Capítulo 51

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Amber.
Simplemente me quedé ahi, sin decir nada en absoluto, mientras sentía como mi cuerpo se paralizaba de pies a cabeza.

«¿Iba a ser ma-mad-madre?»

Incluso pensar parecía difícil ahora. Miré a Aaron en busca de algún signo de enojo, frustración, pánico... pero no puede distinguir nada en aquella implacable expresión seria, que había plasmado en su rostro.
Temblé.
Miré al medico frente a mi, y como si de una broma se tratase, intenté modular normalmente.

—¿Be-be?— mi voz se cortó y mis oídos pitaron de una forma horrible.

Lo vi asentir y sentí el peso del mundo sobre mis hombros. Estaba acabada.

Unos brazos me rodearon, y por primera vez aquel día, me permití llorar.
Aaron no dijo absolutamente nada y  me siguió abrazando hasta que pude calmarme un poco.

Mi pecho siguió sintiéndose pesado, como si de repente todas aquellas emociones que guarde alguna vez, explotaran de golpe.

—De todos modos, hoy ya te daremos el alta,—carraspeó el doctor, interrumpiendo un poco el momento.—Haz reposo y trata de no sufrir grandes conmociones, es muy peligroso para el estado en que te encuentras.

Sabía que me estaba hablando, pero era una voz lejana. Esperaba que Aaron estuviera escuchando atentamente sus palabras, porque me encontraba sumergida en las profundidades de mis pensamientos.

¿Qué haría ahora? ¿Qué pensaría mi padre cuando se lo contara? ¿Yo? ¿Madre? ¿Cómo podría cuando ni siquiera tuve una?

—Vamos a casa—escuché murmurar muy lento a Aaron, en mi oído. Su voz trataba de trasmitirme seguridad, algo que en ese momento me faltaba bastante.

Me alarmé  y asentí, un poco exaltada.

«Oh, no podíamos irnos.»
Negué lentamente, ganándome una mirada de confusión.

—No, no podemos dejar el hospital... tu herm— logró interrumpirme rápidamente.

—Nos iremos, quiero estar contigo en casa—insegura, lo miré tratando de volver a hablar. Me interrumpió por segunda vez.

—Iré a hablar con ella para avisarle que nos iremos ahora—asentí porque no tuve mucha opción.
Lo vi salir bastante apurado, y solo esperaba que la suerte empezara a estar de nuestro lado.


Me quedé mirando la enorme habitación mientras empezaba a extrañarlo. Me hacía falta en este momento, y aunque se hubiese ido a metros míos, seguía pareciéndome una eternidad de tiempo.

No podría decir cuanto tiempo esperé, pero no fue mucho. Aaron ya se encontraba chequeando todos los papeles para darme de alta, y luego de dos horas de espera, lograron darnos el pase libre para irnos.

—Sostente de mi.
Aaron agarró mi mano y me hizo caminar, muy despacio, a su lado.

Cuando vi que salíamos por fin de aquel hospital y su desagradable olor a químicos, oí a Aaron maldecir en voz baja.

—¿Qué ocurre?—indagué un poco desconcertada. Miré para ambos lados, buscando la motocicleta que habíamos estacionado hace unas horas.

Lo vi fruncir sus labios fuertemente, cosa que me puso un poco nerviosa.

—No quiero conducir aquella peligrosa motocicleta contigo en estas condiciones...—admitió en voz baja, casi inaudible.

Me reí un poco al ver lo lindo que se veía.

Unos minutos después ya nos habíamos montado a un taxi. Aaron me mantenía apegada a él, como si tuviera miedo de perderme repentinamente.

Me gustó estar de esa manera con él. Mirando la maravillosa vista a las estrellas que teníamos, desde ese punto, me mantuve aferrada a mi gran calma.

Las ventajas de enamorarte © |Completa| (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora