Llegamos al shopping y comenzamos a buscar el maldito regalo, después de todo debíamos apurarnos ya que se aproximaba la hora donde cerraba.
Megan me hizo caminar casi 20 minutos de tienda en tienda. ¿Saben para que? Para que terminemos en la primer tienda que entramos y comprando el regalo que ella dijo que no le parecía adecuado.
Le compró un vestido negro, ajustado y con un escote que no deja nada para la imaginación.
En cambio yo decidí comprarle un hermoso mono color bordo. Me había encantado y sorpresivamente a Megan le pareció un buen regalo para nuestra nada querida madrastra.
Salimos del lugar y nos fuimos en su auto hasta un bar que había cerca del aeropuerto. Moría de hambre desde que le estaba enseñando a Patrick.
No teníamos mucho tiempo así que pedí una hamburguesa con extra queso y papas fritas. Pensé que mi hermana me reprocharia por comer comida chatarra como siempre lo hace pero para mi asombro ella pidió lo mismo.
—¿Desde cuando comes comida normal?— pregunte confundida.
—Desde que tu comes— me miro fijo.
Sabía a lo que se refería pero no iba a seguirle el juego, ama ese tema.
—¿Haz estado comiendo bien, Mad?
—Por supuesto— dije cortante —Prefiero hablar de otra cosa.
Ella suspiro rendida, sabía que el tema no me agradaba en lo más mínimo y que no había caso intentar hablarlo.
—Sus pedidos— una chica de unos 25 años nos trajo nuestra comida y le agradecí mentalmente por cortar el silencio incómodo que se formó.
Pronuncie un gracias y le dedique una sonrisa.
Megan no era de estar callada, nunca fue su cualidad así que se la pasó hablando de ropa, chicos y cosas que le gustaban. Yo sólo la escuchaba y me reía cuando decía algo gracioso. Extrañaba pasar momentos así con ella, hacia mucho tiempo que no conversabamos como las hermanas que éramos. Me sorprendí que ella aún recordará sobre mis gustos.
—Olvidé felicitarte— dijo metiendo una papa a su boca, la mire raro —Por la broma a la perra de Emily.
No pude evitar sonreír al recordar eso.
—Gracias, se lo tenía merecido— dije sonando un poco cruel para mi gusto.
—Muy merecido— largo una sonora carcajada —Dime que tu le pusiste la pintura y el pelo.
Baje la mirada un poco avergonzada.
—Eres mi hermana favorita— sonrió con alegría.
—Técnicamente soy tu única hermana pero gracias— hablé sin poder evitar sonreír.
—¿Como lo hiciste?— pregunto interesada.
—Bueno...
Comencé a contarle detalles de la broma y ella sólo me interrumpía para reírse o preguntar cosas como "¿En serio ronca dormida?". Admito que ahora me parece mucho más gracioso de lo que parecía cuando lo estaba realizando.
—¿Y bajaste por la ventana? Pensé que le tenías miedo a las alturas— esta vez sí la mire fijo.
No sabia que recordaba eso, no era tan importante y no se lo mencionaba a nadie.
—No me mires así— se quejó —Soy tu hermana, se algunas cosas sobre ti.
—La tengo, pero era necesario— me encogí de hombros —Además Mitchell me ayudó.
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Nadie Se Mete Con La Nerd
JugendliteraturMadison Cooper es una chica muy inteligente de 17 años. Ingresa a Stanford y por una decisión de su padre termina por inscribirse en Zeta Phi Beta. Donde están los chicos más guapos, divertidos y mujeriegos. Sin mencionar que son los mas populares d...