Capítulo 52...

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¡Tiene cáncer! ¡Está muriendo! ¡Le quedan pocos meses de vida! ¡Quiere verte! ¡Tiene cáncer! ¡Se muere! ¡Está sufriendo!.

Es lo que se repite una y otra vez en mi cabeza. Son las dos de la madrugada y aún no he conseguido dormirme.

Miles de recuerdo asaltan mi mente, momentos felices de cuando mi padre estaba vivo, de cuando todo era alegría junto a mi madre, de cuando ella sonreía, su sonrisa que siempre había logrado ahuyentar todos mis miedo, de cuando me abrazaba cada vez que caí cuando jugaba en el jardín, de cuando preparaba mi postre favorito, y me daba la rebanada más grande que al terminarla de comer siempre lamía el plato mientras que ella sonreía satisfecha.

O cuando íbamos a visitar a la abuela al campo. Recuerdo la cara de susto que siempre ponía cuando papá intentaba enseñarme a montar a caballo, papá siempre trataba de tranquilizarla diciéndole que me tenía bien sujeta, pero aún así ella no lograba calmarse sino hasta que me veía bajar del caballo.

Un sollozo involuntario sale de mi garganta y es cuando me doy cuenta de que estoy llorando, paso el dorso de mi mano para secar las lágrimas que corren por mis mejillas, sin embargo, es tarea inútil porque nuevas lágrimas sustituyen las que he secado.

—Amor, tienes que descansar—Me dice Edward que luego de la visita de mi supuesta hermana no ha querido separarse de mí, coloca una mano en mi hombro y lo acaricia de arriba abajo.

Me giró en la cama quedando nuestros rostros frente a frente.

—¿Pensé que estabas dormido?—Digo.

—No, no lo estoy. Solo no quería molestarte, se que necesitas pensar en lo que te dijo tu hermana...

—¿Por qué estás tan seguro de que es mi hermana?—Lo interrumpo.

—Son idénticas, excepto por el color de pelo. —Dice acariciando mi rostro y tomando un mechón de mi pelo entre sus dedos—Cualquiera lo puedo notar. Pero no quiero que pienses en eso ahora, quiero que intentes dormir, mañana será otro día y podrás pensar las cosas con más claridad.

—Se está muriendo—Digo ahogando un sollozo.

—Lo sé—Dice Edward tomando mi brazo y jalándome hasta hacerme quedar encima de él.

Su mano sube y baja por mi espalda, haciendo que con ese gesto me tranquilice.

—¿Quieres ir a verla?—Pregunta Edward después de unos minutos.

—No lo sé. ¿Crees que debería hacerlo?—Le pregunto.

—Si te soy sincero. Creo que sí, sé que te hizo mucho daño en el pasado pero si no eres capaz de perdonarla ahora, entonces tu no podrás perdonarte el hecho de no haberla perdonado, y ese sentimiento de que debiste hacerlo y no lo hiciste te perseguirá el resto de tu vida, y no te dejará ser feliz.

—Tienes razón, pero aún no me siento preparada para enfrentarme a ella—Digo expulsando un suspiro.

—No estoy diciendo que vayas y te presentes mañana, pero si es verdad que está muriendo como dijo tu hermana, debes de hacerlo lo más pronto posible, quizás si lo pospone demasiado a lo mejor sea tarde.

—Ya te he dicho cuanto te amo.

—Hmmmm creo que hoy no te lo he escuchado decir mucho.

—Te amo.

—Yo te amo más, pero es tiempo de descansar.

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