Capítulo 33

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*Narra Tiffany*

Los gemelos tenían tanta hambre que nos invitaron a comer, nos sorprendió a todos, pero el hambre puede cambiar a cualquier persona hasta el punto de pagar por la comida de los demás si es necesario.

John va por su segundo plato de comida y Joram pidió un postre doble sólo para él, ¿Dónde les cabe todo eso? No tengo la más mínima idea. Se mantenían en forma después de todo. No me quejaba, yo era delgada pero sin músculos. Si hubiera llevado otro estilo de vida donde no tenía que aguantar hambre o comerme las sobras de los demás, tal vez ahora estuviera rellena, y no me hubiera molestado que así fuera.

Entre risas y más comida quedamos repletos y se acerca la hora de irse rodando a nuestras casas.

Alex se ofrece a llevarme, los gemelos se van con Alejandra, ellos viven por lo qué les sale mejor irse ellos juntos, a comparación de Alex y yo, los gemelos y Alejandra viven muy cerca.

—¿Cómo vas con.... lo de tú hermana? —cada vez que lo pienso que estoy engañando a él me hace sentir cómo basura por hacerle eso.

—Pues pienso ir a donde trabajaba mi mamá a ver si alguien sabe de ellas.

—¿Cuándo?

—Aún no lo sé.

—¿Quieres q-que te acompañe?

—No te preocupes, es un lugar muy peligroso no puedo llevar a una chica hermosa a ese lugar. Te pondría en peligro —siento mis mejillas arder, por lo que escondo mi cara con mi cabello— Iré solo. —se estaciona cerca de mi casa.

—Llámame s-si necesitas ayuda. —me quito el cinturón antes de salir— Gracias.

—De nada, Tiffany. Cuídate.

—Tú también. —le sonrío y bajo del auto.

Me quedo parada viéndolo hasta que su auto desaparece de mi vista, y dobla la esquina.

Sentía mucha alegría que Alejandra y Alex hayan solucionado sus problemas de una buena manera. Ya no había aquel ambiente incómodo que antes, ahora era como si nada nunca hubiera pasado. Lo que me daba a entender que su amistad podía con todo.

Camino para la casa con la vista en el suelo. Qué extraño que hoy no me molestaron las "niñas" de la casa, aveces hasta dudo en salir con mis amigos por dejar solo a mi papá con esa mujer sabiendo que ella puede hacer lo que sea.

¿Cómo era posible que ella seguía viviendo sin ningún remordimiento? Hasta era no creíble que ella estuviera libre en este momento. ¿Dónde estaba la justicia por todos aquellos que les arrebataron la vida? ¿La policía sabía sobre las atrocidades de esa mujer?

—Hola, ojitos. —levanto la vista ante esa voz, maldito idiota.

—Yo creo que ya es hora que empieces a llamarme por mi verdadero nombre ¿No crees? —arqueo una ceja, mis ganas de matarlo aumentan al verlo sonreír de lado.

—Qué humor ojitos, —se ríe cómo si le hubiera contado un chiste— ¿Te molesta sí te digo ojitos? —Si, maldito, ¿A quién le gustaría que lo llamarán por otro nombre que ni nos gusta?

—Para nada, pero a nadie le gusta que nos llamen por un apodo que no nos gusta o por algún nombre falso. Buenas noches. —paso al lado de él, sin poder evitar chocar mi hombro contra el de él.

Espero que eso le dé una idea y pueda usar su cerebro por primera vez en su vida.

Entro a la casa y la señora Amelia está espiando entre las cortinas de la ventana, no me sorprende de ella. Era tan controladora, y últimamente sentía su respiración cerca de mi.

La voz de tu corazón (#1 Trilogía De Corazones Infelices)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora