Amber.
Me quede es silencio analizando sus palabras. Bajé la mirada de nuevo hacia la mesa, no quería que se viera que me había sonrojado, como siempre pasaba cuando alguien me decía algo que me avergonzara, o demás cosas.
Aún así, sentí como su mirada me dejaba estática en mi lugar.
—Perdón, no quise...— lo miro de nuevo, haciendo que se trabe un poco para hablar—No quise ponerte incomoda, soy un tonto.
Escuché su tono apenado y solté una risita. Parecía nervioso, más de lo que yo lo estaba.
—Tranquilo, no hay problema, yo solo estoy demasiado extraña últimamente—digo para aligerar un poco el tenso ambiente.
—¿Ultimamente?— se ríe en mi cara y yo lo miro graciosamente ofendida.
—¡Calla!— ambos nos reímos.
—Disculpa esta pregunta pero,—rasca su nuca mientras se interrumpe a si mismo—¿Quién es el idiota que esta haciendo que ese corazón tuyo sufra?— desvío la mirada.
—Vamos a caminar a algún lugar, sácame de aquí y te lo contaré todo—hable— hoy serás mi psicólogo por el resto del día.
—Estoy de acuerdo con eso
Media hora más tarde, ya pagamos y estamos caminando por la ciudad.
Empezó a llover pero no nos podría importar menos. Compramos uno de esos paraguas baratos que los venden gente en la calle. Dan me dijo que eran como vendedores ambulantes, pero yo nunca había visto uno de ellos hasta hoy.—¿Piensas esperar que me olvide o me contarás?— encuentro en dejo de humor en su voz.
—Esta bien, sentémonos— nos dirigimos hasta el pequeño banco que se encuentra al lado nuestro.
—Bien— responde.
Luego de mirar un rato el parque frente a mi, por fin hablo.
—Conocí a un chico cuando iba al ultimo año de preparatoria, nos odiábamos pero nos necesitábamos tanto que dolía y asustaba a la vez.—mis ojos se cristalizan—Empezamos a conocernos y realmente, por un momento, me sentí completa y amada. Pero no fue así, solo era un juego para él, su pequeña mentira, no fui nada; y por eso me fui a nueva York. Pero cuando volví acá, todos los recuerdos también volvieron, incluyendo él; que por cierto apareció en mi casa hoy a la mañana.
—Parece un estupido— es lo único que dice cuando yo termino de hablar. Sonrío ante eso.
Aaron era realmente un estupido, pero era un estupido que se instalaba en mi cabeza y no salía más de ahí.—O yo lo soy por no haberme dado cuenta— lo oí suspirar.
—Cuando uno esta enamorado es como un ciego; no ve. Pero la diferencia es que no quiere ver, no que no puede.
Reflexiono sus palabras.
Era verdad. Yo con Aaron ignoraba hasta los momentos en el que él parecía extraño, o esos días en los que se lo veía ausente a mi lado. Son cosas que dejé pasar; no lo quería ver, no quería ver como él estaba cada vez más lejos cuando tenia que ser al revés.
Él tendría que estar tan cerca de mi, que pareceríamos una sola persona.—Me deje cegar por el amor— digo mientras lo miro. Era realmente muy guapo, si me ponía a pensar. Pero ¿Por qué no generaba nada en mi?
—Yo lo hice con mi esposa— rio amargo— cuando nos casamos estábamos enamorados y eramos demasiado jóvenes. Luego de algunos años, nuestra chispa se consumió y nos dejo cenizas de nuestro amor— asentí apenas.
Se notaba que ellos no se amaban. Nunca estaban juntos, siempre peleaban, se hacían comentarios sarcásticos; entre muchas otras cosas.
—Yo solo pienso en como le da todavía la decencia para aparecer en mi casa, como si no me hubiera roto, como si no me hubiera decepcionado— digo para mi misma.
Nos quedamos en silencio y miramos como el agua seguía fluyendo. Cada uno nadaba en sus propios problemas, en sus propios amores perdidos.
Definitivamente tenia que mantenerme fuerte, no podía rendirme y caer de nuevo en los brazos de Aaron. Esa no era Amber, la que siempre luchaba por lo correcto; no se dejaba pisotear, no se enamoraba.
Cuando lo vi hoy, si quiera pude mirarlo por un segundo a los ojos. ¿Cómo se supone que se deja de querer, a una persona que empecé a querer sin querer?
Era meramente imposible, o por lo menos para mi memoria, ya que no ayudaba mucho recordándome lo cálido que era abrazarlo por detrás; mi primera vez, creo que esa noche lo escuché decir mas "te amo" que todos los días que habíamos pasado juntos. Sus ojos tan decisivos y a la vez aterrados por hacerme daño, quedaron marcados en mi. Algunos preguntaran si me arrepiento de haberle dado algo tan preciado para una mujer como la virginidad, y le respuesta es no. No, porque él me cuido en ese momento, se preocupó por mi bienestar, y comprendía con exactitud mi situación.
—Deja de divagar en tus pensamientos, Amber— sonreí al escucharlo.—Está atardeciendo ¿Que tal si vienes a cenar a casa y después te alcanzo a la tuya?Lo dude.
—Esta bien— no quería volver a casa ahora, así que mejor estar con él, que vagabundeando por la ciudad, como diría mi padre.
—Bien—se levanta y justo en ese momento me fijo en cómo esta vestido.
Sus jeans casuales le dan un aire juvenil, aunque es mas grande que yo.De hecho, yo lo conocí a él porque mi padre es amigo de la madre, y cuando llegué a Nueva York me dieron un trabajo en su casa. Al principio su esposa parecía encantada conmigo, luego un leve resentimiento se empezó a notar en sus ojos. Pero como no me importaba, lo ignoré.
Nos subimos al impecable auto de Dan y no tardamos ni quince minutos en llegar al lugar donde se hospedaba.
Un departamento no tan lujoso, se encontraba justo frente a mi.
—Estará la hermana de mi esposa—dice incomodo—Es amable, se llama Emma.Entramos, luego de saludar al portero y nos encontramos con dos vocecitas hermosas.
—¡Papi!—hablan y luego se encuentran conmigo—¡Amber! ¡Amber!—me río y los abrazo.
—Ya me quieren más que a vos— dije a Dan que nos miraba.—Como su segunda ma...
Iba a decir algo más, pero enseguida me arrepiento y me sonrojo.
—Se lo que estabas pensando y si, ojalá lo fueras— y por un momento mi corazón dejo de latir ante sus palabras.
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N/a: ¡Buenaaas!
Espero que les haya gustado!
Nos leemos en el próximo!Facebook: Las complicaciones de enamorarte-MsAnonimaa
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Las ventajas de enamorarte © |Completa| (editando)
RomanceSegunda parte de #LCDE. Saga #complicadamente nuestro. AVISO: Se requiere leer la primera parte para un mejor entendimiento. Llevar una cicatriz es el recuerdo de que alguna vez dolió, pero ya no lo hace. Aquello diferenciaba mi gran marca de tod...