Capítulo 27

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Nada mejor que un baño por la mañana para quitarte el sueño, y para aclarar las locas ideas de tu cabeza.

Me alisto y voy a hacer el desayuno. En menos de diez minutos que estoy cocinando ya se escucha que han tomado asiento en el comedor, termino de cocinar y les sirvo.

—Me conmueves, jamás pensé que llegarás a hablar, mereces un aplauso. —dice sarcástica y Emma empieza a aplaudir.

Pensé que estaría mi padre, pero no.

—Se merece un premio, mami ¿No crees? —dirige su mirada a la señora Amelia en

—Déjala, cuándo vuelva de la universidad recibirá su premio.

Ruedo los ojos sin qué ellas me vean y vuelvo a la cocina, se a lo qué se refieren con "premio" ya me he acostumbrado y cada vez qué lo hacen duele menos que la primera vez.

Terminan de comer y se van. Recojo los platos y lavarlos, luego voy a recoger mis cosas para tomar el autobús.

Camino para mi clase, me siento algo extraña, solía encontrarme con Alejandra justo antes de la primera hora de clase. Sí se me llegara a cruzar pues ¿Qué voy a hacer? Sí ella quiere ser una de ellas, adelante no la voy a decir qué no lo haga.

A unos cuantos metros de mi salón, risas detrás de mi se hacen presente. Suspiro cansada al tener que lidiar un día más con esto.

—Mira, ahí va la muda.

Doy la vuelta sobre mis talones y me acerco a esa chica que de seguro no me conoce. Porque yo la había visto un par de veces en mi clase, pero nunca junto a Emma.

—Te daré un consejo. —me le acerco más a ella— Cuando hables de alguien procura hacerlo en voz baja, porque te puedes meter en problemas.

—Pues lo dije para que escucharas. —hace una expresión de obviedad, y su amiga se ríe de eso.

Tomé una gran bocana de aire antes de hablar, y rogaba por que no tartamudeara.

—¿Entonces ahora pensamos en voz alta? Ok. —me respondí a mi misma— Empecemos, ¿crees que nadie se dio cuenta cómo tú, una cabeza hueca, tenía las calificaciones más bajas de toda la universidad y luego de un día eras la más aplicada de la clase? En serio te admiro, cobraste muy bien el uso de tu cuerpo. —estaba a punto de hablar, pero yo no había terminado ahí— Te felicito —aplaudí con alegría, lo que les causó confusión—, por fin, a tu edad, dejaste de usar el dinero de papi para ser útil en esta vida.

Wow. Eso había salido bien, ¡y ni siquiera tuve que pensarlo tanto!

—¿Quién eres tú para decirme eso?

—Soy una persona de la cual ni siquiera sabes el verdadero nombre. Ten cuidado. —acomodé mi mochila sobre mi hombro, y mire hacia otro lado para asegurarme de que al menos alguien estuviera escuchando— Yo no diré, no soy de ese tipo de persona... Porque no soy tu amiga. —le di una rápida mirada a su amiga, quien estaba completamente nerviosa al escuchar lo que había dicho, y me fui de ahí.

A nuestro alrededor se escucha un "uh" al rededor de gente que debería estar en clase, pero esta aquí siendo parte del espectáculo.

Vuelvo a mi rutina diaria y empiezo a estudiar para un examen que me toca ahora. Trato de concentrarme, pero los murmullos de las personas a mi alrededor no me dejan. Irme a la biblioteca sería lo mismo, pero en susurros aún más bajos. Saco los audífonos que hace poco compré, me los pongo y empiezo a estudiar, ignorando el hecho que aquellos audífonos baratos no lograban cesar los murmullos.

La hora del almuerzo llega, por lo que recojo mis cosas y me dirijo a la cafetería. Al caminar hacia allá, las personas en los pasillos se me quedan viendo, ni siquiera pueden disimular.

La voz de tu corazón (#1 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora