Capítulo 15

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Bloqueador solar, listo, camisa y short para bañarse, listo, ropa interior extra, listo, peineta, listo, agua, listo; creo que ya no me falta nada más. Eso espero.

Cierro mi mochila y me la cuelgo, Alejandra ya está esperándome afuera.

-Ten cuidado.- habla mi padre desde el umbral de la puerta principal. Yo le sonrío y me despido de él con un gesto de mano.

-Tú padre es muy bueno.- dice Alejandra cuándo apenas me subo -Le dices que gracias por las sodas por mi, por favor.- asiento y ella pone música en la radio.

Todo el camino me pidió que eligiera cualquier canción, y cada vez que ponía una, ella se sabía la letra completa. No se si me sorprendió más su buena memoria, o su talento para cantar. Era muy buena en eso.

Luego de media hora llegamos a la playa. No había venido aquí desde los siete años, se siente una sensación deliciosa.

La brisa en toda mi cara y cuerpo, el sonido de las olas, las gaviotas, el sol ardiente. Era un día soleado, pero no muy caluroso. Un día perfecto, sin duda.

Bajamos del auto con nuestras pesadas cosas, ya que Alejandra trae una gran bolsa sólo de comida, según ella es mejor tener de sobra y no morirnos de hambre.

Los chicos ya se instalaron en una pequeña cabaña al lado de la playa, y cuando nos ven corren hacía nosotras, nos quitan sólo la bolsa de la comida. Alejandra quita su sonrisa de sus labios, ya que pensó que los chicos irían abrazarla o darle la bienvenida. Me causo un poco de gracia ver la ofendida cara de Alejandra al no recibir ni un "hola".

-Qué caballerosos.- dice sarcástica Alejandra.

-¡Las amamos!- gritan los tres desde la mesa, y buscando qué había en las bolsas.

Cada uno saca una bolsa de golosinas, y no tardan ni dos minutos en devorarlas rápidamente.

Caminamos hasta las mesas y dejamos nuestras cosas allí. Alejandra corre hasta una hamaca, y sin pensarlo dos veces, se acuesta en ella, dejando salir un suspiro de relajamiento.

-¡Alejandra!- chillan los gemelos.

Al parecer querían estar ahí, sólo habían dos hamacas, la restante ya tenía dueño, y ese era Alex.

-Largo de aquí, yo llegué primero.- se acuesta dándoles la espalda -Ven Tiffany.- se hace a un lado, dejándome un espacio.

-No se preocupen.- dice Alex quitándose las gafas de sol -En el suelo hay espacio de sobra para ustedes.- nos echamos a reír, excepto los gemelos. -Digo, si quieren. Pueden quedarse parados si gustan.

-Ustedes la van a pagar.- sentencia uno con voz de vengador.

-Muy caro.- termina el otro señalando con su dedo índice a nosotros tres, y se van.

Me acomodo al lado de Alejandra, y ella empieza hablarme sobre qué preparo por la mañana para traernos. Era una conversación donde sólo ella participaba, yo sólo le prestaba atención. Ella volteó a ver a Alex sospechosa, quien tenía la miraba fija en un punto nulo en la arena, y no evitó reírse un poco.

-Te aseguro que Alex está cagandose en los pantalones del miedo.- él ya mencionado salió de su trance, volteó a vernos confuso.

-Por favor, la única aquí con miedo eres tú, renacuaja.

-Cómo digas.

Empezaron a conversar, yo sólo pretendía escuchar. No sé si era por el relajado ambiente que daba la playa, pero de repente sentía un cansancio terrible, y sólo quería cerrar los ojos por un momento y dormir.

La voz de tu corazón (#1 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora