Un mes. Ese es el tiempo que Edward ha estado trabajando para mí. Dos semanas atrás he comenzado a notar ciertas miradas que me dirige cuando cree que no lo observo, cuando giro hacia él de inmediato voltea la cara.
Comienzo a sentirme nerviosa en su presencia, sumándole al hecho de Clara, pues se propuso convertirlo en mi amante. La situación que al principio resultó divertida, dejó de serlo. Mi amiga puede llegar a ser muy insistente cuando lo desea.
No voy a mentir, empiezo a sentir cierta atracción física entre ambos. Tenerlo cerca me descolocaba un poco. Su penetrante e insistente mirada sobre mí hace que me sienta como una adolescente hormonal, sentimiento que no experimento desde hace tiempo, es ver al chico que te gusta y querer lanzarse a sus brazos.
Clara persiste en que debo dejarme llevar, en que disfrute mi vida porque oportunidades como esas solo ocurren una vez, pero, ¿cómo hacerlo? ¿Cómo pasar por alto que él tiene veinticuatro años y yo treinta? ¿Cómo olvidar que soy su jefa y él mi empleado?
Por una vez en la vida quiero dejarme llevar, mas resulta imposible olvidarme de todo aquello.
Desde la muerte de Marcos, me enfoqué en el trabajo, en sacar la empresa hacia delante. Tengo una rutina establecida, levantarme, ir a la empresa, volver a casa y dormir.
El deseo sexual desapareció, salí con varias hombres por complacer a mi amiga que insistía en que no debo permanecer encerrada en casa, porque eso no me hace bien, en el fondo también lo hice con la esperanza de que algunos de ellos alejasen el recuerdo persistente de Marcos, aunque sea por un momento. Ninguno pasó de la primera cita, todos me parecían insulsos, aburridos. Otros tanto solo querían salir en las sociales con la empresaria más exitosa del momento.
Edward ha ocasionado que el deseo sexual despierte en mí, es tenerlo cerca y desearlo. Desear que me bese, que me acaricie, quiero volver a sentirme amada. Sin embargo, sé que no es correcto.
La sociedad estableció normas éticas que ellos mismo no son capaces de seguir. El miedo que siento a ser señalada o acusada de inmoral, ocasiona que reprima mis deseos, aquellos que con el pasar de los días van en aumento.
¡Qué patética resultaba ser!
El viernes fui a cenar con el señor Paterson, ya es hora de enfrentarme a él, me sentí un poco incómoda, lo que para mí es una cena de negocios, para él es una oportunidad para coquetear conmigo.
El sábado Clara trajo a los niños a casa a nadar a la piscina, luego alquilamos una película de terror que no terminamos de ver, ellos se morían de miedo suplicándome que la quitara.
Otra vez llegó el lunes, como siempre, debo levantarme temprano para ir a trabajar, me ducho para luego bajar a desayunar, me encuentro con el que se ha convertido en el ladrón de mis sueños. No dejo de pensar ni un instante en él, y tenerlo tan cerca no ayuda en nada.
Le pedí a Clara que saliéramos ese fin de semana, necesito despejar mi mente, me siento frustrada, estoy desesperada, tan enojada conmigo misma, no sé qué pasa, yo nunca actúo de esa manera, pero el tenerlo cerca y no poder besarlo me está volviendo loca, solo quiero tenerlo en mi cama, aunque sea por una noche. Después podría arrepentirme con libertad.
Fuimos a una disco, bailamos y bebimos, yo bebí demasiado, todo me da vueltas, tengo unas ganas de vomitar enormes. Aun así, no quiero irme, me divierto como nunca lo he hecho.
—Tereza, vámonos —pide ella, grita fuerte en mi oído para que la escuche.
—No quiero —tartamudeo—. Esta noche es para divertirse —exclamo y alzo mi copa.
Intenta sacarme por la fuerza de aquel lugar, pero me resisto, solo quiero sacar al chico de mi cabeza, por lo menos esta noche. La veo sacar su teléfono celular y comenzar a hablar con alguien, seguro con su esposo para que la venga a buscar.... Yo no pienso irme, quiero bailar. Me dirijo a la barra para pedir otra copa.
—¿Quieres bailar? —Escucho decir a alguien en mi oído. —Asiento, dejo la bebida en la barra.
Estoy totalmente fuera de mí.
Nos adentramos en la pista, comenzamos a bailar, sus manos van a parar a mi cintura, me acerca a su cuerpo. No le doy mucha importancia. Es un hombre bastante alto e intimidante, siento cómo sus palmas descienden desde esa zona hasta posarse en mi trasero, en ese momento soy un poco consciente de lo que sucede y siento repulsión. De inmediato, trato de separarme, mas él me apresa más contra su cuerpo, es imposible, estoy tan borracha que las órdenes que emite mi cerebro, mi cuerpo no la recibe, cuando intento alejarme otra vez, me hala con fuerza, me saca de la pista y de la disco hacia afuera. Me lleva al estacionamiento que se encuentra desértico, una sensación de miedo y angustia se hace presente. Este tipo intentará abusar de mí, trato de gritar. Su mano en mi boca lo impide, me empuja con violencia y me hace sentir cómo mi espalda choca con algo detrás. Gimo de dolor, agarra mis muñecas con fuerza y alza mis brazos sobre mi cabeza. La desesperación y el más puro terror se hace presente cuando comienza a besar mi cuello, lágrimas descienden por mis mejillas.
Está a punto de violarme y no hay nadie para ayudarme, cierro mis ojos al mismo tiempo en el que él desabrocha los botones de mi camisa.
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Volver a amar "Segundas Oportunidades 1"
ChickLitPrimera entrega de la bilogía "Segundas oportunidades" Una exitosa empresaria, se enfrenta al pasado cuando revive sentimientos que nunca pensó volver a tener. Tereza Roberts quedó viuda muy joven, haciéndose cargo desde entonces de una cadena de...