella. Una vez más, creyó distinguir siluetas conocidas a través de sus matices, pero era como intentar recuperar una moneda en el fondo del mar: podía captar sus destellos, pero la superficie distorsionaba las imágenes, tanto que era imposible rescatar sus detalles. No obstante, hubo una en particular que captó su atención, una forma que pudo reconocer aun a través del velo de la aurora. La imagen de una mariposa azul, del mismo azul celeste de sus alas y el fuego en su interior, el mismo destello de luz que le había traído la voz de Andrómeda. Las palabras inundaron sus pensamientos: "Donde las luces bailan junto a las estrellas... El poder de la reina reposa a la espera".

La pequeña criatura planeaba a través de los colores de la aurora y al verla, Skylar sintió a sus alas lanzar una llamarada.

"El poder de la reina reposa a la espera...".

Guiada por un presentimiento, decidió seguirla, adentrándose cada vez más en la profundidad tornasolada de aquel mundo flotante. Pero la mariposa parecía alejarse de ella. Mientras más se adentraba en la aurora, los gritos que emitía la cúpula al venirse abajo se volvían cada vez más suplicantes. Ahí donde estaba, el mundo real a sus pies y el inmaterial a su alrededor, daban la impresión de haberse convertido en uno solo.

"No te vayas...", le rogó, aunque no fue capaz de exteriorizar las palabras.

El dolor llegó a un punto crítico, estaba segura de que no lo lograría. Cada movimiento la hacía sentir que su cuerpo estaba partiéndose en pedazos, pedazos que se desprendían de ella, al igual que los fragmentos caídos de la cúpula. Se perdió a sí misma en el dolor a tal punto, que no se percató de que la mariposa se encontraba ahora frente a ella, revoloteando con curiosidad a un suspiro de su rostro. De cerca, pudo reparar en que estaba hecha de fuego y luz; con cada batir de alas arrojaba pequeñas chispas azules que se disolvían en el aire.

Fuego Celeste © [Disponible en Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora