Capítulo 9

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Amber.

Dejé recostado a Charlie en su cama, y como sabía que había merendado de buena manera, según su tia; dejé que se durmiera sin haber cenado.
Estaba muy incomoda, cosa que nunca me pasaba. Y ese comentario había quedado vagando en mi mente.

«Zorra»

No sé con que cara iba a mirar a Dan después de enterarme lo que su esposa había dicho sobre mi.
Voy al comedor de nuevo, cabizbaja. Solo quería irme de ese lugar, pero no quería volver a mi casa.

¿Acaso todo se había alineado en mi contra?

Escucho un carraspeo detrás de mi.
Me doy la vuelta mirando a Dan.

—Primero, perdón por todo ese show— dijo rápidamente y atropellado—No fue mi intención que él dijera esas cosas, se supone que los niños no escuchan detrás de una puerta la palea de sus padres—lo miré sin decir nada, hasta que terminó de hablar.

Su mejillas habían tomado un color rosado, no sé si era porque estaba avergonzado, o por otra cosa.

—Esta bien— no se me ocurrió nada, por lo que mi respuesta fue cortante y un tanto fría para la situación.—Me iré a mi c...—soy interrumpida por la voz de Emma.

—Amber ¿Quieres ayudarme a servir el helado que trajo Dan?—asentí sin decir nada, al fin y al cabo ellos me habían dejado quedarme en su casa a cenar, se merecían mi total cortesía.

Caminé hasta la cocina y la miré.

—¿Todos comen de todos los sabores?— dije refiriéndome al helado.

Ella asintió mientras sacaba unos potes de debajo de la mesada.

—Menos Dan, es alérgico a la frutilla— asiento solo poniendo de los sabores restantes en el pote de él.

Cuando teníamos cuatro potes, me dirigí con el pequeño y rosado de Aouda, hasta su habitación.
La pequeña pegaba figuritas en lo que parecía un album de stickers de princesas.

—Hermosa, te traje helado como premio de que comieras la sopa—ella me sonrío y asintió. Se lo deje en la mesita al lado de su cama.

Vendría por el más tarde.

Bajé nuevamente a la sala de estar donde me encontré a Dan y a Emma conversando con desinterés y mas preocupados en sus teléfonos que en la conversación que parecía que estaban estableciendo.

—Perdón por interrumpir—digo sentándome frente a ellos.

Así estábamos los tres adultos de la casa, acomodados y sabia que venia una platica que seguramente no me iba a interesar.

—¿Cuantos años tienes?—pregunta Emma hacía mi con interés.—Perdón mi pregunta inquisidora.

—Diecinueve—respondo probando el helado de limón. Estaba delicioso, maldición.

Ella parece sorprendida, como si le habrían dicho cualquier cosa.

—Eres demasiado joven—dice haciendo énfasis en "joven".

—Lo es—agrega Dan, como si seria la primera vez que le digo mi edad.

—¿Y por qué trabajas siendo tan joven?— la miro sin entender.
Había muchas personas que empezaban a trabajar antes que yo, pero luego se me vino a la cabeza que ella venia de una familia con mucho dinero, ya que a su hermana se le notaba a kilómetros los lujos que manejaba.

Las ventajas de enamorarte © |Completa| (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora