*15 años después*
Mi alarma suena, y con mucho dolor me levanto de mi cama para apagarla. Me quedo viendo a un zapato que está tirado en el suelo, pierdo la cuenta de cuanto tiempo llevo viéndolo.
Cuando reacciono me levanto directo al baño, hago mis necesidades y tomo una ducha rápido. Me pongo lo primero que encuentro, una camisa sin mangas negra y unos jeans con unos tenis negros. La mayoría de mi ropa era vieja y oscura.
Miro el calendario, es 29 de enero, hoy oficialmente cumplo veintitrés años, él cumple veintiséis años hoy. Como pasa el tiempo, quince años sin saber nada de él, trate de olvidarlo pero no pude, él sigue en mi mente, y es lo que más me duele.
Voy a la cocina para preparar el desayuno, mi padre dejo una nota que trabajaría temprano y no tomará el desayuno con ellas. Así que hago el desayuno para dos personas.
Las cosas no han cambiado, sigo siendo la sirvienta de la casa, ella sigue maltratandome por el más simple error. Emma sigue molestandome al igual su madre. Ella empieza hoy su primer año de universidad, lo que significa tener que sufrir bullying de su parte frente a sus amigos, como cuando hemos estado en la misma escuela. Nunca cambiaron esas dos mujeres.
Había sido un buen tiempo mientras estaba sola en la universidad. Mi paz ha sido invadida una vez más.
Por mi parte sí cambié, ya no soy la de antes, y no por lo físico; no hablo con nadie, no tengo amigos, soy como invisible para todos, incluso para mi padre.
Sirvo la comida y la señora Amelia viene entrando con su ropa de dormir.
-No te lo volveré a decir, no te le acerques a Emma, no le dirigas la palabra, ni siquiera la mires, ¿entendido?- atacada apenas el sol sale.
-Si, señora Amelia.- susurro.
-¡Hola, mami!- entra Emma y le da un abrazo por detrás a la señora Amelia.
-¿Cómo despertó la niña más hermosa del mundo?
-Muy feliz mami.- le sirvo a ella mientras toma asiento -Estoy muy nerviosa. Espero hacer amigos pronto. Todos mis compañeros de la prepa fueron a estudiar al extranjero y yo me quedé aquí.- se cruza de brazos molesta.
-Ya te lo expliqué. Necesitas aprender otro idioma y que tu promedio sea muy alto.
Yo me voy a la cocina para no escuchar su conversación absurda. ¿Tan difícil es decirle que tiene el cerebro de un pez? Yo lo haría pero eso sería mi sentencia de muerte, y no exagero.
Me como unas uvas, tal vez compre un café en el camino, pero eso implica hablar, así que paso. Busco algo para mi almuerzo, cojo un yogurt y unas galletas.
Voy al comedor para retirar los platos, ya han terminado de comer. Los lavo y me voy a mi cuarto.
-¡Ya me voy, mami!- escucho a Emma gritar.
-¡Qué tengas un buen día! ¡Conduce con cuidado!
Las cosas que me daban a mí, Emma las quería y mejores. Recuerdo cuando me dieron mi auto a los diecisiete y Emma lo tomó "prestado" y se fue solo a estrellarlo quién sabe dónde, y mi auto quedó como nuevo. Parecía que Emma quería transportarse a Narnia en auto y simplemente no cupo en el armario.
A ella le dieron otro por supuesto, lo "merecía" según la señora Amelia.
Pongo mi almuerzo en mi mochila y salgo de la casa. Camino una cuadra para tomar el autobús, como siempre el transporte público está repleto de gente y me toca ir parada.
Llego a la universidad y busco mi nuevo salón, aún faltan diez minutos para que empiece. Me siento en el asiento de la esquina, saco mi libreta y me dispongo a dibujar sin ver a otra cosa que no sea la libreta.
ESTÁS LEYENDO
La voz de tu corazón (#1 Trilogía De Corazones Infelices)
Romance|COMPLETA| "Sí el amor es verdadero, pueden pasar siglos y seguir intacto." Dos amigos inseparables de la infancia se separan por asuntos familiares; sin embargo, cada uno vive con la esperanza de volverse a encontrar, aunque sea en los sueños del o...