Capítulo 23- Maratón 1/4

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*Narra Tiffany*

El vacío que siento al ver a Jay como si nada pasará es más grande que todo lo que he vivido en mi miserable vida. He sacado todas mis fuerzas para darle una patada en la entrepierna, tengo que admitir, sentí un alivio, pero no es suficiente.

Vine a la casa pues las "niñas" de la casa quieren comer ya. Le avisé a mi padre que luego me iría al funeral, él no se negó y me dijo que estaba bien.

Me visto con un vestido negro un poco arriba de la rodillas, con unas zapatillas del mismo color. Salgo de la casa luego de dejarles cena, vuelvo a tomar el autobús y me siento al lado de la ventana.

¿A quién no le gusta el asiento al lado de la ventana? Puedes ver a los carros pasar, personas e incluso animales pasar en un instante y ya nunca volverlos a ver.

Cuando llego a la funeraria busco a Alex, se supone que los gemelos lo traerían, espero que haya querido venir a darle el último adiós a su madre. Al despertar, él no quería saber nada de nadie, y se negaba a venir. Alejandra y los gemelos iban a traerlo al funeral así tuvieran que llevarlo en la camilla de hospital, porque si no iba a despedir a su madre se arrepentiría en el futuro.

Me acerco a la caja donde está ella, piel pálida, labios morados, ojos cerrados, y descansando en un hermoso paraíso es lo único que puedo ver de ella en estos momentos. Nada comparado a lo que vi aunque sea por unas horas. La poca gente que yacía en el lugar empieza a murmurar detrás de mi. Volteo, Alex esta entrando con muletas, ya no tiene el yeso en su pierna, camina hasta donde estoy yo, bajo la cabeza y camino lejos de su madre para dejarle su espacio.

Pasa al lado mío y me toma del brazo, lo veo pero el mantiene su vista al frente. Espero a que hable, y dirijo mi mirada hacia el agarre, era fuerte, pero no llegaba a lastimarme como otros estaban acostumbrados a hacerlo.

—Tengo que hablar contigo, esperame afuera. —dice en tono autoritario y me suelta.

Los gemelos me miran con la misma confusión en la que estoy yo. Sólo me preparo para lo peor, para escuchar cosas sobre mi venido de Alex, y me alegra saber que no lo hará enfrente de todas estas personas. Ya me sentía lo suficientemente avergonzada al ver a Alex. Me lo merecía por descuidada.

Hago lo que me pide y espero afuera. Un rato después Alejandra aparece llorando antes de entrar. Cuando me mira no duda en venir a mi, me abraza y yo le devuelvo el abrazo con fuerza, sin saber qué era lo que le ocurría.

Su cara se hundió en mi hombro, y mi vestido se mojó un poco en la parte de la manga, pero no me importó. Sobé cuidadosamente la espalda agitada de Alejandra, tratando de darle consuelo. Siguió así un par de minutos, hasta que se calmó un poco, tomó una gran bocana de aire antes de hablar, sin apartar su cara de mi hombro.

—Ya se enteró Linda... —dice entre sollozos— Me odia por no haberle dicho... —apenas alcanzaba a entender, y aunque hubiera escuchado bien, no entendía a qué se refería.

No quise preguntar, porque tampoco no podría, pero me daba curiosidad saber de qué estaba hablando. Con mi mano hago pequeños círculos en su espalda para calmarla.

—Yo no podía decirle... pero él no me quiere escuchar.

—No te hagas la víctima, que ese papel no te queda nada. —rompemos el abrazo al instante cuando escuchamos esa voz. Alejandra junta sus manos.

—Perdóname. No quería que sufrieras, los doctores dijeron que no era nada grave...

—Ya hablamos de esto. —le interrumpe— Vamos, Linda. —empieza a caminar a la salida.

Me quedé estética, Alejandra se ha quedado llorando y no quería dejarla así, por otro lado estaba Alex, esperando para hablar conmigo.

¿Qué hago? Quiero quedarme con ambos.

La voz de tu corazón (#1 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora