Volver a amar "Segundas Oportunidades 1"

Capítulo 55

Narra Tereza...

Lo sabía. Sabía que nada bueno saldría de esa cena, en el momento en que la vi entrar a la cocina, algo me decía que debía salir de allí. Pero ¿Cómo le hacía eso a Julia, cuando se había comportado de maravilla conmigo? No. no podía, además, yo soy una mujer adulta y como tal debo comportarme.

Respiro profundo y trato de calmarme, pero no es tan fácil como lo había pensado, sobre todo al enterarme de que ella aún sigue viviendo con él. ¿Por qué me lo ocultó? ¿Acaso pensaba decírmelo? Sea cuál sea su razón, me duele que lo haya hecho, entre nosotros no hay secretos, al menos de mi parte.

Lo que me tiene enojada, no es el hecho de tenga a Sofía viviendo con ellos. Lo que me molesta es que me lo haya ocultado y que encima de todo se atreviera a alzarme la voz frente a su abuela sin ninguna razón. Es...

—Tereza. Hablemos—Entra en la habitación cerrando la puerta detrás de él.

—Ahora no estoy de humor—Digo girándome hacía él.

—Perdóname, no debí hablarte de esa manera—Dice y veo arrepentimiento en su mirada, pero que ni crea que será tan fácil.

—No. No debiste. Aún no entiendo porque lo hiciste ¿Me lo puedes explicar?

—Será mejor que olvidemos lo que pasó está noche—Dice acercándose hacía mi y envolviéndome en sus brazos.

Coloco mi mano en su pecho y lo empujo alejándolo de mi, a lo que él reacciona sorprendido.

—No lo puedo olvidar. El tiempo que llevo conociéndote nunca te he visto reaccionar de la manera en la que lo hiciste hoy. Es por eso que quiero saber ¿Qué que te llevó a actuar de esa forma?—Pregunta.

—Por favor olvidemos eso—Dice mientras intenta acercarse a mi nuevamente.

—Si no quieres decirme que fue lo que pasó, será mejor que lo medites está noche y mañana hablamos—Digo alejándome de él.

—Tereza, por favor, no me hagas esto, estás actuando de forma inmadura.

—Ja. Inmadura yo. Primero me mientes ocultándome que Sofía sigue viviendo contigo. Luego me gritas y me tratas como a una muñeca sin voz ni voto sacándome de tu casa de una forma grosera. ¡Te pido una explicación y no me la das!. Y la inmadura soy yo. Por favor Edward será mejor que salga de mi habitación, estoy muy cansada y quiero descansar. Buenas noches—Me despido dirigiéndome hacía el baño sin esperar repuesta, dejándolo de pie en medio de la habitación.

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Me despierto como cada mañana para irme a trabajar, aunque creo que despertarse no es el término correcto, pues no dormí nada anoche.

Discutir con Edward me afecto bastante y me pasé toda la noche dando vueltas en mi cama, es que me he acostumbrado a su calor, a dormir entre sus brazos. Quizás mi reacción fue exagerada, pero estaba muy enojada. Me mintió. No me dijo que Sofía seguía en su casa. Puede que él solo la vea como a una amiga, pero ella no lo ve igual y él no quiere aceptarlo. Tal vez solo sean celos, sé que debo confiar en él, sin embargo hay momentos en los que me pregunto que hace un chico como él, joven y apuesto, con una mujer como yo. Esa es mi inseguridad. No debería sentirla porque me ha demostrado una y otras vez que me ama, pero ¿Qué hago?.

Luego de ducharme y vestirme bajo a desayunar.

Al ver a Bertha, recuerdo que ella también nos acompañaba anoche ¿En qué se habrá venido?

—¡Buenos días, Bertha! Lamento el haberte dejado tirada anoche, no estaba pensando con claridad—Digo en tono triste, arrepentida.

—No se preocupe. Entiendo. Yo tomé un taxi—Dice con una cálida sonrisa

—De verdad que lo siento muchísimo, soy una mala persona—Digo haciendo un puchero con los labios.

—Ya le dije, tranquila, para mí no fue ningún problema.—Me sonríe tratando de darme ánimo.

—¡Buenos días!—Saluda Edward interrumpiendo en la cocina, al parecer no fui la única que tuvo una mala noche.

—¡Buenos días, joven Edward!—Contesta Bertha—¿Va a desayunar?—Pregunta.

—Sí, por favor.

Después de los quince minutos más largos e incómodo de mi vida, me levanto para irme al trabajo.

—Nos vamos—Digo a Edward sin mirarlo. Es infantil de mi parte actual de esa manera, pero aún estoy molesta.

Toma la servilleta, se limpia la boca, para luego levantarse de la silla.

—Señora, pero ni siquiera ha probado bocado—Dice Bertha cuando me ve saliendo de la cocina.

—No tengo hambre.

—Aún así deberías comer algo—Dice Edward. Levanto mi cabeza para encontrarme con unos ojos tristes y ojerosos. En lo que va de mañana, es la primera vez en la que le miro directamente a él, y la sensación que se instala en mi pecho, no me agrada.

—Está bien—Digo apartando mi mirada de él y dirigiéndome a la mesa para tomar una manzana—Con esto será suficiente. Podemos irnos.

De camino a la empresa nos sumergimos en un incomodo silencio una vez más.

Llegamos, y cuando voy a salir del vehículo, su voz me detiene.

—¿No me vas a dirigir la palabra nunca más?—Me pregunta y puedo sentir la tristeza en su voz.

—Hablamos más tarde, ahora tengo que trabajar—Me inclino hacia delante y dejo un beso en su mejilla antes de salir del auto.

—Está bien—Acepta—Cuando vayas a salir me llamas y pasaré por ti, ahora tengo que ir a casa a resolver unos asuntos.

—Bien. Adiós.

Entro al Edificio, dirigiéndome a los ascensores, encontrándome con Clara.

—Por la cara que traes me atrevo a decir que la cena de anoche no salió bien.

—Y que lo digas.

—¿Quieres contarme?

—Más tarde. Almorzamos juntas.

—Por supuesto.

El ascensor para en nuestro piso y cada una se marcha a su oficina. Al pasar por la mía saludo a Johanna, èsta me pone al día con mi agenda.

Dos horas más tarde tocan a mi puerta.

—Pase.

—¡Señora Roberts! Hay alguien que quiere hablar con usted.

—Conmigo. ¿Quién es?

—No me quiso dar su nombre, solo me dijo que es muy importante.

—Hazlo pasar entonces.

Un minuto después vuelven a tocar mi puerta.

—Adelante.

Siento como empujan la puerta y una silueta aparece ante mis ojos.

—Tú—Siento como mi enojo vuelve a resurgir.