—¡No puedo creer que me hayas convencido para que viniera a este lugar! —me quejo al atravesar el establecimiento lleno de luces de neón con música bastante ruidosa para mi gusto. ¡Creo que enloqueceré con tanto ruido! Ha pasado mucho desde que estuve en un sitio como este.
—Si quieres conseguir un amante, este es el mejor lugar —resopla, toma mi mano para guiarnos hasta la barra.
«Sal de aquí ahora que estás a tiempo».
—Sí, pero no tienes que gritar. ¿Pretendes que todo el club se entere que hace siete años no tengo sexo? —Me acerco a su oído, le reprendo su indiscreción.
—No —ríe—. Claro que no. Solo quiero ayudarte, quiero que te diviertas, como en los viejos tiempo. —Al ver tanto entusiasmo de su parte, me comprometo a alejar mi aprensión hacia al lugar y a tratar de divertirme con mi mejor amiga.
—¿Qué tal ese musculoso que está por ahí? —añade cuando estamos sentadas en la zona VIP con nuestras bebidas en las manos.
—¡No! —grito horrorizada—. ¡Ese hombre acabaría conmigo en un solo asalto! —Lo miro con detenimiento. ¿Acaso se ha vuelto loca? Me estremezco cuando veo que a pesar de la distancia, las venas de su cuello sobresalen.
—Tienes razón. —Suelta una carcajada—. Lo siento, creo que es fisiculturista, esos músculos no son normales. ¿Qué tal aquel? —Vuelve a preguntar pasado un rato.
—Yo acabaría con él —bufo. Es tan delgado que en cualquier momento podría desaparecer.
—Ese. —Señala a uno sentado a dos mesas de nosotras que no nos ha quitado sus ojos de encima desde que hemos llegamos. Alza su copa en nuestra dirección al ver que le observamos.
Niego. Hago una mueca al ver mi vaso vacío.
—Si seguimos así, la misión de conseguir amante la tendremos que abortar —dice resignada—. A todos les encuentra un pero, alguien está muy exigente hoy. —Golpea mi costado con su codo.
—Lo mejor será volver a casa —determino—. Recuerda que te toca conducir y creo que estás tomando demasiado —musito un poco hastiada de la situación. Lo de divertirse no funcionó.
—¡Quedémonos un poco más! —pide—. Si termino borracha, podemos llamar un taxi. Además, mañana es sábado, no tendremos que trabajar.
—¡Clara, por favor! Es suficiente por hoy, otro día seguimos con esto. —En realidad lo dudo, pero ella no tiene por qué saberlo ahora—. Me quiero ir —exijo al ponerme de pie, cogí mi bolso en el proceso.
—¿Ves por qué debes conseguirte un amante pronto? Eres una aguafiestas. —Se levanta de mala gana—. Está bien, vámonos, de toda forma mañana tengo que madrugar, tengo que ir de excursión con Iván y los chicos. ¿Quieres venir con nosotros?
—No, prefiero quedarme en casa. —Por más que quisiera, me niego, ellos necesitan tiempo a solas como familia.
—Sabes que los chicos me preguntarán por ti, ¿verdad? —Me observa interrogante.
—Lo sé. No quiero sentirme como una intrusa —admito con pesar cuando hemos llegado al estacionamiento.
—¿Cuántas veces tendré que repetirte que no lo eres? —regaña—. Eres de la familia, Tereza, los niños e Iván te adoran, van a sentirse decepcionados cuando no te vean.
Josh y Kevin son dos niños adorables, los quiero como si fuesen mis propios hijos, aquellos que no he podido tener, y que quizás nunca llegue a hacerlo. Sé que el sentimiento es mutuo. Sin embargo, en esta ocasión no quiero importunarlos, por así decirlo. Es lo que le hago ver a Clara antes de dejarme en casa.
—Nos vemos el lunes —se despide no muy contenta al no querer acompañarla.
—¡Que se diviertan! —le deseo, para luego ver cómo desaparece al doblar la esquina.
En casa me dispongo a darme una ducha y a dormir. Parece que buscar un amante es más difícil de lo que pensé. Sonrío ante ese pensamiento. «¡Estoy exhausta! Dormiré una semana completa. Intentaré no volver hacerle caso a Clara la próxima vez que se le ocurra esa clase de ideas, como conseguirme un amante. Aunque siempre digo lo mismo e igual termino envuelta en sus planes».
Cuando me dispongo a meterme al baño para tomar mi ducha, llaman a mi puerta.
—Señora Roberts, ¿podemos hablar? —grita Bertha desde fuera de la habitación.
Abro la puerta para responderle.
—¿Ahora, Bertha? ¿No crees que es un poco tarde? —Reviso el reloj de mi mesa de noche.
—Sí, pero es muy importante lo que tengo que decirle. —Juega con sus manos de manera nerviosa.
—Estoy un poco cansada, no creo que pueda prestarte toda la atención que mereces. ¿Crees que podemos dejarlo para mañana? —suplico. Un bostezo involuntario sale de mi boca.
—Está bien. —Noto resignación en su tono—. Hablaremos mañana. ¡Qué descanse! ¡Buenas noches!
—Igual tú, Bertha, ¡buenas noches! —Cierro la puerta.
Me ducho y me coloco mi ropa interior, ya que no acostumbro a dormir con pijamas. Me introduzco en mi cama y me arropo con la sabana hasta la barbilla. Cinco minutos después, siento mis ojos pesados, las acciones de este día pasan como una película por mi mente, hasta que me rindo en los brazos de Morfeo

ESTÁS LEYENDO
Volver a amar "Segundas Oportunidades 1"
Literatura FemininaPrimera entrega de la bilogía "Segundas oportunidades" Una exitosa empresaria, se enfrenta al pasado cuando revive sentimientos que nunca pensó volver a tener. Tereza Roberts quedó viuda muy joven, haciéndose cargo desde entonces de una cadena de...