Capitulo 40...

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Narra Tereza...

Sé que mi reciente actitud hacia Edward lo tiene un poco confundido, primero le rechazo y a la mañana siguiente le beso frente a todos mis empleados. Es algo que ni yo misma logró comprender.

Después del sueño que he tenido anoche con Marcos, todo ha quedado claro para mí, no voy a ocultar lo que siento. Lo amo aunque no esté lista para decírselo.

No me importa la opinión de nadie, estoy decidida a darle, y darme una oportunidad de ser feliz junto a un hombre que no es Marcos.

Cuando entro al elevador junto a William veo su cara de desconcierto, se qué querrá respuesta a lo que vio a pesar de que no tiene ningún derecho a recibirla. Sin embargo, yo estoy encantada de dársela, no quiero ocultarme más.

No tengo miedo de mis sentimientos, ahora puedo decir con plena libertad, y sin miedo hacer juzgada que estoy enamorada de Edward Samz, un joven al cual le llevo 6 años de edad.

—¡Buenos días, señora Roberts!--Saluda Johanna al verme salir del elevador—-Sr Paterson—Dice un poco asombrada. Hasta yo estoy sorprendida de verlo tan temprano acá.

—¡Buenos días! ¿Puedes llevar dos cafés a mi oficina? Por favor—-Pido.

—Enseguida, señora Roberts.

—Puedes sentarte William.—-Ofrezco al entrar en mi oficina.

—Gracias.—Se limita a decir.

—¿Dime que te atrae por aquí tan temprano?—Pregunto dando vida a mi curiosidad.

Se acomodo en la silla cruzando las piernas.

—He venido para saber cómo estas después del incidente de anoche, pero veo que te encuentras muy bien—-Dice con tono irritado.

—¿A qué te refieres?—La realidad es que desconozco su actitud.

—Uhm, déjame ver-—-Coloca un dedo en su barbilla que le daba un aspecto de que está pensando.—No comprendo como una mujer de tu altura se presta para una escena tan bochornosa frente a sus empleados ¡Besar al chofercito de cuarta ese! ¡Por Dios es un niño! ¿¡Es que acaso te volviste loca!? Pensé que tenias un poco más de sentido común, pero ya me di cuenta no ¿No te das cuenta? Ese tipo no tiene con caerse muerto, no...

—¡Ya basta!—Le interrumpo levantándome de la silla bruscamente—¡No voy a permitirte ni una palabra más, ni un insulto más—Estoy muy enojada, como se atreve a venir a mi oficina a insultarme de esa manera—Nada de lo que digas me interesa, no tienes ningún derecho a meterte en mi vida, por lo tanto lo que haga con ella no te incumbe, que te quede claro. No he pedido tu opinión, ya soy bastante grandecita para saber lo que hago.

Se queda callado observándome detenidamente por varios minutos.

—Discúlpame, tienes razón.—Su expresión cambia a una avergonzada— El tiempo que llevó conociéndote te he tomado mucho cariño, y no me gustaría que nadie se aproveche de ti.—Expresa con sinceridad.

—Gracias por preocuparte por mi —Manifiesto igual de sincera—- pero, no me creas tan ingenua para no darme cuenta cuando alguien quiere aprovecharse de mi.—Digo seria—Me hace sentir estúpida.

—Eres una mujer inteligente, lo lamento—Vuelve a disculparse.

—Edward me ama, igual o más de lo que yo le amo a él—Le hago saber, confesando lo que tanto traté de ocultar por miedo—Te lo digo porque no quiero que sigas haciéndote ilusiones conmigo—Me mira con asombro—Soy mujer, todas tenemos un sexto sentido para estas cosas —-Aclaro al verlo tan confundido.

—Bueno. Siendo así lo único que me resta es desearte que seas feliz, quiero lo mejor para ti Tereza, y si lo mejor para ti es estar con él niñito ese...

—-William—Le amonesto.

—...Está bien, está bien.—-Levanta su manos en son de paz—-A lo que me refiero es que si con él está tu felicidad, no creo que haya más nada que decir.

—Gracias, pero me encantaría que fueras mi amigo, eres una gran persona, y me gustaría tenerte de mi lado siempre—El asiente brindándome una sonrisa triste, voy hacia él y lo abrazo.

Sé que quizás sea egoísta de mi parte pedirle que seamos amigos, y no tomar sus sentimientos en cuenta, pero me he dado cuenta que William es un excelente ser humano, de aquellos pocos que existen en el mundo, y lo quiero junto a mi, en estos momentos necesito estar rodeada de buenas personas.

—No tienes que darme las gracias—Dice devolviéndome el abrazo—No obstante, si ese niñito te hace daño se la verá conmigo—-Amenaza.

—No lo hará._Expreso con seguridad

—Eso espero.

Después de que William se marchará, y hacerme prometerle que iría a cenar un día de estos con él, me acomodo en el sofá que está en mi oficina, y medito en todo lo que me dijo, en el sueño que tuve con Marcos, en Edward y en la relación que llevaremos a partir de ahora.

Siento como me zarandean, y escucho pronunciar a lo lejos mi nombre, unas delicadas manos acariciaban mi rostro.

Abro mis ojos lentamente encontrándome con el ángel más hermoso de todos.

—Edward—Pronuncio sonriendo.

—Te quedaste dormida—Confirma mis sospechas.

Giro mi rostro hacia la pared, donde cuelga un reloj, y al ver la hora un jadeo sale de mi boca. El reloj apunta las 5:30 de la tarde. ¿Tanto dormí?

—¡Oh por Dios! quiere decir que en vez de trabajar me la pase todo el día durmiendo—-Exclamo horrorizada—¿Por qué no me han despertado? ¿Dónde está Clara? —Pregunto al saber que hasta mi amiga me dejó dormir en la oficina todo este tiempo.

—-Salió temprano, y no ha regresado. —Dice—No eres ninguna irresponsable, es solo que anoche no dormiste lo suficientemente, y ahora tu cuerpo está pasándote factura, Johanna no quiso de despertarte, te vio muy cansada, y como no tenías ninguna cita importante, te acomodó un poco y te dejó dormir—Explica.

Él tiene razón, anoche no dormí lo suficiente a causa del sueño que tuve con Marcos, en la mañana me encontraba un poco cansada, pero aún así decidí venir a trabajar.

Me quedo observándole por un momento sin decir nada, sus finas facciones, el color de sus ojos que a veces tornan en un tono gris que me encanta, su boca, sus labios tan apetitosos que piden a grito ser besados. ¡Quiero besarlo!

—¿En qué piensas?—Interrumpe mis pensamientos.

—Me das un beso
—Pido, y su ceño se frunce ante mi petición. Al ver que no responde me inclino hacia delante hasta estar a centímetros de él, nuestras respiraciones se mezclan, le doy un casto beso y levando mi rostro hacía él pidiéndole autorización para seguir.

Él sale de su sueño cuando le beso nueva vez, toma mi rostro en sus manos devolviéndome uno no tan casto. Es un beso profundo, apasionado y muy placentero.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero me separo de él en contra de mi voluntad.

—¡Vamos a cenar algún restaurante! —Le invito—Quiero comer comida Italiana.

—La dueña de una cadena de restaurante traicionándose a sí misma—Dice con humor a lo que yo le sonrió.—Está bien, pero yo pago.

—De eso nada, yo invito, yo pago.

—Entonces invito yo—Dice como si esa fuese la solución.

—No—-Hago un puchero como una niña pequeña—-Yo te invite primero.

Un duelo de mirada se da entre nosotros, y al final él termina cediendo.

—Bien, la próxima invito yo. —Me levantó del sofá rodeándolo con mis brazos.

Cuando me separo de él voy hasta mi escritorio y lo organizo, tomo mi cartera, y salimos hacía él restaurante.

★★★★★★★★★★★★★★★★★

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