Capítulo 34

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*Narra Emma*

—Gracias por traerme, amor. Estuvo muy linda la cena. —me acerco a darle un beso en esos gruesos labios.

—No hay de qué. —aveces era tan seco como el desierto, pero no me daría por vencida.

—Nos vemos mañana. —apenas me termino de bajar el arranca hasta desaparecer.

Ni siquiera me esperó a que entrara a la casa, idiota.

Tuve que insistir como siempre en que fueramos a cenar, él a regañadientes aceptó. Soy su novia y yo tengo que estarlo rogando que pase tiempo conmigo, no es justo, él debería pedirmelo. Digo, no siempre uno tenía que tener la iniciativa, tenía que ser que ambos tuviéramos la iniciativa en lo mismo siempre. Siento que estaba dándolo todo en esta relación, y él tal vez daba un 30%.

Busco las llaves de la casa mientras camino a la puerta. Cierro mi cartera y al levantar la vista hacia la entrada, me encuentro con el amiguito de la muda sentado en la grama de mi casa, debo recalcar qué está buenísimo.

—¿Necesitas algo? —él se levanta de la grama y viene hacía mi.

—Em sí, quiero hablar con Tiffany. —maldita estúpida, ya le ha dicho el nombre, espero que nunca lo eschuche Jay— ¿Puedo pasar?

—Cómo sea. —ruedo los ojos y entro la llave a la cerradura.

Abro la puerta y me encuentro con la sorpresa que mi mamá está en el piso. Cuando nos ve se retuerce del dolor, está actuando, puedo hasta jurarlo. Ella hace expresiones raras cuando está actuando, y hoy se cubre el rostro para que no lo noten, pero yo soy su hija, la conozco perfectamente.

Mi pregunta es, ¿cómo acabó en el piso? No creo que la mida haya sido capaz de tirarla. Y hablando de apariencias, del brazo de la muda salía sangre, por lo que puedo decir es que mi madre estaba ganando.

—¡Ni Alex, ni Emma se merecen una madre como tú! ¡Ojalá él nunca sepa quién es su madre! —vaya que todos estos años que no habló le hicieron bien, ha gritado como que la estuvieran matando.

Estaba siendo muy dramática, entonces había que seguirle el juego. No podía dejar que mi madre quedara mal ante los ojos de este extraño que estaba al lado mío. Era una buena oportunidad para alejarle de un amigo más a la muda.

Aunque, había algo más en lo que no dejaba de pensar...

¿Cómo ella sabe que mi hermano se llama Alex? ¿Será que ella lo encontró? Más le vale que siga hablando, quiero saber en dónde está mi hermano. Si es que está vivo.

—¿P-por qué dices eso?... Yo jamás le haría algo a mis hijos. —dice, quejándose del dolor, y escondiendo aún más su cara.

Mi madre está actuando muy bien, ella nunca se cae por un simple golpe y mucho menos se queda sin hacer nada.

—No te hagas la tonta. Nadie sabe quién eres pero yo  —se señaló a sí misma, sin dejar de ver a mi madre en el piso con rencor— me encargaré de que todos sepan la verdad. ¡Tú no eres más que una prostituta asesina!

No sabe nada.

Me da un coraje que la muda la trate así, una razón por la que nos movimos de ese horroroso barrio fue porque a toda nuestra familia nos miraban raro, nos dio la espalda cuando lo necesitamos, sólo porque mi mamá fue lo que fue. Nadie entendía que lo hizo para alimentarnos y sobrevivir de aquella maldita pobreza.

Ahora con más razones jamás dejaría ir a Jay con alguien como Tiffany. Ella lo había tenido todo. No era justo para mi.

Creo que esperaré que sigan discutiendo, tal vez digan algo que no sepa. Me interesa saber cosas de las que mi madre no me cuenta por alguna extraña razón.

La voz de tu corazón (#1 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora