Capítulo 44

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Amber.

A pesar de disfrutar lo que quedaba del dia juntos, no pude desechar esa ansiedad que en el fondo, sentía minuto a minuto.
Abracé a Aaron y traté de mostrarle lo fuerte que era a pesar de todo lo que habíamos tenido que vivir esa noche. Cuando sentíamos que podíamos dejarnos envolver por el sueño, el teléfono sonó.
Pocas veces no había tenido ganas de atender una llamada, pero de pronto, cuando vi a Aaron atender y pocos segundos después, ví su cara extremadamente pálida, sabía que algo estaba por cambiar nuevamente y me arrepentí de haberlo hecho.
No importaron las veces que traté de despertar a Aaron del shock que parecía tener, no logré captar su atención. Todo había sucedía tan rápido y tan despacio a la vez. Quería saber qué le habían dicho, por qué se encontraba sentado en un extremo de la cama totalmente ido.
Rápidamente tomé el teléfono que resbalo de sus manos, y contesté brusco.

—¿Qué ha pasado? ¿Quién es?—mi voz sonó demasiado preocupada.
Vi a Aaron hundir sus cara entre sus manos, luego tiró de su pelo.

—¿Amber? Amber, soy yo, Lizabeth—su voz sonaba entre rota y asustada.

—¿Dime que fue lo que pasó? ¿Qué le dijiste a Aaron?—me sentí un poco mal por meterme en su conversación, pero en ese momento las formalidades no importaban.

Oí un sollozo del otro lado, y sabía que algo no iba bien.

—Amber, estoy embarazada—y con esas ultimas palabras, rompió a llorar.
Miré a Aaron perpleja. Sé que él sintió mi mirada, porque me la devolvió.

—¿Que?—solo salió de mi boca, luego de unos minutos.
No podia creer lo que acababa de escuchar. Una persona tan inestable como Lizabeth, estaba afrontando esa situación.

   —Yo..yo no se cómo pasó esto Amber, y-yo... fue un  acci-accidente—sus palabras se entrecortaban, y tenía que tomar grandes bocanadas de aire para hablar. Me sentí mal por ella, y me preocupé porque tenía a dos personas que necesitaban consuelo.

   —Esta bien...estás bien, Lizabeth— suspiré pensando en el gran lio—Ven a la casa e iremos a un médico para que te revise.

Iba a tratar de calmar a Aaron, por lo que agarré su mano y con un breve apretón, logre por fin llenar su atención.
  Me levanté de la cama y me vestí para poder salir, mientras escuchaba los sollozos de Lizabeth por el teléfono e intentaba calmarla.
Luego de unos minutos, cuando consideré que podía dejarla sola, corté la llamada.

   —Ey...— lo abracé desde atrás para darle todo mi apoyo—Ella estará bien, solo debemos estar tranquilos por ella.

Él tomó mi mano y me llevó hacia el suavemente para luego abrazarme.

   —Estoy jodidamente enojado, ella es tan pequeña aún—lo oí murmurar.

Realmente ella era solo un año menor que yo, por lo que no la veía muy pequeña, pero entendía a Aaron. Lizabeth siempre había sido su hermanita pequeña, a la que él tenía el deber de proteger.

Los minutos siguieron pasando, y tuve que soltarme de sus brazos para poder ir a hacer cafe.
La casa estaba en total silencio, incluso parecían ruidos demasiado fuertes lo que se producían por el choque de la cuchara metálica en aquella taza de porcelana.

Aaron.

—¿Hermano? Soy yo, necesito ayuda—oí una respiración demasiado agitada.
Sabía que era Lizabeth haciendo alguno de sus líos por la ciudad.
Esta chica era imposible.

—¿Estas borracha o algo? Tu voz se oye rara—rodé los ojos molesto. Estaba tratando de descansar junto a Amber, ya que la noche anterior no había pegado un ojo.

Ella largo un gran suspiro, y me di cuenta que algo estaba mal cuando la oí llorar.
Mire a Amber y ella solo me devolvió la mirada curiosa.

Y lo oí.
—Estoy embarazada, Aaron—

El teléfono resbalo de mis manos y fue rápidamente agarrado por Amber.

Mis puños se apretaron con fuerza, y mis pensamientos racionales se perdían en la preocupación.
No sabía que hacer, ni mucho menos que decirle.
La oí llorar y no pude hacer nada, me sentía impotente, porque a pensar de todo quería muchisimo a mi hermana.
Lizabeth era la única familia, con Rosa, que me quedaba en el mucho y era mi deber estar ahi para consolarla.

Luego de recibir todo el apoyo de Amber, y de que me diera su calor en esos abrazos que me tranquilizaban el alma, ella se dirigió a preparar café.
La entendía, debía estar agotada. Seguramente era una molestia tener que lidiar con los problemas que daba una chiquilla en busca de aventuras constantemente.

No sé cuanto tiempo pasó, pero fue eterno.
Escuchamos la puerta de entrada ser abierta y cerrada rápido, por lo que miré a Amber, y ambos nos levantamos.

   —Liz...—no llegué a decir nada mas, cuando la tenía encima, abrazándome.
Me necesitaba, y yo haría lo que fuera para verla bien.

   —Lo-lo lamente tanto, yo no s-se lo que estaba pensando—su voz se entrecortaba y parecía muy nerviosa.

   —Tranquila—acaricié su pelo gentilmente—Shh todo estará bien, lo prometo, solo deja
de llorar—dije mientras la alejaba un poco, para verificar que estuviera bien y sin ningún rasguños.

Dejé que se calmara un poco y pregunté lo que me había estado guardando desde que la vi.
   —¿Quien es el padre?—ella palideció y miró para otro lado. —¡Vamos, dime! Solo así podré ayudarte.—mis nervios empezaron a notarse.

  Ella siguió llorando por varios minutos, y luego se calmó.
Me miró a los ojos y habló.
  —No lo se.




N/a: Buenasss lectores! Espero que se encuentren muy bien.
Sé que tarde más de lo normal en subir un capítulo, pero es debido al periodo de exámenes que dura desde septiembre a inicios de noviembre.
¡Pido disculpas por atrasarme tanto!

Las ventajas de enamorarte © |Completa| (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora