Capítulo 36

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*Narra Alex*

La señora me explica que Jay salió en la noche con un paraguas, pero nunca regreso. Ella salió a buscarlo y sólo encontró el paraguas y su teléfono en el piso.

Nada estaba bien, y tenía un mal presentimiento.

—Katy, hora de tu siesta. —la niña hace pucheros, tratando de convencerle de lo contrario.

—Nana, no tengo sueño.

—A dormir ¿O quieres ayudarme a limpiar?

—Adiós. —la niña se levanta al escuchar eso, yo río ante el acto de ella al "tener sueño" para no limpiar. Camina hacia mí rápidamente— Gracias por ayudarnos a buscar a mi hermano. —me da la mano y yo la acepto, estrechandola.

—Lo vamos a encontrar, ya verás. —ella sonríe y se despide de su nana antes de irse a su habitación.

Desaparece, y su nana me hace señas que la siga a la cocina. Camino hasta donde ella está y me ofrece una silla.

—Así estoy bien, gracias.

—Siéntate, esto tomará tiempo.

Me siento sin protestar y ella me da una taza con té de limón. Tomo la taza entre mis manos, nervioso. Aquella plática que estaba a punto de empezar era seria y sumamente importante, lo sabía por aquella mirada preocupante que tenía nana.

—Gracias, señora... —desde que llegué no he preguntado su nombre, ni yo le he dicho el mío.

—Dime nana, ¿Tú cómo te llamas?

—Alex.

—Qué lindo nombre. —me sonríe con tristeza, sin dejar de verme con nostalgia. Relame sus labios antes de volver hablar— Verás, quiero hablar contigo porque Katy tiene una amiga. Ella vive a cuatro casas de nosotras...

—¿La chica de cabello castaño? —sino conté mal, apenas son cuatro casas de la de Tiffany hacía aquí.

—¡Sí! ¿La conoces? —asiento, inexpresivo.

—Ella es mi amiga. —digo con cierto dolor en el pecho.

¿En realidad era mi amiga?

—Mira, yo estaba buscando a Katy y te vi salir de ahí. Habían muchas patrullas que me dio mucho miedo que le hubiera pasado algo a Katy porque esa chica es la única amiga que tiene, y pensé que había ido a su casa y había pasado algo malo. Gracias por ayudar a Katy a volver aquí.

—No hay qué agradecer.

—Pero ese no es el punto. —me preparo mentalmente, no tenía idea de qué podía tratar, pero tenía miedo— No es por ser metiche pero ¿Sabes por qué hay tantos policías ahí?

Una vez más, Tiffany llegó a mi mente, e hizo que la culpa volviera a mi de nuevo.

—Bueno... —rasqué mi nuca, nervioso al no ser capaz de decirle sin dificultad—, la chica que vivía ahí desapareció hace dos días y aún no se sabe nada de...

—¿T-Tiffany? —preguntó con angustia, yo le vi confuso, y asentí.

—¿La cono...?

—¡¿Qué?! No puede ser, ella no... —se levanta de golpe, haciendo que su silla se voltee y caiga al piso.

Su piel se volvió pálida, aún más de lo que ya estaba. Me levanté para ir hacia ella, y evitar que cayera si se daba el caso de que colapsara.

—Cálmese. —la tomo de los hombros para guiarla a la silla de al lado y sentarla ahí.

—Ayúdala. —me tomó mi mano, y la apretó, viéndome a los ojos— Ayúdala.

La voz de tu corazón (#1 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora