Me empujó hacia la cama con ferocidad. Yo estaba asustada, mi corazón latía como nunca, mis manos temblaban un poco pero eso no paraba el deseo de sentir el placer lujurioso del que solo había escuchado hablar.
Estaba sobre mí, sus piernas hacia mis costados me encerraban en la cárcel a la cual yo había querido pertenecer. Mientras nuestros labios se compartían y solo pensaba: ¿Qué estás haciendo?
Y ahí todas mis emociones se convirtieron en culpabilidad. Estás traicionando a tu hermana. Me quedé inmóvil y entonces sus ojos, los ojos que siempre me habían visto y yo ignoraba, sabía algo estaba mal.¿Qué sucede?- Preguntó y su respiración agitada golpeaba mi cara.
-No puedo hacer esto. - Negué con la cabeza y el solo me sonrió.
-Está bien si no quieres. - Se quitó de sobre mí y se sentó a un lado de la cama. Él fingía que no pasaba nada, que lo tomaba bien pero yo sabía que no era así.
-No es que no quiera. Es que no puedo.
Volví a golpear mi frente por tercera vez, fui tan estúpida. ¿Cómo no pude hacerlo? ¿Cómo la chica que vive tocándose cada vez que puede no tuvo el valor para hacerlo con su cuñado?
-¿Dónde estabas? -Preguntó mi hermanastra al entrar a la habitación. "Estaba con tu novio" pensé, pero no lo dije.
-Estaba en la biblioteca ¿Por qué, estás en tu papel de buena hermana? - Sonreí de solo pensar en la reacción de Carol si tan solo supiera la verdad.
- Ah, la biblioteca. Pensé que saldrías con tu novio... Verdad que no tienes porque a nadie le interesa las ratas de biblioteca.
-Es más que obvio que la gente prefiere a las putas de esquina como tú. -Me levanté de la cama y le abrí la puerta.
-Eso tú más que nadie lo sabes, querida Gabriela. No vemos esta noche en la cena, recuerda que la tienes que hacer porque está noche vienen las hermanas de tu madre.
-Pero eso te tocaba a ti.
-Sí, pero ahora te dejo esa tarea. -Se puso sus lentes de corazón y salió de casa con el resto de perras, digo sus amigas.
Y yo por fin quedé sola en casa, tenía la libertad para hacer lo que quisiera.
Cerré la puerta de la habitación con seguro y tomé la llave y la coloqué en una caja dentro del buró. Entré al baño, no sé la razón, pero siempre fue mi parte favorita de casa.Me quité el vestido que llevaba y después mi ropa interior, entre a la ducha y pegué mi espalda a la fría pared y me deslicé en ella hasta llegar al suelo. Cerré los ojos, abrí mis piernas y empecé a pensar en Damien, acaricié mi pierna izquierda desde la parte exterior a la interior hasta llegar a mi vagina, está un poco mojada entonces en ese momento empecé a tocar mi clítoris de arriba hacia abajo y en círculos lentamente, pero después fui haciéndolo más rápido y más rápido haciendo que encogiera los dedos de los pies por el placer, podía escuchar mi respiración agitada y mordía mis labios para no gemir porque no me gustaba.
Me encanta tocarme, pero sigo pensando que necesito algo más, ya con mis dedos no me es suficiente y es por esa razón que salgo con Damien el novio de mi hermanastra.
Levanté mi mano y mis dedos estaban cubiertos de mis fluidos, los estiraba entre mis dedos hasta quedarme hipnotizada en eso, después me levanté y salí desnuda del baño, fui al cajón dónde tengo mis accesorios y tomé un cepillo de dientes eléctrico que había comprado y volví al baño.
Tomé una toalla húmeda, la puse sobre el cepillo para ponerle mi gel de baño favorito, lo encendí y acaricié mi clítoris con el, levanté mi pierna y apoyé un pie en la pared y otro en el suelo para penetrarme no muy profundamente con el cepillo que vibraba. Mi boca se abrió como automáticamente y los gemidos se escapaban de mí, lo odiaba, pero no podía resistirme.
Cuando fue suficiente para mí, todo volvió a su lugar y yo continué mi ducha como siempre.

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Mi Otra Yo
Ficção AdolescenteConmigo se confirma el dicho de "Las apariencias engañan" pues soy una chica tranquila hasta que la puerta de mi habitación se cierra.