Capítulo 32

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Amber.

Cuando llegamos a la casa de Aaron, pudimos ver a Lizabeth por las ventanas y ambos soltamos un suspiro.
Aunque en si me daba pena por él, sabía que lo mejor era que se mantuviera lejos de una persona como ella.
Su hermana había demostrado ser una calculadora de primera, además de casi habernos arruinado la vida a ambos.

Aveces me pregunto qué sería de nosotros si pudiéramos llevar una relación normal, donde nuestras vidas hubieran sido perfectas desde el principio.
Pero luego recuerdo que esto nos hace ser nosotros.

Entramos a la casa luego de bajar todas las cosas del auto. Se podía oír unas carcajadas en el living que nos hizo a ambos fruncir el ceño mientras dejabamos las bolas de en piso de la cocina. ¿Y ahora qué?

  Me tensé de golpe al reconocer esa risa y Aaron lo notó.
Caminando rápidamente me acerqué hasta la sala y ahí lo vi, después de tanto tiempo, junto a Lizabeth.

Esto no podía ser cierto y no podía estar pasando justo ahora.

   —¿Qué rayos estas haciendo en nuestra casa?—vociferé mientras sentí a Aaron atajar mi cintura, viendo mis obvias intenciones de plantarle una cachetada a ese imbecil.

Sus ojos fueron directamente hacia mi y una sonrisa ladina de su parte, hizo que mi cara se calentara del enojo.

   —Amber—saboreo mi nombre y yo rodeé los ojos— Que lindo verte de nuevo, pensé que la próxima ves que te vería sería en un hospital, —fruncí el ceño extrañada— ya sabes, por tu depresión.

Mis manos se formaron en puños rápidamente.
    «¿Por qué este idiota pensaba que tenía depresión?»

   —Te quiero fuera de mi casa ahora mismo antes de que salgas y no te pueda reconocer ni tu madre— oí a Aaron controlar su voz, en un intento de sonar tranquilo, pero sabía que estaba lejos de estarlo.

   —Él se queda, es mi novio—se paró rápidamente Lizabeth y nos enfrento a ambos— ¿Por qué ella se puede quedar y mi novio no, eh?—habló retándonos con la mirada.

   —Se va ahora, Lizabeth— otra vez mi pobre Aaron conteniéndose, me aferró más a su cuerpo como si quisiera protegerme de todos.

Su hermana se acercó a mi, sin siquiera prestar atención a las palabras de él.

   —He escuchado que hablas de esta casa...— se corrigió rápidamente—Perdón, de mi casa, como si fuera tuya—Y a centímetros de mi rostro terminó de hablar—Esta casa me pertenece a mi y a mi hermano, no es y nunca será tu casa mientras yo viva.

Lancé una carcajada al escuchar sus palabras y  salí despacio de los brazos de Aaron para acercarme a ella. Él me miró confundido y desconfiado, se notaba que no quería que me enfrentara a su hermana porque ella no era de fiar, y ambos lo sabíamos.

Asentí hacia él para que se quedara tranquilo y luego me di vuelta para ver a mi verdadero objetivo.
Seguramente tenía una cara de loca tremenda, porque enseguida sus pasos temblorosos la hicieron retroceder.

   —¿Crees que me interesa quedarme con tu casa? ¿Eh? ¿Eso crees?— me reí más fuerte aún.—No me interesa nada que te pertenezca, solo quiero que dejes de tratar de separar a tu hermano de mi, porque...—toqué su cabeza ligeramente con mi dedo—y metete esto en esa pequeña cabeza tuya; lo nuestro es para siempre, y no me importa tu opinión.

Parecía que iba a estallar cuando, de lo mas serena, volví a los brazos de mi Aaron. Me mostró una hermosa sonrisa y el orgullo de sus ojos me confirmaba que había dicho las palabras correctas.

—¡Vamos a mi habitación!— gritó alterada hacia Nathan, quien se me había quedado mirando totalmente perplejo.
Agarró fuerte su brazo y mientras lo llevaba a rastras por la sala, pensé que todo quedaría ahí.
Que equivocada estaba.

—Lizabeth, tienes cinco segundos para que esta basura salga de mi casa— Aaron se acercó a ella con los brazos totalmente tensos y señalo la puerta.— Si tu quieres dejarte cojer por alguien que ni siguiera te respeta... bien, es tu cuerpo y no me interesa.—habló mirándolos a ambos—Pero no será acá, así que no me importa que tú tengas que irte también.—sentenció duramente.

Vi los ojos lagrimosos de Lizabeth y juró que por un momento me sentí mal por ella.
Conteniendo las lágrimas y dándome una última mirada de odio profundo, salió corriendo hacia su habitación dando un portazo, haciendo sisear a Aaron.

—Vete.

Y no tuvo que decirlo dos veces, cuando Nathan agarró rápido su chaqueta de cuero, y salió sin dirigirnos si quiera la mirada.

Luego de todo ese espectaculo, ambos nos sentamos en el sillón manteniendo absoluto silencio. Tomé el hombro de Aaron para masajearlo un poco, viendo como se destensaba poco a poco.
Sabía que debía ser muy duro para él pelearse con la unica familia que tiene, pero su hermana tampoco parecía querer tener buen vínculo con él.
Aveces me preguntaba si Lizabeth fue así de egoísta toda su vida o si, simplemente, había cambiado de la noche a la mañana.

—Ella...—empecé preguntando, un poco nerviosa de como se iría a tomar mi pregunta.—¿Ella siempre ha sido así?

Pude jurar ver un poco de nostalgia en su mirada, mientras agarraba una foto de su hermana y él, que se encontraba justo en el mueble al lado de donde estabamos sentados.
Era una bonita foto. Ambos parecían felices y un destello de complicidad inundaba la esencia de esa fotografia.

—Cuando quedamos solos con Rosa, me prometí cuidar de ella hasta el fin de mis días—dijo con angustia en su voz—Era muy fragil y la gente solía jugar siempre con sus sentimientos—continuó con un poco de enojo—Ella vivía entrando en depresiones, tenía muchísima ansiedad y parecía que siempre se aferraba a las personas equivocadas.

—No tienes que hablar de esto si no quieres, lo sabes ¿no?—dije rapidamente al notar como sus manos cada vez sostenían con más fuerza aquella foto, haciendo que sus nudillos se pusieran blancos. Tenía miedo que el vidrio que mantenía esa fotografía reluciente y como nueva, estallara y se hiciera daño.
Asintió y luego siguió hablando.

—Yo a diferencia de ella, era mas solitario y nunca dependía de nadie, pero sé que tampoco fui feliz por mucho tiempo, hasta que te conocí—miró mi rostro y sonrió solo un poco, como si le costara en ese momento.—Tú le diste luz a mi vida, realmente me enseñaste a vivir, y eso fue un golpe bajo para ella.—sus hombros subieron y bajaron mientras un suspiro se escapaba de sus labios.—Empezó a tener mucha envidia de como siempre parecía estar mucho mas contento, o como simplemente le sonreía a mi celular como un tonto al ver que eras tú la que me hablabas.

Lizabeth , quien siempre se había mantenido marginada de esos sentimientos tan puros, no había aguantado la idea de ver que su mayor complice en todo, estaba viviéndolo; la envidia la había cegado por completo.
Amber recordó una pequeña frase que había leído por ahí.
Lo más peligroso que puedes hacer, es sonreír frente a una persona que no es feliz.

Y nunca le habían parecido tan ciertas esas simples palabras como lo hacían ahora.



N/a:
Buenass lectoresss!
Disfruten un poco del pasado de Lizabeth y traten de no odiarla tanto ajajaj 😅
Los quierooo, y los leo siempre💓
¡No se olviden de dejar su estrellita, me ayudan un montón con algo súper sencillo, graciasss!

Las ventajas de enamorarte © |Completa| (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora