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-Dejame a mí, yo las levanto.

Todos los días me gusta quedarme después de clases para levantar las sillas y juntar los papeles que los sucios de mis compañeros dejaron tirados por el piso. No tengo ninguna obligación de hacerlo, pero como delegada de mi curso me gustaba ayudar en lo que fuera posible y asegurarme de los chicos de la tarde recibieran el aula tal y como nosotros la recibimos por la mañana.

Habitualmente Sadie se queda conmigo a hacerme el aguante y me ayuda. Por otro lado Finn, en sus casi tres años de secundaria jamás lo había hecho.

Sin embargo hoy estaba ayudando a acomodar sillas con nosotras.

-¿Qué diablos te picó? -le preguntó Sadie.

Finn se río con la sonrisa que había aprendido a hacer con el paso de los años, pero mi amiga era inmune a esa sonrisa. Yo en cambio...

-Quiero ayudar... ¿Cuál es el problema?

-Tu nunca ayudas. -le recriminé- De echo, eres de los que ensucian. Seguro que este asqueroso papel lo tiraste tu.

Y es que los chicos son de jugar a tirarse bollos de papel mojados con baba utilizando el estuche de las lapiceras como servatana.

-La gente cambia.

-No sé que diablos pretendes demostrar, pero no funcionará. -le advertí.

-Persevera y vencerás.

No estaba segura de que la frase que mi vecino soltó sea correcta del todo, podía jurar que era de otra forma. Sin embargo, era una declaración de guerra. No estaba del todo segura de cual sería el galardón.

Así que volvíamos al frente.

Vecinos & Ene(A)migos ||FillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora