Capítulo 11

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*Flashback*

-Jay, ¿no sientes como si alguien nos estuviera viendo?

-No seas tan paranoica, nada nos pasará.

Volvemos a nuestros juego, pero yo sigo sin sentirme cómoda, alguien nos está viendo. Por momentos escuchó pisadas cerca, pero cuando volteo no hay nadie. Jay sigue jugando como si nada, y no sé cómo logra hacer eso. Me levanto y le aviso que iré al baño.

En mi camino hacía el interior de la casa se hace corto, pues el sonido de alguien salir de los arbustos me entretiene. Volteo y un hombre tiene a Jay del cuello. Trata de atacar a Jay, pero logro correr hacia ellos, y hago lo posible para impedir el ataque dándole una patada en la entrepierna aquel extraño. Jay se percata de lo qué pasa, y se levanta sorprendido. Un hombre me toma y me tapan la mitad del rostro con un pañuelo, hacen lo mismo con Jay y poco a poco mis ojos no pueden mantenerse abiertos. Era una necesidad enorme el querer cerrar los ojos aunque yo no lo quisiera.

Todo andaba mal, y lo menos que quería hacer era dormir. Y con miles de pensamientos y preocupaciones, mis ojos ya no pudieron ver nada más que oscuridad total.

***

Abro mis ojos lentamente, a pesar de que la luz es escasa, quedo un poco cegada. La cabeza me daba mil vueltas, y tenía mucho escalofríos. No sé si era porque aquel lugar donde estaba yo era demasiado helado, o tal vez porque todavía sentía aquella sensación de que algo me estaba vigilando.

Los recuerdos llegan a mi mente tan rápido que se sintió como si alguien me tirara un balde de agua fría.

-¡Ayuda!- unos perros empiezan a ladrar haciéndome callar.

Un hombre entra con dos perros pitbull, los tiene con cadenas atadas a sus cuellos, y sonríe cínicamente.

-Mírate niña, tan asustada e inocente.

-Sáquenme de aquí por favor.

-Disfrutaré de esto. Buenas noches, niña.

De su bolsillo del pantalón saca un trozo de carne y lo tira cerca de mí. Sin entender sus acciones le miro confusa, a lo que él vuelve a reír. Amarra las cadenas de los perros en un tubo cerca de la puerta, y voltea a verme.

-Por favor, dales de comer. O ellos te comerán a ti.- y se va sin más decir.

Los perros empiezan a ladrarme por la carne, del hambre empiezan a saltar con tal de librarse de aquellas cadenas en sus cuellos. Les lanzo el trozo de carne y lo devoran al instante, pero no los detiene, tienen más hambre. Grito de desesperación cuando están tan cerca de mi que empiezan a arañarme, cubro mi cara sin dejar de gritar por ayuda.

Siento como uno mete sus colmillos en mi antebrazo sin soltarlo, de seguro mi grito combinado con llantos pudo haber roto cualquier vidrio de aquel lugar. Mientras uno muerde mi brazo con tal de llegar a mi hueso, el otro perro aún pelea por llegar a mi.

Una tubo de hierro está a la par mía, a como puedo lo tomo, y golpeo al que está más cerca, este queda en el piso inconsciente. Un suspiro sale de mi cuando el perro suelta mi antebrazo. El otro perro, al ver a su compañero de esa manera, viene y empieza atacarme de la misma manera que el otro lo hizo.

-¡Ayuda!

Son sólo cuatro paredes pequeñas, el aire es escaso, el perro se me tira encima y me muerde el estómago.

-¡Ah!- grito del dolor -¡Ayuda!

*Fin del flashback*

*Narra Jay*

La voz de tu corazón (#1 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora