Capítulo 49

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Amber.
Las luces azules y rojas se dejaron de ver cuando la ambulancia ya había desaparecido de nuestra vista.
Miré a Aaron, que se encontraba absorto en sus pensamientos, y al hacerlo desvió su mirada. Me estaba ignorando por completo.
Luego de unos minutos, por fin rompió aquel silencio, que parecía atacar con fuerza la culpa que ya sentía.

—Solo...—suspiro y carraspeó un poco. —solo sujétate, Amber.

Y sin esperar mi respuesta, arrancó.
Las lagrimas cayeron por mi rostro y el frió aire que pegaba en mi rostro, se encargó de hacerlas desaparecer poco a poco.
Mi pecho dolía como los mil demonios, tanto que incluso sentí mi corazón romperse en mil pedazos.
Había sido la causante del sufrimiento de la persona que más amo en el mundo, y todo por mi egoismo.
No sé cuanto tiempo pasó, ni tampoco me tomé un momento para mirar la hora.
Habíamos llegado al hospital y, luego de bajar de la motocicleta, Aaron había seguido su camino sin siquiera dirigirme la mirada.
Seguí sus pasos pesados y descuidados, hasta que nos encontramos con lo que parecía ser, una recepcionista.

—Disculpe, quería saber donde se encuentra la paciente Lizabeth Wood.—soltó Aaron, mientras lanzaba una mirada de profunda inquietud.

La señora, que debía tener entre cuarenta a cincuenta años, apoyo su arrugada mano en la computadora.
La vimos hacer varios clicks hasta que, bajando sus gruesos anteojos, nos miró.

—Acaba de ser ingresada a urgencias, aguarden unos minutos en la sala de espera—recogió su pelo, rodando los ojos, como si simplemente le molestara estar ahi—Un médico saldrá para comunicarles la situación de la paciente.

Ambos asentimos y casi corrimos a sentarnos.

Vi a Aaron con el corazón en la mano, como si no pudiera parar de pensar un segundo.
Su mano tenia un poco de sangre, al igual que mi pie.
Era consciente del gran corte tenía, pero casi no podia sentir el dolor.
Mi corazón palpitaba tan rápido que creí que moriría en ese instante. Traté de calmarme por varios minutos, que incluso sentí como horas.

Miré atentamente mi pie, concentrándome por un momento.

—Haz que te revisen—escuché su fría voz, casi tajante.

Fijé mis ojos en los suyos, que se encontraban mirando hacia otro lado de la sala, como si no notara mi existencia.

—¡Oh! ¿Esto? No tiene importan...—su interrupción me puso alerta de nuevo.

—¡Solo...—bajó su tono de voz, al ver como varias personas se concentraron en su grito. Apretó sus puños suspirando —Solo vé, Amber.

Rápidamente asentí al darme cuenta de que no me quería ahí.

Me dirigí hacia emergencias y esperé a que tres personas pasaran. Agradecí que hubieran pocas personas.

Cuando fue mi turno, miré a Aaron desde mi lugar.
Seguía esperando con una mirada perdida en su rostro.
Mi garganta se apretó, pero decidí ignorar ese sentimiento, por un momento, y me dirigí rápido hacia el doctor que me esperaba.

—Buenas noches muchachita...—un señor mayor, con una gran sonrisa, trató de trasmitirme su calidez.

Le sonreí, pero sabía que aquella sonrisa ni de broma había llegado a mis ojos.
Lo saludé y proseguí a contarle lo importante.

—Tengo un corté en el pie, no duele mucho, pero tengo miedo de que se infecte o algo parecido...—hablé muy rápido, tratando de acelerar el procedimiento.
Quería volver con Aaron lo más pronto posible.

—Mm-m déjame ver...—asentí y quité mi calzado, el cual se encontraba empapado en sangre.

Vi sus ojos ensanchares, pero estaba lejos de preocuparme por mi en ese momento.

  —¡Vaya! Esto parece un corte bastante profundo—expresó bastante confundido, al no notar ninguna reacción mía.

Asentí, distraídamente.

Sentí un fuerte dolor, que me trajo de nuevo a la realidad.

—¿Como pasó esto?

Le conté acerca de cómo había llegado ese corte a mi pie, y él siguió cada una de mis palabras atentamente.

Luego de mirar un poco mas la herida, me tranquilizó.
—No te preocupes, afortunadamente no parece haber ningún tipo de vidrio en la herida—dijo luego de un par de chequeos.

[...]

Al terminar con las tres puntadas que necesitaba en mi pie, logré que me dejara ir, aunque con varios papeles, detallándome como debía proceder con mi herida, tal como cuidados básicos, esto y aquello.

Metí todos los papeles en el bolsillo y me dirigí a la sala, donde esperé que Aaron se encontrara.
No fue así.
No logré verlo por ningún lado, a pesar de buscar y buscar.
Dándome por vencida, me dirigí de nuevo a la recepción.

—Disculpe, el chico que estaba sentado ahi..—me corté a mi misma, al ver la mirada de desconfianza de la mujer— Ejem, quiero decir, el que preguntó por la paciente Lizabeth Wood, ¿Dónde se encuentra?

La mujer, cediendo a mis miradas de suplicación, accedió a decirme.

—A la paciente ya la han derivado a cuidados generales, el médico se encargará de explicar el resto... habitación 113, pasillo de la izquierda.—miró el ordenador frente a ella— Supongo que estará visitando a la paciente en su habitación. El horario de visita termina en media hora.

Asentí agradeciéndole.
Corrí lo más rápido que puede, mirando habitación por habitación.

«la encontré»
No me atreví a entrar sin tocar, por lo que esperé a que alguien me abriera.

  —Pase—escuché luego de unos segundos.

Abrí la puerta muy lentamente, casi con miedo.

El ambiente que me envolvió fue asfixiante. La tensión se podia cortar con un hilo y el aire que se respiraba era totalmente pesado.

Lo primero que vi fue a Aaron, sentado a un lado de la camilla.
Su cara parecía estar totalmente descompuesta, por lo que no dudé en correr hacia él.

Lo abracé con todas mis fuerzas, y me sorprendió que él lo haya aceptado a gusto, incluso apretándome más fuerte de regreso. Dejó reposar su cabeza en mi estómago, y yo lo único que pude hacer fue apoyar mis manos en sus hombros fuertemente.

  —N-no...—lo sentí tragar saliva con fuerza—No h-hay bebé—susurro, mientras vi como una lagrima solitaria se deslizaba en su mejilla.

Confundida, me regresé hacia la camilla.

Lizabeth, quien se percató de que estaba ahi, me miro con un desprecio absoluto.
Su cara estaba totalmente pálida y bajo sus ojos, adornando su mejillas, había dos grandes ojeras.

  —Tú...—me señaló—Eres una perra, maldita egoísta—no sé cómo hizo, pero logró llegar a mi brazo, luego de que me separara un poco de Aaron.

Me atrajo hacia ella, haciéndome daño. Miré hacia abajo, para comprobar si mi pie estaba bien, pero antes de poder siquiera llegar a mirarlo, sentí un fuerte golpe arriba de mi cabeza.

Me quedé aturdida por unos segundos, mientras mis oídos parecían hacer un raro sonido. Al levantar un poco mi rostro, me di cuenta que mi vista se encontraba totalmente borrosa.
Lo último que recuerdo es haber visto a Aaron completamente preocupado, diciéndome algo que no lograba escuchar, mientras tomaba mi rostro.
Segundos después, todo se volvió negro.



N/a: ¡Buenas, lectores!
¡Espero que hayan disfrutado el capítulo! :)

Espero que puedan ayudarme con una estrellita, comentario y/o mensaje!
¡Los quieroo mucho, y los leo siempre!

Las ventajas de enamorarte © |Completa| (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora