Capítulo 32

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—¿Tú crees que puedo perdonar algo así?

Su respuesta me toma por sorpresa, más bien, a todos. No era algo que no esperábamos, pero se trataba de Alex y Alejandra, de una amistad de años.

Él no la va a perdonar tan fácil, es algo triste pensar en eso.

—Sé que hice mal, y entiendo sí no me perdo... —las palabras de Alejandra se vieron interrumpidas por las de Alex, quien le miraba seriamente.

—Tienes la mala costumbre de no dejar a la gente terminar de hablar ¿no? —alzó una ceja, y sonrió de lado.

—Lo siento, continúa. —ella baja la mirada, esperando a los reclamos que no habían parado desde que supo lo que Alejandra mantenía en secreto.

—Créeme que cuando digo que no perdono a alguien, no lo hago, por más buena que haya sido conmigo... —la decepción y tristeza volvía nuevamente en el rostro de Alejandra, volviendo a sus ojos rojos y cristalinos—, pero tú no eres ese alguien. — al escuchar eso, sube la mirada al instante, y le mira— Eres muy especial para mi, y no te puedo tratar como a cualquier otra persona. No te voy a negar que has sabido ganarte mi confianza y mi perdón, has estado conmigo en las buenas y en las malas, y quiero preguntarte una cosa.

—Lo que sea. —en su voz había una pizca de intriga y emoción.

—¿Puedes perdonarme tú a mi por ser un idiota y no haberte escuchado? —una lágrima se desliza por la mejilla izquierda a Alejandra, y aquella sonrisa alegre se hizo presente en ella después de mucho tiempo.

—Ay Alex, yo no te tengo que perdonar nada, tenías razón al comportarte así.

El ambiente había mejorado tan rápido, cuando pensábamos que no podía ser más incómodo. Ahora inundaba aquella paz y alegría estando los cinco juntos de nuevo, como solía serlo hace apenas unas semanas.

Todos ahora sonreíamos, aunque Alejandra aún seguía llorando; sin embargo, ahora ella estaba soltando lágrimas de alegría y no de arrepentimiento.

—¡Abrazo grupal! —los gemelos nos unen a los cinco en un abrazo, aunque a mi literalmente me jalaron, pero no me importó, y me uní al abrazo.

Esto me hace sentir muy feliz, ahora entiendo la frase que escuché hace mucho: "Juntos somos más fuertes que estando separados". Estando separados eramos débiles, por decirlo así, era un lío querer ir con uno y dejar al otro. Era una decisión muy difícil de tomar.

Pero ahora juntos siento un apoyo inmenso, aunque ellos no lo sepan.

Estoy siguiendo el consejo que me dio mi nana "Date el tiempo de conocer a una persona, sí la conoces bien no tendrás que desconfiar de ella nunca". Alex y Alejandra me estaban enseñando como hacerlo.

—¡Vamos al parque! —los gemelos están aún más felices que yo. Estaban que saltaban de emoción.

Todos nos separamos, a pesar de ser cinco, el abrazo era tan fuerte que apenas podíamos respirar.

—Que se diviertan. —Alejandra pensaba que ella no estaba incluida en aquel plan, por lo que Alex se encargó de hacerle saber lo contrario.

—Ellos dijeron "vamos" —enfatizó— No escuché que te excluyeran, ni deberían. Vamos.

Ella asintió, y nos pusimos de acuerdo quién iría con quien. Yo iría con Alejandra, pues dijo que tenía que hablar conmigo, nadie se negó y cada quien fue al auto asignado.

—Gracias por darme la oportunidad de explicarte todo. —dice apenas entramos al auto.

—Nunca j-juzgaré sin... s-saber.

La voz de tu corazón (#1 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora