Capítulo 22

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Amber.

La verdad creía en sus palabras. No lo iba a negar, aunque ya no sé si él me amaba como decía o simplemente era puro acostumbramiento. Tal vez era un reto complicado, y eso lo incitaba más a querer tenerme. En fin, después de que me bajara del auto totalmente mareada, con un sin fin de emociones rondando por todo mi sistema nervioso, oí el auto de Aarón acelerar.

¿Lo amaba?
Por supuesto. Estaba profundamente enamorada de él y lo amaba con locura. Solo bastaba que este cerca mío para sentir como mi corazón se aceleraba. Sonaba cliché pero no mentía.
Por ahí muchas personas nunca logren entender, pero creo que lo que sentí cuando Aarón me dijo todo, fue enojo y decepción. Me habría gustado que solo hubiera sido enojo, porque este pasa con el tiempo, pero de la decepción es muy difícil escapar, y lo había comprobado muchas veces.

Abrí la puerta de mi casa y me adentré en ella, luego de estar un rato parada sin sentido alguno frente a ella.
Las luces estaban apagadas, por lo que traté de no hacer ni el mas mínimo ruido.
Algo capto mi atención y fue la chimenea prendida y mientras me iba acercando al salón pude ver a mi padre sentado en el enorme sillón.

—Llegaste— hablo despacio. Me espanté ya que no esperaba que me escuchara, y menos que me viera si estaba de espaldas a mi.
—ven aquí con tu viejo padre, Amber.

Me acerqué y me senté en el otro sillón cerca de él.

—¿Te encuentras bien?— pregunté al ver como divagaba mirando el fuego, sin siquiera mirarme.

Él sonrío pero esa sonrisa no llego a sus ojos. Era falsa, o al menos parecía bastante forzada.

—Te vi con Aarón, y te he visto como reaccionas cuando te lo encuentras por aquí o por allá,— dejo de hablar como tratando de descifrar lo que yo sentía, me miro—¿Qué es lo que te atormenta tanto, Amber?

De repente unas ganas inmensas de llorar se apoderaron de mi cuerpo.
¿A qué venia todo esto?

¿Tenia respuesta a esa pregunta? Sí.
¿La quería compartir con mi padre? No.

—Lo voy a superar, padre.—dije mientras miraba a otro lado del salón.

Él río amargamente, lo que me hizo fruncir el ceño.

—Sabes, cuando una persona es para ti, no importa que tanto la esquives, a que lado del mundo te mudes, que tanto la intentes sacar de tu cabeza—respiro profundo, con dolor—siempre va a estar en tu mente, la vas a buscar en otras personas y te vas a decepcionar al no encontrarla.

Una lagrima resbalo de su mejilla y rompí en llanto.

Necesitaba llorar, incluso una vez mas.

Sentí los brazos de mi padre abrazándome fuerte y con una voz tan rota que no creí que fuese mía, hable.
—Las personas que te aman, nunca te decepcionan, padre.
Y me levanté alejándome de sus brazos, y dirigiéndome a mi habitación.
¿Por qué todos me lo hacían tan difícil?

Me acosté en mi cama, y sentí como las sabanas me cubrían por completo. Las lagrimas desaparecían en la almohada, incluso me rodeaba un dolor de cabeza insoportable.


[...]

Abrí mis ojos al sentir una luz estorbando.
Me había quedado dormida, genial.
Salí de mi cama con el mayor de mis esfuerzos y me dirigí al baño. Me lavé la cara para que se deshinche un poco, incluso mis ojos que parecian estar tan rojos que me llegaba a preocupar.

Me puse un short porque a pesar de que hacia un poco de frió, la casa se notaba bastante calurosa.
Una remera y unas zapatillas, y ya estaba lista para un nuevo y inservible día.

—¡Amber!—escuché como me llamaba Athenea mientras yo bajaba las escaleras.

—¡Voy!

Llegué a la cocina y se me derritió un poquito el corazón al ver que me había preparado el desayuno a mi y a mi padre.
Realmente hubiera deseado una madre así como ella. Es tan sensible y dulce, y tiene un aura tan maternal.
—G-gracias—dije trabándome un poco mientras me sentaba en la silla frente a ella y mi padre.

—No hay por qué agradecer, ahora come— me reí porque se que a ella no le gustaba que le agradecieran por todo, pero había tenido un lindo gesto.

Nos pusimos a comer y les empece a hablar un poco de la universidad y de como estaban mis calificaciones. Preguntaban bastante pero a mi me encantaba hablar sobre lo que estudiaba. De pronto me acordé de algo y hablé rápido frenando la anterior conversación.

—Me quedare a cuidarles la casa—dije segura de mi misma.

Ambos dieron pequeños aplausos. Y yo sonreí completamente feliz por ellos.

—Dan estará en Seattle, seguro puede venir él y los niños para hacerte compañía si te sientes muy sola.—dijo Athenea mientras comía de su plato.

«Sería buena idea»

—Claro, le avisaré si me aburro de la soledad—reí un poco.

—Espero que no te este haciendo trabajar muy duro—dijo mi padre bromeando.
Sonreí mirando mi plato.

—No, esos niños son las personitas mas dulces que conozco, y su padre es una excelente persona—dije antes de llevar un trozo de cereal a mi boca.

—¿Y la mujer de Dan? ¿Qué tal, es buena?—de pronto me atoré un poco, ante la pregunta de Athenea.

—Amm si, si claro

—No pareces tan segura—argumento Athenea mientras me pasaba una servilleta.

Reí nerviosa.

—No es mi estilo de compañía—hable rápidamente—es un poco chillona.

Los dos asintieron.

—Bueno, vamos a armar las valijas, amor.—habló Athenea como si nada, mientras le daba un apretón a mi padre. Este asintió.

«Uff, claro Amber, su mujer no es buena compañía pero tu besaste a su esposo»

Estúpida conciencia.

N/a: Buenas Lectores!
Acá les dejo una preguntita para saber su opinión...

¿Con que personaje se sienten mejor, con Amber o con Aarón?

Voy a empezar a dejar una pregunta al final del capítulo porque de verdad amo sus opiniones. Los leoooo!

Las ventajas de enamorarte © |Completa| (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora