Íntimo

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De acuerdo, puede que no sonara muy bien, pero en su cabeza, Craig realmente agradecía el hecho de que Tweek no pudiese verlo.

Ya que era un maldito manojo de nervios.

Su mente corría a velocidades insospechadas con miles de dudas e inseguridades. Para comenzar, Craig nunca antes había chupado una polla en toda su vida, es más, hasta un par de meses atrás jamás se imaginó ni remotamente que alguna vez quisiera hacerlo.

Pero ahí estaba, totalmente perdido ante la imagen de Tweek medio desnudo, con una furiosa erección frente a sus ojos.

Expuesto, sólo para él.

Craig se lamió el labio inferior.

Para ser sincero, no quería decepcionar a Tweek o hacer algo sumamente estúpido, como morderle la polla por accidente o no poder succionar lo suficiente. En pocas palabras, no quería ser un desastre y que, por ello, el rubio nunca más quisiese volver a tener esa clase de intimidad con él.

—Oye... sabes que no estás obligado a hacer esto, ¿verdad? —comentó tranquilamente el pecoso, dándole la oportunidad de salir de ese laberinto. Y es que Craig tenía miedo, no podía negarlo.

¿Y si al intentarlo no le gustaba?

Estaba seguro, mucho, de hecho, de que le gustaría a Tweek. Pero, ¿y si a Craig no le agradaba?

Tweek se terminaría frustrando algún día y lo dejaría por alguien con el que pudiese experimentar mejor este tipo de cosas.

Divagando frente a sus pensamientos, tragó duramente.

—Quiero hacerlo —reafirmó el moreno con voz segura, que ni él mismo sabía de donde había sacado.

Después de una respiración profunda se acercó a la entrepierna de Tweek, experimentando lentamente. No tenía ninguna referencia ya que nunca le había interesado la pornografía, así que simplemente se guiaría por sus instintos más primarios.

Con delicadeza lamió la punta del glande, probando.

El regusto era mucho más soportable de lo que había esperado, simple piel, algo caliente y bastante suave.

La exclamación ahogada que soltó Tweek llenó los oídos de Craig, envolviéndolo. Era una respuesta bastante positiva.

Con un poco más de confianza abrió la boca y sacó su lengua, pasándola de manera envolvente sobre la hendidura, saboreando el líquido preseminal. Pudo sentir a Tweek estremecerse cuando apretó suavemente su muslo, estimulándolo.

En un reflejo de atrevimiento, Craig bajó por la extensión, haciendo presión contra las abultadas y palpitantes venas de Tweek con su lengua, provocando gruñidos e intensos jadeos en el chico.

—¡Oh, joder! —resopló, alzando su mentón en pleno goce, mordiéndose el labio—.  ¡Sí, Craig, así!

Tweek maldecía roncamente, siendo presa de los estímulos sensibles que Craig le ofrecía. Elevó sus caderas sin poder contenerse, intentando adentrarse al calor húmedo que prometía la boca de su novio.

Los profundos espasmos calientes del rubio fueron directamente hacia la entrepierna del moreno, sintiendo sus vaqueros estrangularle. A pesar de su clara excitación al oír a Tweek gemir dulcemente para él, decidió continuar.

Craig tomó el miembro de Tweek en su boca, chupándolo, cuidando de no usar los dientes.

Se sentía un poco más confiado.

En ese mismo instante el rubio se convirtió en un desastre incoherente, gimiendo su nombre, agarrando con fuerza las sábanas de la cama, abriendo la boca y cerrándola continuamente para morderse los labios.

Lo que me faltabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora