Extra: La boda

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Amber.

—Morocha, ayúdame con esto—escuché su voz desde atrás de unas cortinas, era obvio que era alguna de sus baratas excusas y no necesitaba nada, solo intentaba poner sus manos sobre mi, además de intentar mirar aquel vestido que yacía en mi cuerpo.

Y en verdad era hermoso. Había estado nueve meses diseñando lo que seria el vestido final, y su resultado me encantaba. Una pieza puramente blanca de encaje sujetaba mis brazos en dos mangas delicadas, luego un pequeño listón rosa viejo adornaba mi cintura, donde comenzaba una larga y blanca cauda adornada con pequeños y casi imperceptibles brillos.

Aaron había estado insistiendo todos aquellos meses, pero me encargaba de dibujar bocetos falsos, solo para que no indagara más. Quería que fuera total y absolutamente sorpresa.
Supongo que lo había descubierto, porque no dejaba de hacer incontables maniobras para vérmelo puesto.

—¡Pídele a mi padre que te ayude, estoy segura que no tendrá problema!—grité para que me escuchara, ahogando una risa por la cara que seguramente estaba haciendo ahora mismo.

Nuestro hijo Nicholas estaba cada día más grande, me parecía increíble como crecían los niños de un día para el otro.
Nuestro pequeño ya intentaba pararse y caminar por sus propios medios, incluso cuando hace solo un año que había nacido.

En cuanto a Aaron y a mi, no podíamos estar mas felices de la familia que habíamos formado. Era solo voltearse a mirar el pasado para darnos cuenta todas las cosas que pasamos para poder estar aquí ahora.

—¿Como te encuentras, necesitas ayuda?—sonreí al ver a mi mejor amiga aparecer en aquella habitación.

—Creo que voy a vomitar—sentí mi estomago un poco revuelto, mientras miraba la hora.

Faltaban menos de diez minutos para que viniera mi padre a buscarme, y sentía que me desmallaría de los nervios

—Te ves perfecta, Amb, y se que van a ser la familia más hermosa del mundo,—su voz lograba tranquilizarme un poco, pero aun así seguía sintiéndome ansiosa.

Asentí y toqué mi cabello suavemente, rogando que el peinado durara todo lo que tenia que durar. Retorcí mis manos por lo que pareció una eternidad, mientras escuchaba a Mia hablar y hablar acerca de lo feliz y orgullosa que estaba de nosotros.

Oí dos golpes en la puerta que me hicieron dar vuelta rápido, casi perdiendo el equilibrio.
Logré estabilizarme en seguida.

—¿Amb, estas lista?—escuché la suave voz de mi padre, y asentí rápido—Es hora entonces, princesa.

Asentí de nuevo, y con un pequeño saludo, me despedí de Mia.

—¡Espera! ¡La dama de honor primero! —la vi salir corriendo, sabía que se iría a poner en el puesto que le tocaba.

Salimos detrás de ella, y a lo lejos pude ver como se paró junto al lugar donde estaría en un momento.

Sonreí.

Cuando puse un pie en aquella alfombra beige, escuché esa cliche melodía que conocemos todos.
Y estaba feliz.
Ahí lo vi, entre toda esa gente y aquella elegante ceremonia que habíamos estado planeando por meses, lo vi.
Estaba parado con su hermoso traje negro, y a su cuello lo adornaba una corbata del mismo color que mi lazo.
Podía jurar que todo había desaparecido a mi alrededor, para dejarme solo la vista de aquel par de ojos que me miraban con sorpresa y adoración.
Dios, lo amaba.

Mi padre me llevaba sujeta a su brazo, y lo agradecí porque sentí como mis piernas temblaban más a cada paso que daba.

Cuando por fin llegamos, pude ver una lagrima rebelde sobre la mejilla de mi Aaron. Me enterneció la vida aquello.
Mi padre le entregó mi mano a él y con una pequeña señal de respeto, se situó en su lugar entre las demás personas.

Las ventajas de enamorarte © |Completa| (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora