Capítulo 31

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—Muchas gracias, por ayudarme.

—No hay de qué, sí necesitas algo llámame. —digo y salgo del auto.

—Adiós. —lo despido con un gesto de mano, y él se va.

Entro a la casa y hago la misma rutina de siempre. Pero me siento rara sirviendo a la mujer que mató a mi madre, la que es una sinvergüenza con mi papá y la que me arruinó la vida, incluso antes de nacer. Ella ni siquiera merece mis servicios. Tenía algo en mente, por lo que tenía que seguir como si no supiera nada.

Quebré dos platos, porque mi mente divagaba en un sin fin de pensamientos dolorosos que apenas podía concentrarme en lo que hacía. Nadie se dio cuenta, ni de los platos rotos, ni de todo lo que sólo yo sabía hasta este momento.

No podía dejar de pensar en lo mucho que sufrió mi mamá. ¿Por qué? ¿Por qué Amelia le hizo eso? ¿Por qué me quitó a mi madre? Sentía unas ganas inmensas de ir y reclamarle, de ir y sacar toda mi furia sobre Amelia. Porque seguía haciendo daño, me seguía haciendo daño. Quería a mi madre de vuelta. Ni siquiera la llegué a conocer en los primeros minutos de vida.

El día acaba y me voy a la cama.

Parece una película de horror y la señora Amelia es la protagonista de las desgracias de muchas personas, incluyendome.

Quiero que Alex ayude a Emma, por más mala que haya sido conmigo, ella no tiene la culpa de ser quién es ahora. Tenía una esperanza puesta en ella de que cambiaría, de seguro no sabe sobre su hermano. Alex tenía que sacarla de este infierno. Sería la persona más feliz del mundo si él la pudiera ayudar ahora, está a tiempo de que ella no se convierta en un ser tan malo como su madre.

Me acuesto, pero no puedo ni siquiera cerrar un ojo pensando en lo que esa mujer le hizo a mi mamá, lo que le está haciendo a mi papá, y lo que me está haciendo a mi. Me levanto y tomo la foto de mis papás en mis manos, la abrazo como si un simple abrazo pudiera traer de vuelta a mi mamá. Como  si un pequeño abrazo pudiera evitar que esa mujer se haya aprovechado de nosotros. Como sí un pequeño abrazo pudiera cambiar todo lo malo que estoy viviendo, y lo que me falta.

—Les prometo que esa mujer pagará por todo lo que nos hizo... y-yo puedo perdonar pero no olvidar... y hacerla pagar... aunque eso s-sea lo único que haga en esta miserable vida. —unas lágrimas se aparecen en mis mejillas— Estas lágrimas no son de tristeza, son de coraje, y de odio.

Lloro en silencio, abrazando la foto de mis padres, e imaginando una vida linda entre papá, mamá e hija. Sería muy bonito si todo lo que anhelo se volviera realidad.

Suspiro y dejo la foto en su lugar y me acuesto.

Perdóname, Alex. Yo no planeaba enterarme, yo sólo quiero salvar a mi padre. Cuando te enteres espero ya haber cobrado venganza contra ella, no sólo me hizo daño a mi, a ti te lo ha hecho y a muchas más personas.

No me doy cuenta cuando me he quedado dormida entre tantas lágrimas.

***

—¡Linda!

—¡Gemelos! —ellos me abrazan apenas me ven entrando a la universidad.

—Cuánto tiempo sin verte.

—Ha sido cómo una eternidad.

—Sólo ha sido un día. —digo riendo.

—Sí, pero se sintió como un siglo.

—Lo peor es que no vino Alex. Tuvimos comer con Jay y su novia. —dicen haciendo cara de disgusto.

No hay día en que no lo vea o lo mencionen. Y por lo que dicen, sigue con Emma, qué descarado. Dice buscarme y se mete con mi hermanastra, qué gran manera de buscar a alguien.

La voz de tu corazón (#1 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora