Capítulo 35

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—¿Qué demonios quieres, Bryan?

—Calma —se acerca lentamente hacia Jay, y al estar lo suficientemente cerca, toca el hombro con su mano libre—. Estás muy tenso. Relájate, amigo. —posa la mirada hacia nosotras, y sonríe de lado, pícaramente— Y veamos a quién tenemos aquí. Una rubia y una castaña.

—Si las llegas a tocar, te mato. —amenazó Jay, pero Bryan ignoró sus palabras para darnos una mirada de pies a cabeza.

—Ay, Jay. Yo sólo hago lo que me piden, para eso me pagan.

Mis piernas tiemblan, él se percata de eso y se acerca a mi lentamente, haciendo que el miedo crezca en mi. Jay lo detiene a pocos pasos de mi, poniendo una mano en el hombro del contrario.

Aquella mirada que me dio fue tan intimidante que bajé la mirada hacia el piso de inmediato al no poder mantener aquel contacto visual con ese hombre que ahora cargaba una arma. Siempre lograba ponerme nerviosa y llena de miedo con tan sólo su presencia.

—¿Estás asustada, cariño?... —no respondí— No temas, te trataré bien y tal vez terminemos lo qué empezamos aquella noche ¿Recuerdas? —subo la vista rápidamente, y él me guiña un ojo, como si hubiera estado de acuerdo con lo que había dicho.

Imágenes traumantes del secuestro en mi infancia pasan por mi mente, de que era abusada a media noche, y ser perseguida por nada más y nada menos por esa persona parada frente a mi. No quiero recordar eso, ni siquiera vivirlo de nuevo.

—Mira, cualquier cosa resuelvelas conmigo, déjalas que ellas se vayan.

—Jay, aquí con la que tengo cosas pendientes es con esa lindura —me señala, no sé si pueda mantenerme de pie más tiempo— Agarrenlos.

Los hombres se acercan, Jay empieza a alejarlos con golpes, pero ellos son más y logran dejar inmóvil a Jay. Toman a Emma y ella empieza a gritar y a llorar. Cuando los hombres van por mi, el hombre que trato de abusar de mi la última vez los para.

No sabía si estar aliviada por eso o enojada ya que caería directo al suelo, porque sentía que estaba a punto de colapsar.

—Tienes que cooperar, o te irá muy mal —él trata de poner una mano en mi mejilla pero yo sólo me aparto— No quiero usar la fuerza contigo, bebé. Ven conmigo y nada te pasará.

Me toma del brazo con fuerza para arrastrarme a la camioneta, muerdo su brazo con fuerza clavando mis dientes en lo más profundo de su piel. Él me suelta debido al dolor de la mordida, y corro para salir de la camioneta. No llegué a dar tantos pasos, pues mi escapada se vio obstruida por un par de hombres, que más bien parecían osos.

Era como si cargaran una bolsa con poca ropa, y literalmente me tiraron dentro de la camioneta otra vez, haciendo que me golpee la cabeza contra el asiento.

—¡Maldita perra! —se acerca y me da un golpe en la nariz, por un momento siento dormida mi nariz, la sangre se desliza hasta mis labios.

—¡Estúpido! ¡No la golpees! —los hombre empiezan a golpearlo en el suelo.

—¡Para! ¡Por favor! —suplico llorando, los hombres no lo dejan de golpear, él acaba en el suelo cubierto de sangre.

Esto es una pesadilla, quiero que sea una pesadilla, pero los gritos y llantos de Emma son tan reales que me hacen saber esto en serio está pasando. Esta es la horrible realidad que estaba viviendo.

—¡Vámonos! —los hombres me ponen un pañuelo mojado, tapando la mitad de mi rostro.

Cerraron la puerta, dejando afuera a Jay y a Emma.

La voz de tu corazón (#1 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora