Juntos

6.5K 783 543
                                    

Poder pasar la tarde con Tweek ponía a Craig muy entusiasmado.

Tan... Contento.

No pensaba negarlo, ya no.

Ellos subieron juntos por el ascensor, apegados uno a otro, dentro de la cabina solitaria. Craig apretaba suavemente la mano de Tweek contra la suya, escuchándolo tararear alguna pieza de piano.

Craig lo miraba, tan detenidamente como siempre, antes de que las puertas se abrieran y llegaran al piso del apartamento. Él cuidó de que Tweek no tropezara, revisando minuciosamente los suelos.

Tweek suspiró, sintiéndose tan protegido.

-Puedo estar seguro de que Stripe va a estar feliz al verte -comentó casualmente el rubio, mientras sacaba sus llaves y procedía a abrir la cerradura.

-Yo también lo estaré -coincidió Craig, acariciando los nudillos del pecoso con su pulgar, Tweek sonrió deslumbrantemente.

El moreno no pudo evitar pensar en que todos sus días podrían ser de esa manera.

Y ese simple hecho lo hacía... tan feliz.

Una vez la puerta de la vivienda se abrió, energéticos maullidos se escucharon aproximándose desde algún lugar. La pequeña gata llegaba a recibirlos, trotando a pequeños saltitos.

Craig siempre había sido de mascotas pequeñas, de preferencia, los conejillos de Indias. Más cuando pasó cierto incidente con el gato de su hermana en su niñez.

Sin embargo, al ver a la criatura felina, reconoció que era encantadora.

¿Será porque el animal tenía pelaje esponjado y le recordaba a cierto chico?

-Estoy en casa -anunció el rubio felizmente mientras se agachaba para acariciar a la gata-. ¡Y viene Craig conmigo, linda! -agregó.

-Hola, Stripe -saludó el moreno mientras se agachaba a lado del pecoso, la gata se acercó dudosa a olfatearlo.

Al reconocerlo, canturreó un suave ronroneo, restregándose en él y enroscando su larga cola entre la pareja.

Craig la vio, y fue suficiente para ganarse su afecto.

Minutos más tarde, ambos tomaron lugares en el sofá, con tazas de chocolate caliente envueltas en sus manos. Tweek había colocado música en el tocadiscos de la sala, para acompañar el ambiente, según él.

La atención de ambos cayó en la gata jugueteando frente a ellos. Craig batía un largo plumero sobre la alfombra, motivándola. Tweek le había señalado que ese era el juguete favorito de Stripe.

El moreno contemplaba con diversión cómo la gata expandía sus pupilas y se enrollaba alrededor de las plumas.

Tweek sorbía de su taza en silencio, escuchando los correteos del animal atentamente, sonriendo ante la tranquilidad y su cercanía con Craig, sintiendo la calma.

Cuando la gata se desplomó agotada sobre el regazo del rubio, Tweek apartó el chocolate hacia la mesa de centro y alzó a Stripe, cargándola firmemente.

Tweek la acercó a su rostro, balbuceándole tonterías dulces. Ella simplemente se dejaba hacer, mientras que Tweek la besaba cariñosamente en los mofletes.

Craig los observaba con atención, sintiendo su pecho contraerse ante la ternura. ¿Acaso estaba presenciando una obra de arte? Joder, él estaba al tanto de que nunca se había sentido tan acaramelado en toda su vida.

¿Era real?

Ser tan feliz parecía algo inalcanzable e imposible en la vida de Craig Tucker hace unos meses atrás, y ahora, lo obtenía como pan de cada día.

Lo que me faltabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora