Lo haré

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Tweek tenía un plan, ¿verdad?

No, en realidad no.

Su nuevo objetivo consistía en irse, bien a la mierda. Y luego, en otra ocasión, Tweek visitaría a Craig nuevamente sin que Clyde estuviera presente. De este modo, quien abriría la puerta sería el moreno sin lugar a duda.

Lo había asimilado por demasiado tiempo, hasta que finalmente optó por arreglar las cosas, en definitiva. Sin más jugarretas de niños.

O al menos, lograr disculparse por haber sido tan grosero la vez pasada. Esperaba de todo corazón que Craig entendiera que en ese momento se había sentido muy herido. Pero, ¿a quién engañaba? Tweek era alguien naturalmente pasional.

Siendo francos, si sentía la presencia de Craig nuevamente, no se abstendría en arrojarse a sus brazos y jamás soltarlo.

Hasta que llegó el día siguiente.

Todas las clases se las pasó rebotando en su pupitre de los nervios. Bebe sólo le sonreía con complicidad. Por supuesto, ella debería estar al tanto de la situación ya que Clyde se quedaría con ella; la rubia sólo lo distraía cuando veía que sus nervios llegaban lejos.

—Tweek, mantente tranquilo, Craig te adora —dijo ella, consolándolo—. Escuchará lo que tengas que decirle.

—Espero que sea el caso.

Al final, en menos de lo que imaginó, la jornada de estudio acabó. Los jóvenes estudiantes se balancearon contra las puertas del establecimiento en la salida, murmurando ruidosos, volando papeles por todos lados.

Haciendo caso omiso al alboroto de sus alrededores, Tweek se dirigió a la acera frente a la calle, encarando las distintas rutas. A pesar de los gritos demandantes de su interior y el ya esperado revoloteo en sus entrañas, él giró sobre sus talones y se encaminó en dirección contraria, ignorando el camino al apartamento del moreno.

Tweek no mentiría. Fue a refugiarse a su vivienda un momento para reunir valor. Miles de inseguridades y diálogos en escenarios ficticios atravesaban su mente, "¿y si él no quería volver a verlo?". Jadeó aterrado ante la idea. Sin embargo, la plática que tuvo con Clyde le devolvía su valentía.

Craig ya lo había rechazado una vez, una segunda ya no le dolería tanto, ¿verdad?

Con decisión comenzó a tratar de verse presentable. ¿Estaba pensando en seducirlo con sus encantos? Tweek sonrió. No creía que el moreno fuese del tipo fácil de insinuar. Era algo demasiado arriesgado.

Sin embargo, realmente quería verse bien, lo más que se pudiese. Aunque Tweek nunca se consideró del tipo atractivo, no perdía nada con intentar al menos tomar por sorpresa a Tucker.

Una vez que estuvo frente a la puerta, tocó instintivamente la placa metálica sobre la madera barnizada, reconociendo los dígitos bajo sus dedos, un déjà vu revolvió su estómago.

Era el lugar, era donde Craig estaba.

Lo vería de nuevo.

Apretó fuertemente el bastón blanco entre sus manos, tratando de aferrarse a algo. Esta vez estaba completamente seguro de que Craig sería quien acudiera a la entrada, y no estaba lo suficientemente confiado como para poder hacerle de frente.

Inhala... exhala.

Se repetía constantemente, armando sus próximas acciones en su cabeza, no había marcha atrás, esta vez no. Sería valiente, afrontaría la situación sin dudarlo otra vez.

Finalmente, llamó a la puerta.

La primera vez no hubo respuesta, pero Tweek sabía que Craig estaba ahí. Llámenlo como quieran, sexto sentido, intuición de ciegos. Él sabía que el moreno se hallaba ahí, así que golpeó una y otra vez hasta que la voz del otro lado gritó en furia.

Lo que me faltabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora