Capítulo 33

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Estaba pasando por un mal momento. Me sentía confundida, triste, y desesperada.
Para compararlo con algo para que me entiendan, es algo así, como sentirse en un callejón sin salida, o peor aún, dando vueltas en un laberinto.

Estoy en mi cuarto, con los audífonos puestos, cuando de repente... abren la puerta.

- ¡Cuantas veces te he dicho que toques la puerta antes de entrar!
Era mi hermano Lucas.

-- Yo toque varias veces, pero quien me va oir, con esos audífonos puestos
-Me dice-

- Tienes razón...
¿Dime que quieres? Que no tengo tiempo para perderlo contigo...

-- Qué si ya estás lista, dice mamá?

-Eahhh...
se me olvidó que hoy hay servicio en la iglesia...
Dile que no voy

-- Pues baja, y díselo tú.
Me dice Lucas, y sale del cuarto.
Cierra la puerta tan duro, que creo que el vecino la debe haber escuchado.

Me pongo los audífonos nuevamente, y sigo escuchando música, recostada de la cama, mirando el techo...

Pum -pum- pum

Tocan a la puerta bien duro.
Me paro molesta, y cuando abro
(que apenas digo)
-Idio...
No termine la palabra gracias al cielo.
Era mamá está vez.

- ¿Qué es lo que te pasa? Porqué no estás lista para ir a la iglesia? Me dice Mamá

-- Porque hoy no quiero ir mamá. Vayan ustedes!
Le contesto

- Pero y desde cuando acá tu no quieres ir a la iglesia... y además, que ésto no se trata de que sí quieres, o no.  Mientras seas menor de edad (cosa que sigues siendo) Tendrás que seguir unas normas, y unas reglas como todos los demás que viven bajo este techo.

- Lo sé, pero no me puedes obligar!

-- Emy ya estoy tarde, no te me pongas difícil ahora, por favor.

- No quiero ir, vayasen ustedes.

Mamá salió del cuarto  molesta, y también tiró la puerta al salir.

Por lo que veo ahora todos tiran puertas en ésta casa. Eso se ha puesto como que de moda por aquí.

Después de un rato, salgo, y bajo las escaleras a ver si se fueron, y sí, no había nadie en la casa.
Por primera vez podía sentirme libre en aquellas cuatro paredes.
Busqué en la nevera algo dulce para comer, y subí otra vez al cuarto.
Aprovecho que no hay nadie en casa,  y voy al cuarto de mamá a ver si encuentro mi celular.
Busqué por todos los rincones, y nada.
¿Donde lo habrá metido?
No creo que se lo haya llevado para la iglesia, o sí.

Hay que aburrida estoy.
Me hubiera ido para la iglesia.
-pienso-

Ya estaba cansada de mirar el techo, así que, me visto con ropa de hacer ejercicios, y salgo de la casa, para estirarme un poco, y hacer algo de cardio.

Creo que me viene bien... A ver si con eso, logro bajarle dos a estos animos que traigo, y este humor que va a hacer que me salgan arrugas antes de tiempo.

Camino un poco, y corro un par de vueltas, con mis audífonos puestos.

Veo que en la esquina hay una panadería donde venden de todo.
Cosa que hace que tenga una idea en mi cabeza...
Comprar bebidas, y  cigarrillos.

>> Serás imbécil, o te haces, eso no se lo venden a niñas de tu edad <<

- Tienes razón CONCIENCIA no pensé en eso... pero bajale a los insultos -

Veo a un hombre que va a entrar. Debe tener unos 24 años más o menos.
Lo llamo y le digo:

- Oye tú, ¿Me puedes hacer un favor?
Es que soy nueva aquí, y mi tío me envió a que le comprara unas cervezas, y una caja de cigarrillos, y deje mi tarjeta de identificación,
y ellos no me creen que tengo 18 años.

>> De verás crees que vas a engañar a este hombre con respecto a tu edad... con esa carita de niña tonta que tienes <<
-CONCIENCIA no cooperes tanto-

El se baja las gafas, y me mira de arriba abajo, como examinandome... y asiente.
- Ok.

Sale de la tienda con lo que le pedí en la mano, y me da el cambio del dinero.

Ahora como voy a llegar a casa con esto así en la mano (pienso)
Los vecinos me van a ver, y saben que yo no uso estas cosas, y se lo dirán a mamá o a papá, y me meteré en más problemas...
- Creo que no tendré mi celular, nunca jamás-

Le digo al hombre
- Muchas Gracias, muy amable... pero me podrías buscar una funda para echarlas, y disculpa que te envíe otra vez.
El hombre me mira, como quien dice "No puedes hacerlo tú"
Pero yo solo sonrio, y lo miro esperando que el lo haga...

Pongo las cosas en la funda, y lo sigo para casa lo más rápido que puedo.

Mientras caminaba, miraba para todos lados. Parecía sacada de una película de suspenso, o algo así.

Entró a la casa, subo a mi cuarto, y le pongo el pestillo antes de abrir una de las botellas...
La verdad es que no sé porqué lo hacía, porque el sabor de esa cosa, no me gustaba para nada, pero supongo que era por el sentimiento a peligro y adrenalina que esto me causaba.

Bajo, y escondo dos en la nevera, para dejarlas para el otro día.
Subo y prendo un cigarrillo, pero me voy del cuarto para que no se quede el olor, y
fué peor...

El humo ocasionó que se encendiera la alarma de fuego de la casa.

Pi-pi-pi-pi-pi

Me puse toda nerviosa.
Corrí de un cuarto a otro.
Apagué el cigarrillo, lo guarde dentro de la caja, y lo puse en mi mochila de la escuela. Busqué una toalla en el baño, y abanique un par de veces el aparato, a ver si se callaba, y

noc-noc-noc

Tocan a la puerta.

Corro de un lado a otro como una loca, sin saber si abrir, o hacerme la muerta, estaba histerica, y no podía coordinar bien mis pensamientos.
Esperé a que se fuera un poco la peste, y como no sabía quién era, pensé rapido en quitarme la ropa lo más rápido posible, me envolví en la toalla, y abrí  la puerta, pero sólo asomando la cabeza.

Era una de las vecinas.

- Hola, Emy, está todo bien por aquí?

- Sí señora Calyster, fué que deje la estufa encendida, y me metí a la ducha y me escandilé.

- Oh ok... pues acuerdate de apagarlo todo bien.
Pensé que se habían ido para la iglesia, y que habían dejado la estufa prendida... estuve a punto de llamar a los bomberos.

- No, tranquila, ya resolví, gracias por estar tan al
pen-dien-te.
(esta última palabra la dije en silabas)

Le sonrio sarcásticamente, y cierro la puerta, pero antes, está pone el pie impidiendo que cierre, y me dice:
-Cuando se de una ducha, asegúrese de mojarse... y me guiña un ojo.

Ughh que señora tan pesada
-pienso-

y cierro antes de que siga hablando, y perciba que el olor no era de estufa, sino de humo de cigarrillo.

Como me atreví a prender eso aquí en mi casa.
Si mis papás se enteran, me matan.

Me dí una ducha de pies a cabeza, ya que sentía que se me había pegado aquel olor tan desagradable, hasta en las pestañas, y después de tirar un poco de olor por diferentes partes de la casa, me acosté...
Para ver si así lograba  librarme del sermón de mis padres, al menos esa noche.

ERES TODO LO QUE PEDÍ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora