Capítulo 29

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Y aquí me encuentro, en el lago esperando a Alex y mordiendo mis uñas nerviosa pensando en qué le diré. Ojalá no haya entendido nada de lo que dije en la llamada y no aparezca.

He cometido un grave error en pedirle ayuda a Alex, ¡sólo debía quedarme callada para no cagarla!

—Vaya qué tú eres muy puntual. —volteo y él viene subiendo las rocas con una sonrisa.

—Pensé q-que... ya estarías aquí. —lo bueno era que él sabía de que aún estaba trabajando en hablar con fluidez, sino, al escucharme tartamudear pensaría que escondo algo.

Cosa que es cierto.

—Pues los roles cambian, ahora los hombres llegamos tarde. —ambos nos reímos, aunque mi risa no dejaba de sonar nerviosa— ¿Estás bien?

No, me he dado cuenta que mi madrastra es la mujer que más odias y mi hermanastra es sin duda tú hermana, quien ha sido como una perra enfrente de todos, incluso contigo.

—Estoy bien.

Él se posiciona a mi lado y nos sentamos a la orilla de las rocas con nuestros pies al aire.

—¿Sobre qué necesitas ayuda? —esa pregunta por la que temí toda la noche y está mañana, aún no sabía qué decirle.

—Em... necesitaba ay-yuda en... ¡primeros auxilios!

Él fruñe el ceño y se pone a reír, es lo único que se me ocurrió y es lo más estúpido que he dicho en mi vida.

—Linda, tú estudias diseño gráfico, pero mejor es saber más que no saber nada, ¿verdad? —asentí repetidas veces, y él se ríe— Aunque tampoco estudio medicina, pero te enseñaré lo que sé. —me regala una otra sonrisa que me aliviana todos los problemas que traigo encima, por lo menos se lo ha creído.

—Muchas gracias.

—No te preocupes, por lo menos si sé curar animales no ha de ser tan difícil en personas ¿No? —abro mis ojos sorprendida, los animales son otra cosa— Bromeo, nunca tuve una mascota. —suelto todo el aire contenido, casi me da un paro.

Desde que jugamos a ser doctores con el brazo roto de Jay, nunca he querido acercarme a alguien que necesite ayuda médica. Eso no es lo mío.

—Y... ¿Cóm-mo has estado? —maldición, esa si fue una estúpida pregunta.

Él se queda callado por un tiempo viendo a la nada, me siento tan idiota por haberle preguntado eso.

—No debí pre...

—Estoy bien. —me interrumpe— Siento un poco la ausencia de ella, pero ella me dijo que si lloraba o me ponía triste me miraba feo y yo no quiero verme feo. —se ríe de él mismo— Ella me hacía reír y no llorar o sufrir como mi madre biológica lo hizo, extraño a mi madre adoptiva.

La señora Amelia le hizo mucho daño.

—Quiero ayudarte. —suelto de repente.

—¿En qué?

—A encontrar a tú hermana.

Creo que eso era la única manera de hacerle saber quien era su hermana, y que se diera cuenta el mismo así no tenía que hablarle de cómo yo me había dado cuenta.

Él tiene una sonrisa en su rostro.

—No tienes que hacerlo.

—Pero quiero hacerlo... ¿cómo s-se lla-ama?

Quería confirmar que Emma en realidad era su hermana así no tener que vivir con tanta ansiedad y miedo al verlo.

—Se llama Emma. —mi hermanastra es su hermana, ya todo estaba más que confirmado, y sólo yo sabía de eso— Cuando vi que te estaba molestando aquella chica en la cafetería se me hizo un poco difícil defender a Alejandra y a ti, con sólo el hecho de llamarse Emma mi corazón se vuelve añicos al pensar de que mi hermana puede convertirse en alguien como ella y hacerle daño a los demás... ella no puede ser como mi madre.

La voz de tu corazón (#1 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora