Capítulo 35

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Amber.
El insistente ruido del teléfono me hizo despertarme.
¿Cuándo me había quedado dormida?
Contesté el número desconocido que aparecía en la pantalla, luego de que sonara tres veces más. ¿Qué diablos querian?

—Hola ¿Amber?—me extrañó que la persona no supiera a que número estaba llamando, pero aún así respondí.

—Si, soy yo—escuché una respiración y alguien volvió a hablar.

—Oh Amber, soy Ivan— rode rápidamente los ojos al oir de quien se trataba. —¡Al fin encuentro tu número, maldición!.— soltó una carcajada y despegue un poco el teléfono de mi oido por sus gritos.

«Qué eufórico» mis ojos se pusieron en blanco por segunda vez.

Me quedé en silencio por un momento sin saber que responder. Ya sabía a que venía su llamado.
Aún no me olvidaba lo que dijo en el supermercado y la pelea que había tenido con Aaron por su culpa.

—Mm de hecho te llamaba para saber si estás libre mañana—iba a responder una mentira, como que tenía plantes o algo asi, pero el siguió hablando—Esperaba que me llamaras, para lo de la reunión que va a hacer Nathan, pero como no me has llamado he buscado tu número por cielo y tierra—soltó otra risa divertida.

«maldito acosador, me das un poco de miedo»

—Estuve muy ocupada, lo lamento— hablé aún sin saber que responder—No sé si mañana tendré el día libre, estaré con Aaron.— respondí rápidamente para poder terminar la llamada.

Traté de inventar una excusa rapido.
Eso funcionaria por ahora.

—¡No te preocupes!—respondió casi
gritando —Que venga él también, de seguro le siguen gustando las fiestas a ese tipo—rio un poco—Vamos Amber, estarán muchos de tus amigos, estoy seguro que todos te quieren ver, la pasaremos bien y te aseguro que será muy tranquilo todo.

Rodeé los ojos ante su insistencia. ¿Qué le podia decir? Tampoco es que me desagradara la idea de ir a una reunion después de estar tanto tiempo sin ir a una.
Allá en nueva York no había aceptado ninguna invitación y mucho menos había salido a ningún lado, solo me quedaba encerrada en el departamento, por lo que me pareció buena idea juntarme con vieja gente conocida.

Al diablo, creo que será una muy buena idea para que nos despejemos Aaron y yo.

—De acuerdo, pásame la dirección y la hora, ahi estaremos— dije luego de largar un pequeño suspiro. Escuché que revolvía unos papeles hasta que se detuvo.

—¡Si! Te paso la dirección por mensaje, empieza a las 23:00 pm, espero verte, adiós—y colgó.

Me llegó el mensaje a los segundos.
Suspiré y miré la hora, no quería que se me hiciera tarde para volver a casa. Eran las 16:48 pm por lo que no me preocupe.

Entré a mi correo como 6 veces antes de irme de la casa.
Estaba ansiosa por la respuesta.

[...]

De regreso a casa, me puse muy nerviosa.
¿Cómo le diría a Aaron lo de la "reunión" de mañana? Espero que no le parezca mal.
Lo menos que quería era una discusión con él ahora.

Cuando al fin llegué, la noche había empezado a caer. En eso se caracterizaba Seattle, estábamos acostumbrados a tener poco tiempo de luz del sol.

Al entrar a la casa justo a las 18:00 pm, todo estaba apagado y al rededor estaba en absoluto silencio, no había nadie.

Suspiré y me senté en el sillón esperando a Aaron, que por supuesto, era todo menos impuntual.

Llegó con una caja de pizza y esa mirada ruda y varonil reflejaba cansancio. Su ropa estaba arrugada y su pelo un poco despeinado, como cuando se lo desarreglaba con la mano.

—No sabes lo que te he extrañado, angelito—me acurrucó en su pecho, dejando la comida a un lado.
Aspire el perfume que desprendía su camisa.

   —Yo también— admití mientras me aferraba más a él.

—¿Comemos? Muero de hambre—asentí y mi estomago gruñó. Me di cuenta que no había probado bocado alguno durante todo el día. Esto no esta bien. —Parece que no soy el único— río pellizcando mi panza con su dedo.

—¿Lizabeth?— preguntó mientras abría la caja de pizza y agarraba una porción.
Hice lo mismo mientras respondía.

—En casa de una amiga, fue a quedarse a dormir—levanté mis hombros en señal de despreocupación.

Aaron frunció el ceño.

—Que raro, no sabía que tenía más amigas además de Amanda— hablo confundido.

—Pues estará con ella ¿no?— pregunté sin entender a que se referia.

Negó.

—No, Amanda está de viaje como la mayoria de las veces, eso me ha dicho Lizbeth.

—Tranquilo, seguro tiene nuevas amigas—traté de tranquilizarlo mientras seguíamos comiendo.
Estabamos en silencio, mientras veía como un agotado Aaron esperaba a que yo teeminara mi porcion. Decidi dejarla para que nos fuesemos a acostar y él pudiera descansar de una vez.

Parecíamos una pareja de ancianos que se acostaba temprano. Reí ante la idea de imaginar a un Aaron de viejo.

—Ah, por cierto, mañana tenemos una pequeñísima reunión con amigos— solté casualmente mientras estabamos acostados.

Aaron abrió sus ojos rápidamente y me miró.

—¿Quién "nos" ha invitado?—remarcó sus palabras dándole énfasis a lo que trataba de decir.

—Ivan—dije algo bajito y cohibida.
Ojalá no se lo tome a mal. Estaba harta de pelear o tener una discusión siempre.

Suspiró resignado.

—Esta bien amor, si quieres ir, así será—y con eso, me abrazó contra su pecho y a los pocos minutos,
ambos ya habíamos sido vencidos por el sueño.


Maratón cap. 2/3

N/a: ¡Disfruten del capítulo!
No olviden dejar si Estrellita, me ayudan un montón, mil gracias :) nos estamos leyendo

Las ventajas de enamorarte © |Completa| (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora