Las ventajas de enamorarte © |Completa| (editando)

Capitulo 16

Amber.

El "gran día" había llegado para mi padre.
Me levanté temprano, bueno, las diez para mi lo es; y vi que solo faltaban cuatro horas para el comienzo de la ceremonia.
Me bañé y me acomodé un poco el pelo, para después secarlo y planchármelo.

Dan había dormido en la misma cama que yo así que fue inevitable no verlo antes de que despertara, dormía como bebé.

—Amber ¿Quieres caf..—dejó de hablar al ver que no haber tocado la puerta antes de entrar traía sus consecuencias.
Mis manos vuelan y trato de taparme un poco.
Estoy semidesnuda enfrente de Dan y él parece en shock.

—L-lo lamento—sale disparado de la habitación y solo ahí soy consciente de que mi respiración está bastante agitada.

—Amber ¿Café?— sonrío nerviosa al escuchar su voz detrás de la puerta.

—Si, porfavor.

Me termino de vestir y salgo con la ropa de la boda en un bolso, y con el maquillaje en la otra mano.
Agradecí a dios que Dan había pasado por mi vestido y los zapatos que iba a usar.

Me encuentro a Dan en la cocina, ya vestido, con dos tazas de café humeante en el desayunador.

Siento mis mejillas calentarse y puedo apostar lo que sea a que estoy completamente sonrojada.

—Perdón Amber, tendría que haber tocado.—puedo percibir cierta pena en su voz.

Me siento frente a él.

—Descuida, solo fue sin querer.—asiente y empezamos a desayunar.

—Espero que mis hijos estén bien—ríe él.—Eso de dejarlos no me gusta, pero era necesario.

—Seguro están bien, llámalos—sugerí.

—Ya lo hice, solo me preocupo.

Me quede remarcando sus facciones mientras lo veía comer una galleta.
Realmente Dan era un buen hombre, caballeroso y atento. Por un momento mi pecho se oprimió.

—Vamos que tenemos que llegar con dos horas de anticipación.

Asiento y salimos directo a el lugar donde se iba a celebrar la boda.

[...]

—Estoy emocionada por mi padre—digo de repente.
Habíamos llegado y estábamos buscando donde dejar el auto.

—Estoy feliz por él y porque se haya dado una segunda oportunidad con el amor—habla Dan, mientras estaciona el auto.

Sonreí ante lo que dijo.

—Si, creo que nos podemos equivocar con la persona que elegimos, el tema esta en no rendirse hasta encontrar a alguien indicado.

Mis palabras me sorprenden hasta a mi.
Creo que estaba bastante melancólica.

—Si te casas con ese "error", es mucho más difícil, pero creo que si encontras a alguien indicado lo dejas todo por estar con esa persona.—lo miro al ver lo que había dicho y el ya me estaba mirando.
Claramente era una indirecta.

En un momento al otro, sus labios chocan con los míos.
Quedo petrificada ante tal acto. No lo podía creer. Pero ahí estaba yo, siguiendo el beso.

Me separo segundos después.

Lo miro totalmente avergonzada.

—No deberíamos haber hecho eso, t-tu tienes espo...—me corta.

—Sh—pone su dedo en mis labios callándome al instante.—Fue mi culpa, me dejé llevar, perdón.

Asiento aunque se que ha sido culpa de los dos, más mía, porque no lo he detenido.

—¿Bajamos?—asiento y salimos del auto.

Un gran espacio con arboles se encuentra frente a mi.
Telas altas, color crema, vistiendo el lugar de una manera armónica.
Hay unas sillas revestidas con lazos celestes demasiado claros.
Frente se encuentra el altar, bastante sencillo pero hermoso.

Miro a los costados y puedo ver la casa en donde el novio y la novia se están preparando y donde me dirijo yo, para también vestirme.

Puedo ver a algunas mujeres yendo y viniendo acomodando algunas flores y demás.

Dan se adelanta y va a hablar con un hombre el cual no reconozco. Le quito importancia y cuando estoy por seguir mi camino, una voz me detiene.

—Señorita...—una mujer la cual nunca había visto, esta justo frente a mi.

—Buenos días, disculpa pero ¿dónde tengo que ir a vestirme? soy la dama de honor—pregunto rápidamente.

—Por ahí—dice media abrumada por mi rapidez al hablar.
Me señala la casa. Esta era bastante rústica y le daba un lindo aspecto al lugar.

Asiento y me dirijo hasta esta.

Cuando entro me sorprendo al ver mucha gente acomodando de una manera eufórica, telas yendo y viniendo, flores en el piso.

Esquivo todo eso, y subo la escalera. En una puerta se encontraba un cartel que me hizo sonreír.

Novia.
Futuro esposo, no pasar.

Abro la puerta y me quedo estática. Realmente Athenea se veía como la novia perfecta. Se miraba en el espejo como buscando cualquier imperfección, cosa que por supuesto no encontraría.
Su vestido era color crema y un lazo celeste se enredaba en su cintura, resaltando su estrechez.

—¡Amber!— Athenea corre hasta mi sin importar que llevaba tacones bien altos, y me abraza.

Le devuelvo el abrazo.

—Estas hermosa, Athenea— ella me sonríe tan radiante y emocionada que me hace sonreír a mi también.

Me sentía tan bien de que mi papá hubiera encontrado a una persona como ella.

—Anda a vestirte y maquillarte— dice antes de darse la vuelta y seguir mirándose en el espejo.— por cierto, la habitación esta al lado.

Asiento.

Salgo dejando que siga volviendo loca a las maquilladoras que se encontraban con ella.

Abro la puerta que me indico y descuelgo el bolso de mi brazo.

Hay un espejo gigante y me miro.
Empiezo a sacarme la ropa sin despegar los ojos de aquel artefacto.
Cuando estoy semidesnuda, me miro con mas detenimiento. Realmente he perdido demasiado peso, casi de una manera preocupante. Pero para mi era relativamente normal, yo no comía porque realmente no tenia hambre y no me iba a forzar ha hacerlo.

Saco el hermoso vestido de dama de honor y me lo coloco de apoco.

Cuando termino y lo veo ceñido a mi cuerpo, me pongo los tacones negros.

La verdad me quedaba de maravilla el conjunto, no iba a mentir. Me recogí el pelo en una trenza cocida y me siento frente al espejo para empezar a sacar los maquillajes.

En realidad iba a ser un maquillaje demasiado sencillo ya que no quería quedar sobrecargada.

Me puse base, me delineé y me puse un labial rosado.

Me vuelvo a mirar completamente y miro el reloj.

Solo me tomo cuarenta minutos todo, es mi tiempo récord.
Rio ante mi pensamiento y salgo de la habitación.

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