Capítulo 26- Maratón 4/4

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Sus risas no cesan, y honestamente me provocan dolor de cabeza. Me levanto del piso, con dificultad, y tomo mis cosas corriendo afuera del baño, en busca de la salida.

Las personas afuera me miran confusos, algunos ríen, pero no dejo de correr. Inesperadamente, alguien me toma del brazo, girandome y obligándome a verle.

—¿Quién te hizo esto? —pregunta viendo mi cuerpo y cara empapada de harina, huevo, y agua.

Mi ira subió a un nivel tan alto que hasta sentí mis mejillas arder del coraje. Ya era vergonzoso estar en esta situación, y que él estuviera metiéndose en mis asuntos era humillante.

Simplemente deje salir mi ira.

—¡¿Qué te importa?! —grito y me safo de su agarre para volver a correr hacia la salida.

Corría hacia el único lugar que se me ocurre y donde nadie me haría daño por que sé que estaré sola.

Al salir de la universidad, todo fue mejor, aunque las miradas de las personas seguían puestas en mi, era menos vergonzoso. Dejé de correr debido al cansancio y mareo apenas crucé la salida, y me dediqué a caminar con la cabeza baja. Hasta que llegué a la tumba de mi madre.

Me dejé caer a la tierra de rodillas. Abracé la cruz decorada con su nombre como si fuera una niña abrazando a su preciado peluche para que nadie se lo quitara.

—Mami, ¿Por qué me hacen esto? ¿Por qué? —mis lágrimas caían por mis mejillas al no poder ser capaz de retenerlas más tiempo— ¡No quiero ser una basura!... No quiero serlo...

De sólo pensar que Alejandra estaba con Emma me daba un dolor horrible en el pecho. Dolía más eso que mi ojo o los golpes. Si quería ser amiga de Emma, estaba bien, pero no entiendo por qué ahora hizo esto. ¿Me odia? ¿Qué le hice para que cambiara tan repentinamente conmigo?

¿Será que no nací para tener personas que me quieran? ¿No puedo confiar en nadie? O ¿Será mi forma de ser? Diablos, necesito respuestas.

*Narra Jay*

Me ha dolido el alma ver a la ojitos hecha un desastre. Verla empapada de polvo blanco, mojada, pero sobre todo ver su ojo hinchado y rojo fue como que me hubieran golpeado el pecho. Incluso pude oler algo desagradable viniendo de ella. Me siento incluso enojado. Quise ver quién le hizo eso, pero ya no había nadie en el baño.

Llegué a enfadarme conmigo mismo por no haber ido antes a ayudarla, quisiera hacer sufrir a la persona que le está haciendo eso.

Llamada entrante de Emma

Iba a colgar, sin embargo, mis dedos son tan inteligentes y obedientes que en vez de colgar, contesté la llamada.

—¿Qué? —digo de mala manera. No me apetecía hablar con nadie, y mucho menos con Emma.

—¿Por qué me respondes así? —suspiré para calmarme un poco.

—Perdón, no estoy de humor ¿Qué pasó?

—Quiero salir, ¿me llevas a algún lado? Vayamos a comer...

—No puedo, —habló antes que ella termine— tengo cosas que hacer. Adiós. —cuelgo rápidamente y meto mi teléfono en el bolsillo.

Busco a Alex por la universidad, y lo encuentro con los gemelos.

—Jay, ¿Sabes dónde está Linda? —pregunta Alex apenas se acerca a mi.

—Ha salido corriendo del baño. Dime ¿Quién la trata así?

—¿De qué hablas?

—¡Emma! —gritan los gemelos Alex y yo ponemos cara de confusión, y dirigimos nuestras miradas hacia ellos.

La voz de tu corazón (#1 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora